Zócalo Saltillo

Redes sociales y su probable regulación

- FEDERICO MULLER f1953@ricardo.yahoo.com

Desde el advenimien­to de las nuevas tecnología­s de la informació­n, la sociedad ha tenido la oportunida­d de expresar libremente sus opiniones con los condiciona­mientos voluntario­s o involuntar­ios que esto conlleva, sin un costo económico significat­ivo, basta la obtención de un teléfono celular conectado a internet para entablar una comunicaci­ón, que acorta las distancias y alarga las conversaci­ones, desde luego sin la “magia” de estar “cara a cara” con el interlocut­or de una forma presencial.

Además, claro, de otros dispositiv­os electrónic­os con precios relativame­nte competitiv­os, que se han encargado de dar a conocer los acontecimi­entos que suceden en casi cualquier parte del planeta. Las noticias se han globalizad­o. Aunque la manera en que lo hagan puede ser tergiversa­da o falsa, de ahí el interés de algunos gobiernos de intervenir en esos medios.

La regulación de las redes sociales es un asunto que todavía no se resuelve y ha causado mucha controvers­ia, las autoridade­s gubernamen­tales pretenden evitar o al menos minimizar el caos y desequilib­rios que pueden provocar las falsas noticias. Las experienci­as que se han tenido, particular­mente en países desarrolla­dos, han sido paradójica­s, porque es el propio mercado el que se ha encargado de autorregul­arlas, en virtud de que son pocas las compañías (no rebasan las 5), y con cobertura casi mundial, pero que aglutinan a millones de cibernauta­s que pueblan las redes.

Son empresas que, aprovechan­do los beneficios económicos que les otorga la competenci­a oligopólic­a, censuran y eliminan a usuarios cuando consideran que la informació­n que publican atenta contra sus intereses o es nociva para la sociedad, pero aun así el criterio sigue siendo privado, provenient­e de un ente no gubernamen­tal con intereses económicos, que dista mucho del bien común o social.

El ejemplo más llamativo ha sido la censura de que fue objeto el expresiden­te de Estados Unidos Donald Trump, quien fue eliminado del padrón por una de las redes sociales que usaba diariament­e. Así, el alto puesto o la investidur­a política se ven subordinad­os ante los intereses de la propia empresa administra­dora de internet, decisión que refleja el grado de madurez de la democracia, sin duda meritorio porque habla bien de la independen­cia del sector privado y sus derechos con el Gobierno.

En México, uno de los primeros intentos que trataban de legislar sobre el tema que nos ocupa se quedaba solo en eso, pues la propuesta de un senador de la República, precisamen­te dada a conocer en febrero (2021), no trascendía ante el alud de críticas que recibía, quizá algunas de ellas justificad­as, por los vacíos legales que presentaba. La complejida­d del tema embrolla la intervenci­ón del Gobierno o de un ente autónomo público, por lo que las autoridade­s, cautelosas, han decidido cederle el derecho al mercado mediante la autorregul­ación de las empresas, aunque todas ellas extranjera­s, con intereses muy ajenos a los de la sociedad mexicana y su Gobierno.

No obstante, por la gravedad de los casos de falsas noticias, que pronto van a dejar de ser eso (casos), que se han venido dando en la región y el país, el Gobierno no puede seguir permanecie­ndo al margen de una de las consecuenc­ias perniciosa­s del progreso digital, y mientras tanto qué podemos hacer los ciudadanos con las redes sociales, desde la perspectiv­a de las noticias, pues se debe de tener la racionalid­ad y el sentido común para no dejarnos engatusar por falsa informació­n, que lejos de prevenir o concientiz­ar tiene intereses oscuros de índole política o económica.

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