Zócalo Saltillo

Recrean la grandeza de Arrakis en el cine

Ofrece Villeneuve una aclamada adaptación de la novela de Frank Herbert

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Vasto como el desierto de Arrakis, el universo creado por Frank Herbert en su novela Duna rebosa de ideas filosófica­s, religiosas, políticas, ecológicas, y una profunda crítica al liderazgo de los supuestos mesías.

Los sueños de arena de Duna ya antes trascendie­ron el papel y llegaron a la pantalla, pero con la nueva película de Dennis Villeneuve, que llega hoy a México, precedida del visto bueno de la crítica, resta esperar la respuesta de la audiencia.

Si los números son buenos, hay todavía mucha historia por contar.

En esta nueva adaptación, que muchos consideran el espectácul­o visual del año, el elenco lo conforman Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Josh Brolin, Jason Momoa, Stellan Skarsgård, Zendaya y Oscar Isaac, entre otros actores.

“Si Frank Herbert estuviera vivo, le pediría permiso de hacer Duna”, externa Villeneuve.

Adaptar la aclamada novela de ciencia ficción fue, para el realizador (La Llegada, Blade Runner 2049), una experienci­a casi religiosa. Y siendo honesto, habría preferido contar para ello con la venia del padre del desértico Arrakis.

Al igual que millones de lectores, la mente adolescent­e de Villeneuve se obsesionó con el calor brutal del planeta descrito por Herbert en 1965. Se asombró con los colosales gusanos de arena, sufrió con el oprimido pueblo fremen y su anhelo por agua, y vibró con las intrigas intestinas de un imperio galáctico miles de años en el futuro.

Su devoción contrasta con lo que dijo Alejandro Jodorowsky sobre su febril intento en los 70 de filmar el libro, sin mucha fidelidad. “Estaba violando a Frank Herbert”, se le escucha en el documental Jodorowsky’s Dune.

“Los herederos de Herbert, los guardianes de su visión, colaboraro­n conmigo”, replica Villeneuve en un encuentro virtual con medios.

“Era para ellos importante que yo respetara las reglas del mundo establecid­o por Frank. Pero yo iba a respetar la obra, de cualquier manera”, subraya.

Realizada con 160 millones de dólares en foros de Hungría y el desierto de Jordania y Abu Dhabi, lejos de su espectacul­aridad, no es un blockbuste­r típico.

De dos horas y media de duración, tiene un ritmo contemplat­ivo, introspect­ivo y sosegado.

El realizador usó solo lo necesario las pantallas verdes para efectos digitales, y se regodeó en la contundenc­ia inmersiva del minimalism­o. Cine autoral... a gran escala.

“Al tratarse de Denis, Duna se sentía por momentos como una película de arte, y por otros, como El Señor de los Anillos”, dice Chalamet, quien encarna a Paul Atreides, el protagonis­ta de la historia.

“Denis se acercaba y nos pedía ideas, nos dejaba experiment­ar, sin la presión del tiempo o del dinero. Solo por el arte, buscando una interpreta­ción genuina”, completa Bardem, quien da vida a Stilgar, un líder de los fremen.

Inspiració­n para obras como Star Wars y Game of Thro

nes, Duna no presenta batallas de naves espaciales ni acción a raudales. Lo suyo son personajes atribulado­s por el honor, la traición y el destino.

Por orden imperial, los tiránicos Harkkonen ceden a los Atreides la custodia de Arrakis, el único planeta con “melange”, base de la economía galáctica. Aunque sospecha que el regalo está envenenado, Leto Atreides (Isaac) acepta. El fin de su Casa se avecina.

Su hijo, Paul, y su concubina, Jessica (Ferguson), miembro de la orden Bene Gesserit, harán una peligrosa travesía por el hostil desierto cuando se desate un baño de sangre. Visiones indican que el joven podría ser el mesías que ayudará a la emancipaci­ón fremen.

Suerte de Lawrence de Arabia galáctico, Paul es, además, la posible culminació­n de un anti

quísimo plan de manipulaci­ón genética que busca la iluminació­n. Los simbolismo­s y mensajes de Duna son innumerabl­es.

“Es una historia escrita por un tipo que fumó mucha mariguana, viajó mucho con LSD y leyó a Maquiavelo”, describe Stellan Skarsgard, intérprete del brutal Barón Harkkonnen, el antagonist­a.

“Habla sobre religión, sobre paternidad y maternidad, sobre ser hijo, sobre el amor, la política, el colonialis­mo y cómo dependemos de la naturaleza, pero la destruimos. Todo es relevante hoy”.

Villeneuve era tan joven como Paul cuando vio la primera adaptación: la criticada versión de David Lynch, de 1984. Con su Duna, está satisfecho. Hizo lo que su corazón le pedía.

“El libro es una obra maestra. La única manera de lidiar con él es mantenerte fiel a su espíritu. Cuando permaneces en la fuente, es más fácil no equivocart­e”, opina.

Una mente brillante

Admirador de H.G. Wells y Edgar Rice Burroughs, Frank Herbert fue fotógrafo del Ejército de EU en la Segunda Guerra Mundial. Tras ello, se dedicó al periodismo y a la literatura.

Escribió Dune en seis años y la publicó, dividida (1963 y 1965), en revistas. Diversas editoriale­s le cerraron las puertas, hasta que, en 1965, Chilton, sello conocido por sus manuales de reparación de autos, apostó por ella. El multipremi­ado libro ha vendido más de 20 millones de copias.

Entre sus creaciones fuera de Duna más renombrada­s se encuentran The White Plague y The Dosadi Experiment.

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Timothée Chalamet encabeza el notable elenco del épico filme que se estrena hoy en cines mexicanos.

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