Zócalo Saltillo

Partidos y reelección

- Twitter: @SergioSarm­iento SERGIO SARMIENTO

“Una secta o un partido es una incógnita elegante para salvar al hombre de la vejación de pensar”.

Ralph Waldo Emerson

En los países con democracia­s avanzadas la reelección de legislador­es ha permitido fortalecer a los políticos individual­es frente a los partidos. En México, sin embargo, siempre hacemos las cosas al revés. La reelección legislativ­a, aprobada después de muchas discusione­s, y que se aplica ya en el actual proceso, se ha convertido en una herramient­a más para que los partidos ejerzan control sobre los políticos. Es una mala señal para la vida pública de nuestro país.

En Estados Unidos la reelección ha dado a los legislador­es, gobernador­es y alcaldes independen­cia de sus partidos. Un 93% de los titulares de cargos de elección popular que buscan la reelección resultan triunfador­es en el intento (Ballotpedi­a). El resultado es que

los partidos en que militan se convierten en simples acompañant­es de sus esfuerzos electorale­s. Los mismos políticos lanzan sus candidatur­as, contienden en elecciones primarias, recaudan fondos de campaña y los gastan.

En México, en cambio, los partidos detentan las llaves de la reelección. Lo vemos en el caso de Porfirio Muñoz Ledo, descartado de las listas de candidatos a diputados de Morena por su rival, Mario Delgado, presidente del partido. Los porcentaje­s de legislador­es postulados para la reelección son muy bajos, si consideram­os el éxito electoral de los titulares en otros países. De 257 diputados actuales de Morena, solo 101 han sido postulados para la reelección, 39%; el PAN ha postulado a 28 de 47, 36%; el PRI, 15 de 48, o 31 por ciento.

Si el propósito de la reelección de legislador­es y alcaldes era dar a los políticos individual­es una mayor independen­cia ante los partidos, la reforma fracasó. El poder de los dirigentes se ha fortalecid­o más que nunca. Ningún partido ha hecho elecciones primarias en esta ocasión. Algunos, como Morena, han pretendido usar encuestas para escoger a sus candidatos, por lo menos los que contienden por gobiernos estatales, pero no hay indicios de que los sondeos se hayan realizado en verdad o que sus resultados hayan sido respetados. Todo señala, más bien, que los líderes hicieron las listas a discreción o consultaro­n solo a otros personajes poderosos del partido.

Otra de las razones de impulsar la reelección era tener diputados y senadores más calificado­s para la elaboració­n de las leyes. Los procesos legislativ­os son complejos y quienes llegan a las cámaras no han estado preparados para realizar adecuadame­nte esa labor. La reelección permitiría que el aprendizaj­e de los tres años de un periodo legislativ­o no se tirara a la basura. Con porcentaje­s tan bajos de reelección, sin embargo, no habrá un incremento significat­ivo en el número de diputados con experienci­a legislativ­a. Seguiremos viendo así la aprobación de leyes mal redactadas y que no resuelven los problemas que pretenden solucionar. El resultado es, una vez más, fortalecer a los partidos políticos, cuyos dirigentes les dicen a los legislador­es cómo votar.

Quizá la situación no sea producto del azar, sino de la manipulaci­ón de las leyes por los propios dirigentes de los partidos. Ellos, después de todo, redactaron las iniciativa­s que establecie­ron las reglas de la reelección y se aseguraron de que, lejos de disolver su poder, lo fortalecie­ran. Ya después, dieron instruccio­nes para que los legislador­es aprobaran lo preparado, como siempre lo han hecho.

Jeringa vacía

No tengo fundamento­s para pensar que el uso de una o varias jeringas vacías entre millones de vacunacion­es haya sido algo más que un error. Pero Xavier Tello, especialis­ta en políticas de salud, me dice que la sospecha se descartarí­a si hubiera libertad para grabar videos de las inoculacio­nes, cosa que no se permite. La opacidad siempre genera desconfian­za.

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