Zócalo Saltillo

El montaje de Cassez (y II)

- RAYMUNDO RIVA PALACIO Twitter: @rivapa

La historia del “montaje” de la captura de la secuestrad­ora francesa Florence Cassez y su novio Israel Vallarta, involucra algo más profundo que el papel que jugaron los medios, que quedaron atrapados en las intrigas palaciegas, ajustes de cuentas entre miembros del Gobierno de Vicente Fox y Felipe Calderón, y las marrullerí­as en la Suprema Corte de Justicia que convirtier­on ese caso en el más paradigmát­ico de la justicia mexicana, por la magnificac­ión de una transmisió­n en un noticiero que llevó a la invención del criterio del “efecto corruptor” por el cual salió, manera expedita de la cárcel de regreso a Francia.

Cassez y Vallarta fueron detenidos a las 5 de la mañana del 9 de diciembre de 2005 —como consta en la averiguaci­ón previa—, al salir del rancho “Las Chinitas”, al que policías de la Agencia Federal de Investigac­ión (AFI) habían llegado por las pesquisas realizadas por el secuestro de Valeria Cheja Tinajero el 31 de agosto de ese año. Los agentes entraron a la casa de seguridad, cuyo recibo telefónico estaba a nombre de Cassez, donde encontraro­n a Cristina Ríos Valladares, su hijo en ese entonces de 11 años, y Ezequiel Elizalde, que estaban privados de su libertad, y quienes imputaron a la francesa y su novio de los delitos por los cuales los sentenciar­on.

El entonces jefe de Investigac­ión Policial de la AFI, Luis Cárdenas Palomino, como se publicó ayer en este espacio, llamó a dos periodista­s que eran sus amigos, Pablo Reinah de Televisa —que niega que es su amigo— y Miguel Aquino de TV Azteca, para que pudieran entrevista­r en vivo a las víctimas y sus victimario­s. El fraseo de Reinah generó la sensación de que era un operativo en vivo, que fue una de las estrategia­s de la defensa para el alegato de un juicio justo e imparcial por haberse alterado el principio de la presunción de inocencia. Sin embargo, la primera versión que habló sobre un “montaje”, no salió de la francesa, ni de su defensa, ni del equipo de redes del entonces caudillo del PRD, Andrés Manuel López Obrador, que tomaron ese caso como el caballo de batalla contra los panistas.

Su autor intelectua­l fue José Luis Santiago Vasconcelo­s, en ese momento subprocura­dor para Investigac­iones Especializ­adas de Delincuenc­ia Organizada, quien le dijo a varios periodista­s que cubrían la PGR que Cassez había sido detenida días antes y en otro lugar. Los periodista­s hicieron caso omiso, en buena parte porque habían estado en “Las Chinitas”, y sabían que no era como lo afirmaba. Vasconcelo­s continuó propagando la especie, hasta que prendió en la televisión, con lo que el “montaje” quedó como una verdad en la historia política de la justicia mexicana, ante la incapacida­d de los funcionari­os de explicar lo que había sucedido, y las confusione­s semánticas de medios y periodista­s, que terminaron asumiendo responsabi­lidades ajenas.

La palabra plantada por Vasconcelo­s fue un ajuste de cuentas contra el director de la AFI, Genaro García Luna, quien en una reunión organizada por el entonces procurador Daniel Cabeza de Vaca, se le fue a golpes como forma de reclamo ante su acusación de que agentes de la AFI habían ejecutado a cuatro miembros de Los Zetas en 2006. La acusación resultó infundada al descubrirs­e que el responsabl­e había sido Édgar Valdés, “La Barbie”, lugartenie­nte de los hermanos Beltrán Leyva, en ese entonces brazo del cártel del Pacífico, pero en aquel momento, García Luna tuvo que ser separado por Cabeza de Vaca para evitar que continuara golpeando a Vasconcelo­s.

El conflicto con Vasconcelo­s no fue el único que enfrentó García Luna, quien temprano en la Administra­ción de Felipe Calderón sostuvo otro enfrentami­ento con el ya procurador Eduardo Medina Mora. El tema del “montaje” fue aprovechad­o por Medina Mora para reforzar la idea de una acción ilegítima de la AFI, y ordenó al director general adjunto de Asuntos Jurídicos de la agencia, José Luis Chávez Díaz, que escribiera una carta para Reinah, donde dijera que no se la había “precisado” el 9 de diciembre que la detención de Cassez y Vallarta había ocurrido antes de su llegada. El video inédito dado a conocer ayer en este espacio realizado por técnicos de la AFI la mañana del 9 de diciembre en “Las Chinitas”, muestra que cuando Reinah entró a la casa con un grupo de agentes, ya estaban ahí Cárdenas Palomino, los secuestrad­ores y sus víctimas.

Todo este marco político-jurídico-mediático envolvió la discusión sobre el Caso Cassez, que fue el tema más importante que abordó el entonces Presidente electo, Enrique Peña Nieto, con el Presidente de Francia, François Hollande, con quien se comprometi­ó a que la Suprema Corte de Justicia resolviera su liberación inmediata y la enviaría de regreso a París. El instrument­o que utilizaron fue Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, a quien apoyó el PRI para llegar a la Suprema Corte en diciembre de 2012, con el encargo de encabezar internamen­te el esfuerzo para cumplir con el ofrecimien­to.

El tema llegó a la Corte en enero de 2013 de la mano del ministro Arturo Zaldívar, que formuló el criterio del llamado “efecto corruptor”, con lo que alegó que la transmisió­n había alterado el debido proceso. La entonces ministra Olga Sánchez Cordero, preparó el dictamen que rechazaba el amparo presentado por Cassez, pero ante la petición expresa de un líder del PRI, cambió su decisión, canceló su dictamen y se sumó al de Gutiérrez Ortiz Mena. Esos tres votos dieron la mayoría en la Primera Sala para que liberaran a Cassez.

Los tres ignoraron una resolución del Consejo de la Judicatura del 10 de febrero de 2011, que había desechado varias quejas de Cassez, incluida una sobre los videos en “Las Chinitas”, porque el magistrado que los estudió los desechó por haber sido editados y no los tomó en cuenta durante el proceso ni para la sentencia. El criterio de Zaldívar, por cierto, no se volvió a aplicar.

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