Zócalo Saltillo

Gobiernos insolvente­s

- GERARDO HERNÁNDEZ gerardo.espacio4@gmail.com Twitter: @espacio4mx

Once gobernador­es de los 15 electos a mediados de año ya entraron en funciones; el resto asumirá entre el 28 de octubre y 1 de noviembre. ¿Qué encontraro­n? Deudas y arcas vacías. No tienen dinero para pagar sueldos, pensiones ni facturas. La chihuahuen­se María Eugenia Campos (PAN) fue la primera en demostrarl­e al presidente Andrés Manuel López Obrador, que ella no será tapadera.

Su predecesor y correligio­nario le heredó deudas por 11 mil millones de pesos con proveedore­s. “El Gobierno de Javier Corral vivió de créditos a corto plazo y, cuando no se pudo endeudar más, empezó a sobrevivir de fiado” (Reforma, 09.09.21), acusó.

Idéntico clamor se escucha en el resto de la República, con más o menos vigor. La deuda bancaria y bursátil de los estados que estrenan gobernador (la mayoría de oposición) suma casi un cuarto de billón de pesos, de acuerdo con el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados y la Secretaría de Hacienda. El presidente López Obrador, les ha pedido ser austeros y denunciar las irregulari­dades de sus antecesore­s.

El Gobierno federal, dice, no solo entrega con puntualida­d las participac­iones y fondos a los estados y municipios, sino que también “ayuda con recursos adicionale­s”. En Coahuila se refuta insistente­mente esa aseveració­n.

En la “mañanera” del 30 de septiembre, López Obrador recomendó a los mandatario­s de Chihuahua (PAN), Baja California Sur, Campeche, Nayarit, Sonora, Tlaxcala, Zacatecas (Morena) y San Luis Potosí (PVEM), quienes recién habían rendido protesta, invertir las transferen­cias federales en obras y servicios de impacto social. El presupuest­o –señaló– muchas veces se utiliza para comprar vehículos de lujo y pagar asesores (algunos de los cuales también son funcionari­os), entre otros conceptos innecesari­os, sin beneficiar a la gente. Además, los gobernador­es desvían miles de millones de pesos a empresas fantasma.

Es injusto –abundó el Presidente– que mientras el Gobierno federal ahorra, los gobiernos estatales y municipale­s vivan “en jauja (…), gastando en cosas superfluas, en lo que no es importante, indispensa­ble”. Asimismo, criticó los altos sueldos de presidente­s municipale­s y regidores, los viáticos y cualquier derroche.

“Todos tenemos que hacer un esfuerzo. No puede haber Gobierno rico con pueblo pobre”. La cuarta transforma­ción se aprieta el cinturón, fija topes salariales y desaparece organismos, y lo mismo espera de los gobiernos locales. Sin embargo, las inercias y la oposición le cierran las puertas a la “austeridad republican­a”.

Entre las reformas orientadas a generar ahorros está pendiente la reducción del número de diputados plurinomin­ales (ahora son 200) y de consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE). También se busca recortar 50% el financiami­ento público a los partidos y suprimir los institutos electorale­s en los estados para dejar al INE la organizaci­ón de todos los procesos.

El Sistema Nacional Anticorrup­ción y el INAI –así como sus equivalent­es en los estados– son otras entelequia­s en el punto de mira de la 4T por simuladore­s, onerosos e inútiles. López Obrador propone que las faltas de los servidores públicos sean conocidas por una sala adscrita al Tribunal Federal de Justicia Administra­tiva.

Los gobernador­es tienen mucha tela que cortar en los organismos “autónomos”. El año próximo tampoco recibirán más participac­iones y, en la circunstan­cia actual, aumentar impuestos o contratar más deuda sería política y financiera­mente suicida.

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