La sonrisa de un abuelito
Cuando se avanza a golpe de ocurrencia, cuando nadie se preocupa por planear, por instrumentar una logística adecuada, vaya, ni siquiera por prever escenarios y mucho menos ser rigurosos en los esquemas que ellos mismos plantean, pues no se puede tener otro resultado que el caos. El que considere que la estrategia de la 4T para vacunar a los adultos mayores está equivocada, pues comete un error de generosidad, ya que simplemente no existe esa estrategia. Son solo expresiones erráticas, naturales, cuando la realidad choca de frente con la retórica.
Parecería cosa de pitonisos, pero hubo quien advirtió, con suficiente antelación, que el proceso de vacunación de adultos mayores se saldría de cauce, ya que nadie se preocupó y mucho menos ocupó por asegurar fluidez y rigor en la aplicación de las dosis, y ni siquiera se contrastaron las listas de registro con las personas que acudieron, por miles, a los cuatro módulos que se instalaron en Saltillo.
En suma, un verdadero caos.
Sí, se registraron escenas de desesperación entre algunos adultos mayores. Estalló, entre reclamos, esa permanente desconfianza entre autoridades de los tres órdenes, pero también se registraron postales que vale la pena recuperar, la de los adultos mayores que lograron ser vacunados y a quienes, en el rostro, se les podía ver satisfacción, una esperanza renovada, incluso felicidad.
Por eso y pese a todo, hay que aplaudir que nuestros adultos mayores tengan por fin acceso a esa primera dosis de la vacuna contra el Covid. Esos rostros de satisfacción, esas sonrisas llenas de esperanza, esperanza de vida de los abuelitos, valen mucho la pena.
Y ojalá que el desastre logístico y operativo sirva de experiencia y se logren ajustar mecanismos para que las próximas etapas fluyan sin tantos contratiempos, en orden y, especialmente, que la información precisa y oportuna ocupe los espacios de la desinformación y la incertidumbre, que son marca distintiva de estos primeros días de vacunación.