Son libros refugio en pandemia para todos
Hablan cuatro importantes autores mexicanos sobre su relación con la lectura
En 1648, el poeta español Francisco de Quevedo escribió su soneto Desde la Torre, en el que dice “Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos, y escucho con mis ojos a los muertos”. Esa estrofa, imaginada en un exilio autoimpuesto, cobra ahora, 300 años después, una relevancia mayor.
Aunque la cuarentena por Covid-19 que encerró a muchos comienza a ceder, es ahora cuando se pueden ver las secuelas que dejó en muchos. Una de ellas, quizá, un acercamiento mayor, o un primer acercamiento, hacia las bibliotecas personales. Espacios que, como el de Quevedo, dieron un remanso de tranquilidad durante el convulso 2020 y que guardan títulos que se celebran hoy, el Día Internacional del Libro.
Así, para Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976), las primeras semanas de la pandemia fueron una cuerda atada al cuello, ya que “fueron complicadas como lector porque me costaba mucho concentrarme en algo que no fuera seguir las noticias obsesivamente, pero también como escritor al no poder concentrarme en otro tema que no fuera la pandemia”, a pesar de ello y conforme pasó el tiempo, llegó “una especie de hartazgo de las noticias, la inforrea que nos dan los medios de lectura digitales. Pero algo me pasó y es que he comenzado a leer más en el kindle. Creo que muchas personas se hubieran vuelto locas si no hubieran tenido un medio para leer o, ahora, para ver películas y series, en ese sentido creo que el libro digital ha recuperado, nuevamente, el espacio de entretenimiento doméstico que había perdido desde hace mucho”, apuntó el escritor de Olinka.
Oportunidades
Esa transición del libro físico al virtual es uno de los efectos secundarios que dejó el Covid-19, ya que cerró todas las librerías del país, así como canceló eventos editoriales como presentaciones y, sobre todo, ferias del libro. En cambio, la venta de libros digitales se disparó, y se
zgún cifras del Inegi, los lectores de soportes virtuales aumentaron un 21.5 por ciento.
Ese cese de actividad comercial, abrió también puertas para otro tipo de mercado para el libro, uno que no recurriera a las grandes cadenas sino que “pasara de la editorial directo al lector”, como apuntó la investigadora Liliana Pedroza (Chihuahua, 1976), quien el año pasado lanzó la inmensa antología A Golpe de Linterna, publicada por la editorial independiente Atrasalante.
Para ella “la pandemia nos ha obligado a reformular no solo cómo se hacen los libros, sino cómo llegan a los lectores. A Golpe de Pandemia fue un proyecto que salió en preventa buscando a los lectores y poniendo el trabajo de gratis hasta que recibiéramos lo ganado”. Y esa búsqueda rindió sus frutos, pues agrega que la cuarentena dejó un hueco inmenso en cuanto a novedades editoriales, lo cual permitió que libros como su antología tuvieran una vista mayor ante el público lector.
“Creo que Iván Trejo (fallecido director de Atrasalante) y yo, vimos una oportunidad en este panorama tan incierto del 2020, porque muchas editoriales habían parado su producción. Entonces la oferta no iba a ser tan amplia como en otros años, y era la oportunidad de la antología y ha tenido una buena aceptación. Vimos que este año, con poca oferta cultural, había un sector ávido de productos, porque como no podíamos salir a la calle, mucha gente se refugió en la lectura y eso ha sido un punto a favor”, explicó la también autora de Historia Secreta del Cuento Mexicano.
Descanso
Una experiencia distinta, en cambio, ha tenido Élmer Mendoza (Culiacán, 1949). A quien sus “60 años de lector” le han enseñado algo: “a tener siempre un pie en el mundo real y otro en el mundo de la ficción”. Para el creador del detective Édgar “el Zurdo” Mendieta, “lo que pasó es que pude concentrarme más en mis lecturas: todo se paró y pude estar más en casa, leer y, si un libro no me gustaba, dejarlo”.
Mendoza, quien acaba de publicar su nueva novela Ella Entró por la Ventana del Baño (Alfaguara), este tiempo le ha permitido regresar a la poesía, pero también a compartir un momento íntimo con su esposa pero también de disfrute personal.
“Estas lecturas que he tenido ahora, me han dejado tranquilo porque no tengo ningún compromiso. He vuelto a tirarme a la cama y pasar páginas, muy rico nada más”, comentó.
Pero el conocido autor de género policiaco es también un incansable promotor y difusor de la lectura. Esto a través de su columna periodística, con conferencias, pero también de actividades presenciales que debieron detenerse. Para él, este momento, “los promotores de lectura en México tenemos que ayudar, no solo a los jóvenes, sino también a los adultos. Porque es un país que no ha terminado de nacer como lector, y estos 40 años de ser promotor ha sido una labor muy ardua y difícil”, explicó el autor de Plata Quemada.
Escape, sobrevivencia
Para Ortuño, quien acaba de publicar de forma digital Esbirros (Páginas de Espuma) en e-book, la pandemia dejó un espacio para que “el libro ofreciera una especie de burbuja en la que no tienes que estar leyendo noticias o notificaciones, sino solo enfrascarte en una historia que sirve como un santuario”.
Y esa idea es también la que predomina en Alberto Chimal (Toluca, 1970). Escritor de fantasía y ciencia ficción para quien “la cuarentena fue una incertidumbre en la que, como simple lector, los libros sí fueron de mucha ayuda, sobre todo en los momentos más difíciles”.
Para Chimal, quien escribió la fantasía postapocalíptica La Zona M, y quien es lector de libros como Soy Leyenda de Richard Mathesson, hay algo en los libros de imaginación que sirven como “un medio de supervivencia”. Esto se ejemplifica con una investigación que la Universidad de Chicago hizo hace un par de semanas, en la que demostró que los espectadores de cine de terror o de invasiones alienígenas, presentaban menos ansiedad y estrés en la pandemia.
“Estas historias sí sirven para enfrentar con menos violencia un acontecimiento tan grave y extraordinario como una pandemia, pero eso no es solamente porque haya obras que traten de pandemias, zombis o vampiros. Tampoco es que simplemente el valor de esas historias esté en la distracción del cerebro, sino porque la imaginación nos ofrece, como seres humanos, la posibilidad de imaginar salidas para nuestras circunstancias”, así los libros sirven, “para mirar más allá del momento presente, para interrogarnos de otra forma el cómo vivimos y cómo podemos vivir; inventar soluciones nuevas a problemas nuevos, a situaciones cambiantes”.