Perfiles políticos y elecciones municipales
Las campañas políticas han iniciado en el país y Saltillo, obviamente, no ha sido la excepción. Diferentes plataformas que engloban propuestas sociales y económicas se ponen a consideración del electorado, muchas de ellas inalcanzables por la naturaleza de las mismas, o porque no corresponden a las funciones que debe cumplir el candidato a determinado puesto público. Si arbitrariamente, y en la imaginaria, dividimos en dos partes a las campañas, solo para estudiar el comportamiento personal del aspirante, la primera sería la percepción, imagen que presenta, esto es, lo que instintivamente se avista en sus apariciones en público, cuando gesticula y trata con vehemencia de convencer a quien se toma el tiempo de escucharlo; y la segunda, que rebasa lo probablemente subjetivo, es lo que queda escrito, las propuestas que conforman su plan de trabajo, y que parte de este, se plasma en los folletos que distribuyen en viviendas y plazas comerciales.
De lo anterior, como conclusión, se puede decir que en el ejercicio de la política nacional, se ha venido subordinando la racionalidad y honestidad a lo superfluo y demagógico; aflora el interés personal, la inexperiencia política, el voluntarismo y la ignorancia de la situación socioeconómica que vive la región y el país. Independientemente de ello, los comicios son quizá el único medio pacífico que tenemos los mexicanos para la construcción de la democracia y encontrar a los mejores hombres y mujeres para que aporten su talento y experiencia en busca de oportunidades para mejorar el bienestar familiar.
Una de las candidaturas que más nos debe interesar a los habitantes de la capital de Coahuila es la que disputan por la Presidencia Municipal, por ser la primera instancia con la que puede tener contacto el ciudadano, cargo público que quien lo ocupe es el responsable de organizar, proveer y gestionar los servicios públicos a la población, que van desde la recolección de los desechos en las viviendas hasta encargarse de la seguridad del ciudadano, que al caminar por las calles de Saltillo lo haga sin temor a ser asaltado. Si bien la dotación de los servicios debe resolverse día tras día, no obstante, no debe limitar la visión de mediano y largo plazo. El aquí y ahora es una condición necesaria pero no suficiente para el ganador de las elecciones.
Desde mi punto de vista, Saltillo tiene tres grandes problemas que deben abordarse no solo pensando en el periodo de la administración y formar parte de la agenda pública: A). la escasez de agua potable; B). el transporte público, y C). el ordenamiento territorial. En cuanto al agua potable, tuvieron que venir los extranjeros para “enmendarnos la plana”; desde hace varios años son ellos quienes administran el agua potable que reciben las viviendas. El “encanto” del monopolio público en el servicio del agua, que por décadas ha funcionado en el país, en Saltillo se resquebrajó. Decían los priistas de la vieja guardia que si el modelo político está dando” dividendos”, es irracional cambiarlo; tal vez pase lo mismo con el modelo del agua saltillense. Sin embargo, parece ser que ello ha inhibido el interés de los ayuntamientos por formular políticas públicas destinadas a asegurar el agua potable en la ciudad dentro de 30 o 40 años. No es técnicamente correcto seguir dependiendo de dos o tres fuentes proveedoras del vital líquido para Saltillo, cuya estructura poblacional paulatinamente está viendo pasar el bono demográfico.