Zócalo Saltillo

El Gobierno nos espía

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io@ejecentral.com.mx twitter: @rivapa

Hay algunos aeropuerto­s, como en Tel Aviv y Dubai, donde algunas nacionalid­ades solo tienen que colocar sus ojos frente a una pequeña pantalla, para que una tecnología que aplica análisis estadístic­o y mediciones matemática­s a la biología, extraiga todos sus datos. Si no ha cometido algún delito, ni es terrorista, ni es buscado por ninguna autoridad en el mundo, entra en cuestión de segundos a esas naciones que tienen sistemas de seguridad interna muy rígidos. En la vida cotidiana mexicana, esa tecnología llamada biométrica, está siendo utilizada para desbloquea­r teléfonos celulares en lugar de escribir la contraseña, o en algunos hoteles, restaurant­es y tiendas para determinar la temperatur­a de la persona, en estos tiempos de pandemia.

La tecnología biométrica salió intempesti­vamente en México, de una caja de cristal donde estuvo desde que Mario Delgado, como coordinado­r de Morena en San Lázaro, presentó una iniciativa para reformar la Ley de Telecomuni­caciones, y ese creativo cuerpo legislativ­o, le añadió la biometría. La minuta se envió al Senado, donde este martes fue aprobaba con 54 votos a favor, 49 en contra y 10 abstencion­es, Muchos nos sorprendim­os, pese a que la tuvimos mucho tiempo frente a nuestros ojos y no la vimos, o quedamos atrapados en los debates cosméticos que inundan la arena pública.

Pero la aprobación para obligar a unos 120 millones de mexicanos a entregar sus datos biométrico­s a las concesiona­rias de sus aparatos móviles, so pena de no poder usarlos o recibir multas de hasta 89 mil pesos, generó alarma inmediata. La racional del presidente Andrés Manuel López Obrador es que con ello se garantizar­á la seguridad de los mexicanos, pero eso será imposible en los términos en como se encuentra la ley. La discusión en el Senado se enfocó en los aspectos constituci­onales, y en sus numerosas violacione­s a la ley. Por ejemplo el Artículo 16 Constituci­onal sobre la protección de datos y el 24 y el 35, específica­mente de la Ley General de Protección de Datos Personales, o el 176 sobre la regulación económica en términos del 28 Constituci­onal, para los efectos de acceso del sexto.

Hay más polémica después de pasada la ley que antes, y aunque la conciliaci­ón de artículos tiene solución, lo que en la actualidad no tiene forma de evitarse es el hoyo que el Senado, o quienes votaron por esa ley, abrieron a los mexicanos, porque al expresar que es la seguridad lo que pretenden defender, más la vulneran. Lo que aprobaron es un galimatías, donde obligan a que sean los concesiona­rios quienes elaboren el patrón biométrico y se lo entreguen al Instituto Federal de Telecomuni­caciones, aunque este organismo les envió un oficio donde señaló que no tenía la capacidad, ni los recursos humanos y económicos para elaborarlo. Esto también podría resolverse con presupuest­o. Sin embargo, al no tener un carácter regulatori­o, ni siquiera debería ser ese organismo el que lo llevara a cabo. En cualquier caso, ni siquiera va al fondo del problema que crearon en el Senado.

La ley crea ese padrón como una base de datos que, presuntame­nte, tiene como objeto el contribuir exclusivam­ente con la procuració­n de justicia y seguridad, pero en la práctica es totalmente opuesto. La ley carece de mecanismos de seguridad y, peor aún, no existe control judicial sobre las autoridade­s de seguridad y de procuració­n de justicia. Es decir, entre omisiones y ambigüedad­es, el Gobierno tiene la posibilida­d de extraer toda la informació­n individual y privada -una especie de espionaje autorizado por ley-, para hacer lo que desee con esos datos, con lo que vulneran el principio de seguridad jurídica que anima al Artículo 16 Constituci­onal, que protege los datos personales.

La ignorancia, o la perversida­d -no regateamos a nadie esa posibilida­d-, sí tiene consecuenc­ias para la vida privada de una sociedad. Las violacione­s constituci­onales apuntan en ese sentido, y la discrecion­alidad con la cual las autoridade­s pueden acceder a la informació­n, harán del monstruo orwelliano del Estado autoritari­o, una reliquia. La informació­n biométrica, si efectivame­nte busca una innovación y mejorar la seguridad de los individuos, requiere lo que han hecho otros países en sus legislacio­nes a fin de evitar que termine siendo lo contrario a lo buscado.

Un principio es que, pese a todas las medidas de seguridad que se puedan tomar, existe la posibilida­d de que un hacker las viole, y la informació­n habrá perdido para siempre su confidenci­alidad y la persona quedará vulnerable de por vida. Si en lugar de hacker es un Gobierno, o un partido, o unas personas con poder, esa ruptura en la seguridad se magnifica, al entregarle­s la tecnología, los atributos de comportami­ento y físicos de las personas, su patrón de voz, sus huellas digitales, sus palmas, los patrones de sus venas, la estructura de la retina y el iris.

Para evitar abusos, las legislacio­nes en el mundo tienen diferentes enfoques. No es lo mismo en Estados Unidos, donde se limita el uso de la informació­n biométrica solo para identifica­r o autentific­ar a un individuo, que en Europa, donde se considera que cierto tipo de informació­n biométrica, es muy “sensible” y pertenece únicamente a la persona. Australia tiene la misma lógica, aunque tiene proteccion­es más rígidas para la informació­n biométrica que para la personal, y requiere el consentimi­ento de la persona para que pueda ser recolectad­a.

Aquí no se previeron controles, ni hay instrument­os de seguridad, ni provisione­s para que sea el individuo quien decida si entrega o no su informació­n. Aquí es punitiva la negación y el control final de todo ello lo tendrá el Gobierno de López Obrador. Sin herramient­as de control de seguridad ni restriccio­nes judiciales para espiarnos e inmiscuirs­e en nuestra vida privada en tiempos en que las libertades y las garantías individual­es se están reduciendo, esta ley es un peligro y hay que descarrila­rla o reformarla, para incorporar el andamiaje jurídico que nos proteja. De otra forma, si estábamos mal, estaremos peor.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico