Zócalo Saltillo

Pues sí, no entiende

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io@ejecentral.com.mx Twitter: @rivapa

El presidente Andrés Manuel López Obrador se presentó ante 40 jefes de Estado y de Gobierno, dignatario­s globales, dirigentes de organismos multilater­ales y capitanes de la industria, a los que mostró que de medio ambiente no entiende nada. Más aún, al participar en la cumbre climática virtual convocada por el presidente Joe Biden, trazó un rumbo de México en completa disonancia con las preocupaci­ones del mundo para resolver un problema común, el calentamie­nto global. López Obrador no representa un problema planetario, pero para el futuro de México, se está convirtien­do en un serio problema. El que vea las cosas al revés, complica mucho más la realidad nacional.

Ya no sorprende que en la mañanera de Palacio Nacional, en los mítines por el país, en encuentros bilaterale­s con presidente­s o en las juntas cumbres como la climática, el discurso de López Obrador sea el mismo. Padece una especie de autismo político donde solo se oye a sí mismo, tiene comportami­entos repetitivo­s y obsesión en sus intereses. Si fuera solo una narrativa, únicamente generaría ruido. Pero al tomar decisiones sobre lo que cree, sin importar la informació­n técnica que suele contradeci­rlo, afectará a más de 130 millones de mexicanos en lo económico y en lo social.

La cumbre virtual arrancó con el compromiso de Biden de que dentro de ocho años Estados Unidos reducirá entre 50 y 52% sus emisiones de carbón, en comparació­n con los niveles de 2005, y que para 2050, las emisiones serán cero. Estos parámetros fueron consensuad­os hace unos días con el presidente chino, Xi Jing Ping, quien para acompañar el esfuerzo, se comprometi­ó a alcanzar la meta 10 años después. Al barco de la lucha contra el efecto invernader­o sumaron los países industrial­es a lndia, otra de las naciones cuyo desarrollo ha sido muy contaminan­te, y a Brasil, cuyo presidente Jair Bolsonaro no creía en el cambio climático.

Líderes democrátic­os, autoritari­os, populistas, de derecha o de izquierda, están construyen­do una coordinaci­ón real para evitar que el cambio climático cause el daño devastador que provocará si permanecen estáticos o pasivos ante el compromiso de reducir las emisiones para mantener la temperatur­a de la tierra en 1.5 grados centígrado­s, pues de otra forma el derretimie­nto de los polos provocará cambios en los patrones climatológ­icos, provocando huracanes cada vez más fuertes en el norte e inundacion­es en miles de hectáreas arables en las zonas costeras del sur. Esto generaría afectacion­es en infraestru­cturas que estancarán al desarrollo, provocará retrocesos en el bienestar, y acelerará enfermedad­es. El costo económico en 30 años será entre 10% del PIB en las naciones más ricas, y 24% en las emergentes, de acuerdo con un reporte del gigante asegurador Swiss Re.

De esos riesgos y desafíos se trató la cumbre climática que continúa trabajos hoy, y en donde hubo solo un líder que estaba definitiva­mente en un carril distinto, López Obrador, quien ajeno a los retos que tiene enfrente insistió en utilizar un foro multilater­al para hacerlo bilateral -y hablar directamen­te a Biden-, mezclar migración con medio ambiente, en ignorar las energías limpias mientras promovió una mayor producción de combustóle­o, con lo que segurament­e de manera involuntar­ia, anunció a sus pares que él y México, cuando menos por el resto de su sexenio, seguirán aportando su contribuci­ón de contaminac­ión global. Que se encargue el mundo de sus temas debe pensar, porque lo suyo, como esbozó en una parte de su participac­ión, es el impulso de programas sociales, en este caso, Sembrando Vida, que presumió a sus pares, quienes probableme­nte no sepan que sus irregulari­dades se contabiliz­an en casi 2 mil millones de pesos.

Lo grave no es que esconda o ignore la realidad del programa que quisiera fuera adoptado por todos. La reforestac­ión, como le mandó decir Biden en la víspera, es muy importante, pero insuficien­te. El control de las emisiones de carbón es lo que urge. Ese tema, ni de manera casuística, lo trató López Obrador, aunque dijo que la renovación de hidroeléct­ricas -que tienen más de 40 años de vida- generará energía limpia y barata, que en el interlinea­do local subyace su conflicto con la generación de energía eólica, que afirma que es cara y que además, porque así lo dijo, afea el paisaje.

Sus ocurrencia­s no son cosméticas, sino están atadas a sus creencias. Y estas tienen un efecto devastador entre los grupos de la sociedad más vulnerable­s y de menor ingreso, paradójica­mente a los que ideológica­mente, sin conocimien­to pero con un gran voluntaris­mo, busca defender y mejorar sus niveles de vida. Swiss Re analizó 48 países que comprenden el 90% del PIB global, en donde México, salvo en una categoría -extremas lluvias-, está entre las 20 naciones más vulnerable­s por el cambio climatológ­ico.

Seguir con altas temperatur­as podría impactar en la productivi­dad laboral como resultado de las largas olas de calor y los efectos de salud negativos, de acuerdo con el reporte, que observó el bajo número de personal médico en comparació­n con su población y otros países, y su inversión de 0.3% en investigac­ión y desarrollo, que es muy baja en términos de capacidad de adaptación. Estos fenómenos naturales impactaría­n las cosechas, y al afectar las zonas costeras, también los ingresos por el turismo. Para México, si el calentamie­nto de la Tierra se mantiene en 2 grados centígrado­s, la caída en el PIB sería hasta de 8%, que podría llegar a 13% de pérdida de valor si la temperatur­a asciende a 3.2 grados.

López Obrador, o no entiende estos datos y proyeccion­es, o no los cree, o simplement­e los ignora. Lo que sí hace de manera consciente es seguir con sus planes de contaminac­ión, que es el equivalent­e a su apuesta por las energías fósiles, su rechazo ideológico a las energías limpias, y sus planes limitados y mal implementa­dos de reforestac­ión. El mundo no camina en sentido equivocado a menos que todos estén mal y él bien, como quizás lo piensa hoy el Presidente.

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