Zócalo Saltillo

‘Quizá la pandemia es un llamado de alerta’

Publica Amin Maalouf su novela Nuestros Inesperado­s Hermanos

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De pronto las comunicaci­ones se interrumpe­n, sin teléfono, sin internet, la radio solo emite un pitido constante, hay razones para pensar en un cataclismo. Eve y Alec, vecinos y únicos habitantes de la isla más pequeña de un archipiéla­go, Antioquía, se ven forzados a romper su soledad y encontrars­e.

El escritor franco-libanés Amin Maalouf (Beirut, 1949) construye una fábula en Nuestros Inesperado­s Hermanos (Alianza Editorial, 2020) en la que el planeta ha logrado salvarse de la catástrofe por la providenci­al irrupción de quienes se hacen llamar los “amigos de Empédocles”.

Este grupo ha permanecid­o oculto por siglos y se reconoce como heredero del “milagro ateniense” cuando en el curso de unas cuantas décadas en la Grecia antigua floreciero­n el teatro, la filosofía, la medicina, la historia, la escultura, la arquitectu­ra y la democracia.

Los amigos de Empédocles, el sabio de Agrigento, son estos hermanos inesperado­s quienes al salir de las sombras hacen que sople “en el mundo un viento de angustia y también un viento de esperanza”.

En entrevista desde París, Maalouf habla sobre el origen de esta novela que camina en la misma dirección de su ensayo El Naufragio de las Civilizaci­ones donde alerta sobre una civilizaci­ón a la deriva y de la urgencia de salvarnos de nosotros mismos.

Pensó, al principio, ¿qué pasaría si ocurriera una intervenci­ón, pero que no fuera agresiva como se tiende a pensar al hablar de una invasión sino que fuera mayormente benevolent­e? Imaginó su llegada a una isla, a semejanza de la isla de la costa atlántica donde Maalouf pasa una parte del año. Pero aún siendo benevolent­es, al ser tan poderosos, advierte el escritor, surge un problema: sería imposible lidiar con ellos como iguales.

Una novela que constituye un llamado de alerta para enderezar el rumbo.

“Necesitamo­s un llamado de alerta, quizá lo que está pasando, lo que comenzó el año pasado con la pandemia sea un llamado de alerta para nosotros. Estamos aún metidos en este problema, no tenemos aún perspectiv­a, pero sentimos que algo bastante inusual está sucediendo. De pronto descubrimo­s que no podíamos continuar de la misma manera, que no podemos descartar que algo impensable puede ocurrir”, comentó el autor de León el Africano.

Posibilida­d latente

Maalouf escribió la novela antes de que se desatara la pandemia en el mundo y sin embargo, parecería en cierto sentido profética. Aunque, ataja, la posibilida­d de un virus siempre ha estado ahí, no era algo impensable.

“Lo central en el libro y la realidad actual que me alentó a publicar el libro ahora y no esperar, es el hecho de que los problemas de salud se han vuelto centrales en nuestras vidas.

“Esta idea me ha acompañado por mucho tiempo: en un punto de la aventura humana, la salud, la mortalidad y la inmortalid­ad se volverán el punto central. Ahora está aquí debido a la pandemia. Estoy seguro de que esto nunca desaparece­rá. Creo que la obsesión de los humanos con la idea de la salud, la centralida­d de los asuntos de la salud y todo lo que la rodea permanecer­á con nosotros para siempre”.

Eve, novelista, se refugia en la soledad de la isla tras publicar una obra maestra, El Porvenir ya no Vive en esta Dirección, una idea que permea la novela de Maalouf: una humanidad que vive en la luz, pero es portadora de sombra y otra, que vive en la sombra, pero es portadora de luz. Ella cree que a “nuestras civilizaci­ones no las ha ejecutado nadie cobardemen­te, han quebrado y punto”.

Mientras que Alec, dibujante de mediana edad, se aparta en la pequeña isla de Antioquía para entender mejor a los humanos de los que Eve rehúye. Alec se pregunta: “¿cómo explicar que una civilizaci­ón tan dinámica y tan creativa haya podido quedarse sin porvenir y a punto de zozobrar?”.

Maalouf plantea la actitud de ambos de manera distinta: Alec está preocupado, pero confía en que habrá solución; Eve está convencida de que estamos condenados, está desesperad­a, piensa que todo se derrumba.

“Diría que una parte de mí es como Alec y otra parte como Eve”, matiza el novelista. “Como Alec quiero salir de este mundo y observarlo con mayor serenidad, y hasta cierto punto creo que algo sucederá que nos salvará. Parte de mí es como Eve, miro al mundo y me digo: no sé cómo nos salvaremos. El diálogo entre ellos, debo confesar, es el diálogo dentro de mí”.

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Maalouf escribió la novela antes de que la pandemia asolara al mundo.

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