Una bofetada inútil
Yarranca el espectáculo. Este circo de cuatro pistas abre sus puertas para diversión y/o frustración del respetable. Inician las campañas para renovar, en el caso de Coahuila, alcaldías y diputaciones federales, en las que los mismos de siempre buscarán lo mismo de siempre: acceder o mantener espacios de poder.
Al margen de filias o fobias partidistas, la oferta es pobre, y ya sabemos que ganará la estructura que sea capaz de una mayor eficiencia a la hora de vigilar e inhibir triquiñuelas del contrincante y, asegurar una fluida y masiva movilización de sus bases a hora de la cita con las urnas.
Qué ganas de lanzar una contundente y gran afirmación con un voto nulo, que no es lo mismo que la abstención, aunque para efectos prácticos, resulte a la hora de los conteos lo mismo. La abstención implica apatía, desinterés ciudadano, mientras que el voto nulo es una postura sólida de rechazo al actual orden de las cosas.
En otras latitudes, en otro tipo de “democracia”, el anular el voto es un reclamo, es algo así como decirles en su cara a los candidatos “ustedes no me representan; son más de lo mismo. No confío en ustedes y no veo cómo, ninguno de ustedes, pueda o quiera, cambiar de fondo lo que todos sabemos está mal”.
Sería un mensaje poderoso si tuviéramos otra clase política, pero a esta, la que se disputa alcaldías y diputaciones, le importa un pepino lo que les puedan decir o no los ciudadanos.
No, ellos a lo suyo, a intentar arrebatar posiciones de poder o mantenerlas, y para ello saben que dependen de la movilización de sus bases, de su electorado cautivo y, a la vez, de la medida en que puedan inhibir o dificultar la movilización de los contrarios. Es un juego de pulsos en el que poco o nada tiene que ver la pomposamente llamada “decisión de la mayoría”.
No, ese tipo de democracia se da solo en forma excepcional en nuestro país, y todo apunta a que en esta ocasión será más de lo mismo: con los mismos, y las mismas “estrategias” político-electorales.
Qué ganas de darles una bofetada con guante blanco, con un voto nulo, pero sería una gran afirmación inútil. Ni hablar, solo queda votar por el que considere que le hará menos daño a la ciudad y/o al país.