La tómbola: todos pierden
Más allá de los nombres, del número de posiciones de poder que están en juego y que se decidirán en las urnas el domingo 6 de junio; y aun de las filias o fobias político-partidistas, México enfrenta una suerte de encrucijada en la que cualquier camino resulta igualmente complicado, incluso riesgoso.
Sin ánimo de simplificar lo que de suyo es complejo, con muchas aristas, en su esencia y por lo que se refiere a la renovación del Poder Legislativo, hay dos grandes posibilidades: que Morena, y por lo tanto el Presidente, mantenga la mayoría y que gracias a ello pueda seguir avanzando, tal y como hoy lo hace, en eso de transformar al país, o que los partidos de oposición le arrebaten esa mayoría y eventualmente se conviertan en un contrapeso al poder del Ejecutivo.
En una lectura lineal, en ambos escenarios los ciudadanos perdemos. Si Morena conserva la mayoría, tendremos a un instrumento del Presidente para imponer su peculiar visión de las cosas, a su ritmo y con sus modos. Tendríamos tres años más de una plataforma argumentativa que parece agotarse, un día sí y el otro también, en la descalificación a priori del que vea las cosas en forma distinta.
Si Morena pierde la mayoría, tendremos a un presidente que arremeterá con mayor violencia contra el INE, rechazará, al menos en el discurso, lo que seguramente calificará de un fraude orquestado por la mafia del poder y, como ya advirtió, ejercerá su poder de veto para intentar, eso sí, en un escenario más complicado, seguir haciendo lo que ha hecho estos dos años.
La ventana de riesgo en muy grande, de una mayor polarización política y social, sin ninguna posibilidad para los consensos y la negociación, con muchos más episodios de confrontación y con la escena pública ya totalmente hundida en el circo de los dimes y diretes, en la más baja y vulgar expresión en la que la política puede caer.
Sí, más allá de las filias y fobias partidistas, y sin ánimo de simplificar, México enfrenta una encrucijada en la que cualquier camino es igual de riesgoso, ya sea la apuesta por aquellos a los que hoy les queda grande el título de oposición y que por lo mismo no son garantía de que lleguen a representar un contrapeso efectivo, o a seguir exactamente por la misma senda de estos poco más de dos años… y esa es hoy la gran tragedia mexicana.