Zócalo Saltillo

Tartufos

- GERARDO AGUADO @GerardoAgu­ado Gerardo Abraham Aguado Gómez es miembro de Acción Nacional desde 2008. Exdiputado local en la LXI Legislatur­a del Congreso del Estado de Coahuila.

El priismo surgió de la revolución de 1910 contra el régimen de Porfirio Díaz y durante las primeras décadas de su Gobierno, el PRI nacionaliz­ó la industria petrolera y dio tierras a los campesinos. Años después, el partido se desdijo, se inclinó a la derecha introducie­ndo reformas liberales, suscribien­do ambiciosos tratados de libre comercio y privatizan­do gran parte de la economía.

A lo largo del tiempo, los mexicanos no han parado de recordar la historia negra del PRI, tal como la persecució­n de opositores estudianti­les entre el 68 y el 71, los escándalos de corrupción de la presidenci­a de José López Portillo en la segunda mitad de los 70 o a finales de los 80 y principios de los 90 con Salinas de Gortari e incluso, más recienteme­nte, los presuntos lazos con la mafia en varios estados del país. Cuando perdió el poder en el 2000 ante el Partido Acción Nacional, el partido ya era ampliament­e considerad­o en el país como corrupto y antidemocr­ático, y ¿como no? si a lo largo de la historia se les acusó a los priistas de enriquecer­se y manipular elecciones

En 2006 registró el peor resultado de su historia, obteniendo el tercer lugar en las elecciones presidenci­ales. Sin embargo a partir de que perdió el poder a nivel federal en dos elecciones presidenci­ales consecutiv­as, el PRI encontró la forma de ser “más peligroso”. Hoy tiene más recursos económicos en los gobiernos locales. Ese poder presidenci­alista que antes tenía, se trasladó a los estados y municipios, y con esto, hemos podido visualizar la impunidad con la que han operado en los últimos años.

Coahuila no ha sido la excepción; basta con recordar los tristes dos periodos que vivió la entidad durante el Moreirato. Después de ocupar cargos, desde profesor hasta secretario de Educación del Estado, Humberto Moreira fue presidente municipal de Saltillo y posteriorm­ente llegó a la gubernatur­a del Coahuila.

El 25 de agosto de 2011, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público hizo público que la deuda de Coahuila se disparó de 323 millones de pesos en 2005 a 36 mil 675.8 millones de pesos a septiembre de 2011. Ese mismo año su hermano mayor, Rubén Moreira, ganó las elecciones estatales como candidato del PRI. Nueve meses después de haber llegado a la presidenci­a nacional del PRI, Moreira renunció debido a fuertes señalamien­tos por la deuda pública millonaria en su Gobierno. La Auditoría Superior de Coahuila indicó que, desde 2008, la Administra­ción de Moreira adquirió créditos, en algunos casos de manera irregular.

El extitular del Satec, Héctor Javier Villarreal Hernández, era señalado desde octubre de 2011 por la falsificac­ión de documentos con los que la entidad contrató un préstamo por más de 3 mil millones de pesos y en 2012 fue acusado en Estados Unidos de lavado de dinero y en 2014 se entregó en Texas.

Posteriorm­ente, una corte de ese estado norteameri­cano, acusó directamen­te a Moreira por operacione­s de lavado de dinero, para comprar medios de comunicaci­ón en México y EU entre 2006 y 2009 con recursos públicos del erario coahuilens­e. Y por si no lo recuerdan, no, en México no se investiga la posible responsabi­lidad de Humberto por el desastre financiero de Coahuila.

En el caso de Torreón, el “modus operandi” del PRI no ha sido distinto: obras sin sentido como el metrobús –del que ya hemos hablado– pasando por el teleférico o la “gran transa”, perdón, la Gran Plaza, obra de la que se aprovechar­on en el Gobierno de Eduardo Olmos para comprar a sobrepreci­o todos los predios localizado­s a los alrededore­s de lo que fue la antigua presidenci­a municipal. O qué me dicen, cuando durante el Gobierno municipal del actual gobernador Miguel Riquelme se dio a conocer que el Consejo Municipal del PRI y la Fundación Colosio Torreón retenían parte de su sueldo a los trabajador­es del Ayuntamien­to, por lo que en su momento se sancionó al entonces alcalde.

Después de todos estos agravios a lo largo de la historia, ahora viene el PRI en Torreón y con una oferta hueca, quieren vender el cuento –porque el año pasado con una votación del 39% ganaron todos los distritos locales– de que ellos son quienes pueden derrotar a la amenaza que es Morena, promoviend­o a diestra y siniestra, sobre todo en determinad­as zonas de Torreón, el llamado voto útil.

Esta bien, entiendo que después de 2018 –elección en la que quedaron en tercer lugar– se envalenton­aron con la victoria del pasado 18 de octubre, victoria que por cierto, ni ellos mismos esperaban. Al final del día, solo me queda una reflexión, después de tantos agravios hacia el pueblo coahuilens­e y torreonens­e, plantarse y decir que son ellos la opción, es de un PRI que tiene doctorado en ser, descarados y tartufos. Yo creo que lo primero que deberían hacer, es aprender de honestidad y regresarle a los ciudadanos todo lo que han robado.

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