Tartufos
El priismo surgió de la revolución de 1910 contra el régimen de Porfirio Díaz y durante las primeras décadas de su Gobierno, el PRI nacionalizó la industria petrolera y dio tierras a los campesinos. Años después, el partido se desdijo, se inclinó a la derecha introduciendo reformas liberales, suscribiendo ambiciosos tratados de libre comercio y privatizando gran parte de la economía.
A lo largo del tiempo, los mexicanos no han parado de recordar la historia negra del PRI, tal como la persecución de opositores estudiantiles entre el 68 y el 71, los escándalos de corrupción de la presidencia de José López Portillo en la segunda mitad de los 70 o a finales de los 80 y principios de los 90 con Salinas de Gortari e incluso, más recientemente, los presuntos lazos con la mafia en varios estados del país. Cuando perdió el poder en el 2000 ante el Partido Acción Nacional, el partido ya era ampliamente considerado en el país como corrupto y antidemocrático, y ¿como no? si a lo largo de la historia se les acusó a los priistas de enriquecerse y manipular elecciones
En 2006 registró el peor resultado de su historia, obteniendo el tercer lugar en las elecciones presidenciales. Sin embargo a partir de que perdió el poder a nivel federal en dos elecciones presidenciales consecutivas, el PRI encontró la forma de ser “más peligroso”. Hoy tiene más recursos económicos en los gobiernos locales. Ese poder presidencialista que antes tenía, se trasladó a los estados y municipios, y con esto, hemos podido visualizar la impunidad con la que han operado en los últimos años.
Coahuila no ha sido la excepción; basta con recordar los tristes dos periodos que vivió la entidad durante el Moreirato. Después de ocupar cargos, desde profesor hasta secretario de Educación del Estado, Humberto Moreira fue presidente municipal de Saltillo y posteriormente llegó a la gubernatura del Coahuila.
El 25 de agosto de 2011, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público hizo público que la deuda de Coahuila se disparó de 323 millones de pesos en 2005 a 36 mil 675.8 millones de pesos a septiembre de 2011. Ese mismo año su hermano mayor, Rubén Moreira, ganó las elecciones estatales como candidato del PRI. Nueve meses después de haber llegado a la presidencia nacional del PRI, Moreira renunció debido a fuertes señalamientos por la deuda pública millonaria en su Gobierno. La Auditoría Superior de Coahuila indicó que, desde 2008, la Administración de Moreira adquirió créditos, en algunos casos de manera irregular.
El extitular del Satec, Héctor Javier Villarreal Hernández, era señalado desde octubre de 2011 por la falsificación de documentos con los que la entidad contrató un préstamo por más de 3 mil millones de pesos y en 2012 fue acusado en Estados Unidos de lavado de dinero y en 2014 se entregó en Texas.
Posteriormente, una corte de ese estado norteamericano, acusó directamente a Moreira por operaciones de lavado de dinero, para comprar medios de comunicación en México y EU entre 2006 y 2009 con recursos públicos del erario coahuilense. Y por si no lo recuerdan, no, en México no se investiga la posible responsabilidad de Humberto por el desastre financiero de Coahuila.
En el caso de Torreón, el “modus operandi” del PRI no ha sido distinto: obras sin sentido como el metrobús –del que ya hemos hablado– pasando por el teleférico o la “gran transa”, perdón, la Gran Plaza, obra de la que se aprovecharon en el Gobierno de Eduardo Olmos para comprar a sobreprecio todos los predios localizados a los alrededores de lo que fue la antigua presidencia municipal. O qué me dicen, cuando durante el Gobierno municipal del actual gobernador Miguel Riquelme se dio a conocer que el Consejo Municipal del PRI y la Fundación Colosio Torreón retenían parte de su sueldo a los trabajadores del Ayuntamiento, por lo que en su momento se sancionó al entonces alcalde.
Después de todos estos agravios a lo largo de la historia, ahora viene el PRI en Torreón y con una oferta hueca, quieren vender el cuento –porque el año pasado con una votación del 39% ganaron todos los distritos locales– de que ellos son quienes pueden derrotar a la amenaza que es Morena, promoviendo a diestra y siniestra, sobre todo en determinadas zonas de Torreón, el llamado voto útil.
Esta bien, entiendo que después de 2018 –elección en la que quedaron en tercer lugar– se envalentonaron con la victoria del pasado 18 de octubre, victoria que por cierto, ni ellos mismos esperaban. Al final del día, solo me queda una reflexión, después de tantos agravios hacia el pueblo coahuilense y torreonense, plantarse y decir que son ellos la opción, es de un PRI que tiene doctorado en ser, descarados y tartufos. Yo creo que lo primero que deberían hacer, es aprender de honestidad y regresarle a los ciudadanos todo lo que han robado.