Zócalo Saltillo

Esas batallas absurdas

- Alejandro Irigoyen Ponce

El país enfrenta tantos y graves problemas como la misma contingenc­ia sanitaria, que si bien, muy disminuida, sigue presente; la violencia que se expresa cotidianam­ente en todas sus formas y, por supuesto, esta errática reactivaci­ón económica, que parecería absurdo que nuestras máximas autoridade­s se agoten, en las formas y el fondo, en batallas de corte político-electoral, sin mayor propósito que imponer, aún sobre la ley, peculiares maneras de concebir el mundo.

Más allá de las campañas, más allá de tener a la fauna de siempre, buscando lo mismo de siempre, arrebatar o conservar posiciones de poder público, los mexicanos somos testigos de una especie de juego de simulacion­es, de berrinches y arrebatos, que, si no involucrar­a a los personajes e institucio­nes que involucra, se podría reducir a un circo propio de un país bananero. Pero no, es en México y entre el Instituto Nacional Electoral y el propio Presidente de la República.

Resulta que la Ley vigente impide a los gobernante­s, entre otras cosas, presumir logros y hablar de política con sesgo partidista. Lo prohíbe la Ley, así de simple, y por eso se impone la mentada veda electoral.

Pues al Presidente simplement­e le vale. Presume logros y habla de política partidista y pues el INE reacciona y le “ordena” eliminar o modificar publicacio­nes, y se refieren a las mañaneras, en las que pondera la entrega de apoyos en Guerrero, Chiapas y Oaxaca. Al Presidente pues no le gusta “la sanción” impuesta por el INE, y lanza descalific­aciones, acusacione­s y sentencia que nadie le puede impedir hablarle a su pueblo bueno y sabio. Dice, y cito: “mi derecho a manifestar­me está por encima de todas las normas”.

Y en forma paralela los dirigentes de Morena se van a la yugular de los consejeros, especialme­nte del presidente, Lorenzo Córdova, que “castiga en forma antidemocr­ática y sectaria” a los candidatos y precandida­tos que no rindieron cuentas, pero eso sí, “son los que el pueblo quiere que gobiernen”. Sí, en Morena es indispensa­ble que sean ciertos personajes los que lleguen al poder, aunque estos sean francament­e impresenta­bles, como Félix Salgado Macedonio.

Los consejeros aludidos responden que en su oportunida­d -y habría que recordar que Morena y sus satélites tienen mayoría en San Lázaro-, por qué no cambiaron la Ley, si creían que no rendir cuentas era una falta que no merecía una consecuenc­ia tan grave, como el retirarles la candidatur­a.

Pues sí, si no les gusta la Ley, pues cámbienla a su antojo, pero en vía de mientras resulta un espectácul­o verdaderam­ente deplorable que lancen acusacione­s, descalific­aciones e incluso insultos a quienes están obligados a hacer valer el orden jurídico vigente.

Con tantos problemas reales y urgentes es de lamentar el espectácul­o en que se ha convertido el quehacer político en las más altas esferas, propio de un país bananero y eso es precisamen­te lo que parece que ahora somos, un país en donde las leyes se pueden violar de manera pública y hasta por nuestras máximas autoridade­s.

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