Esas batallas absurdas
El país enfrenta tantos y graves problemas como la misma contingencia sanitaria, que si bien, muy disminuida, sigue presente; la violencia que se expresa cotidianamente en todas sus formas y, por supuesto, esta errática reactivación económica, que parecería absurdo que nuestras máximas autoridades se agoten, en las formas y el fondo, en batallas de corte político-electoral, sin mayor propósito que imponer, aún sobre la ley, peculiares maneras de concebir el mundo.
Más allá de las campañas, más allá de tener a la fauna de siempre, buscando lo mismo de siempre, arrebatar o conservar posiciones de poder público, los mexicanos somos testigos de una especie de juego de simulaciones, de berrinches y arrebatos, que, si no involucrara a los personajes e instituciones que involucra, se podría reducir a un circo propio de un país bananero. Pero no, es en México y entre el Instituto Nacional Electoral y el propio Presidente de la República.
Resulta que la Ley vigente impide a los gobernantes, entre otras cosas, presumir logros y hablar de política con sesgo partidista. Lo prohíbe la Ley, así de simple, y por eso se impone la mentada veda electoral.
Pues al Presidente simplemente le vale. Presume logros y habla de política partidista y pues el INE reacciona y le “ordena” eliminar o modificar publicaciones, y se refieren a las mañaneras, en las que pondera la entrega de apoyos en Guerrero, Chiapas y Oaxaca. Al Presidente pues no le gusta “la sanción” impuesta por el INE, y lanza descalificaciones, acusaciones y sentencia que nadie le puede impedir hablarle a su pueblo bueno y sabio. Dice, y cito: “mi derecho a manifestarme está por encima de todas las normas”.
Y en forma paralela los dirigentes de Morena se van a la yugular de los consejeros, especialmente del presidente, Lorenzo Córdova, que “castiga en forma antidemocrática y sectaria” a los candidatos y precandidatos que no rindieron cuentas, pero eso sí, “son los que el pueblo quiere que gobiernen”. Sí, en Morena es indispensable que sean ciertos personajes los que lleguen al poder, aunque estos sean francamente impresentables, como Félix Salgado Macedonio.
Los consejeros aludidos responden que en su oportunidad -y habría que recordar que Morena y sus satélites tienen mayoría en San Lázaro-, por qué no cambiaron la Ley, si creían que no rendir cuentas era una falta que no merecía una consecuencia tan grave, como el retirarles la candidatura.
Pues sí, si no les gusta la Ley, pues cámbienla a su antojo, pero en vía de mientras resulta un espectáculo verdaderamente deplorable que lancen acusaciones, descalificaciones e incluso insultos a quienes están obligados a hacer valer el orden jurídico vigente.
Con tantos problemas reales y urgentes es de lamentar el espectáculo en que se ha convertido el quehacer político en las más altas esferas, propio de un país bananero y eso es precisamente lo que parece que ahora somos, un país en donde las leyes se pueden violar de manera pública y hasta por nuestras máximas autoridades.