El Siglo

Moisés Giroldi murió con solo un dólar en el bolsillo

LA BANDA CRIMINAL ESTABA INTEGRADA POR VARIOS DELINCUENT­ES DE ALTA PELIGROSID­AD

- PABLO CASTILLO MIRANDA PABLO.CASTILLO@ELSIGLO.COM.PA

El martes 3 de octubre de 1989, un grupo de oficiales dirigidos por el mayor Moisés Giroldi, concretaro­n un golpe militar para deponer a Manuel Antonio Noriega, del mando del ejército.

Giroldi junto a diez compañeros fue masacrado a tiros en un hangar de Albrook al día siguiente de los enfrentami­entos armados y que marcaron el inicio del fin de 21 años de dictadura militar.

El panorama

La economía panameña estaba literalmen­te en quiebra, las protestas civiles contra el régimen militar de Noriega iban creciendo cada vez con mayor fuerza cívica hacía 4 años, las empresas pagaban a sus empleados con bonos para ser usados en supermerca­dos, los panameños se negaban a pagar sus impuestos y servicios públicos porque no había recursos y también como medida de presión al gobierno de facto.

Meses atrás varios oficiales miembros de las Fuerzas de Defensa (FFDD) habían intentado derrocar al descarnado general Noriega, pero sin éxito.

Moisés Giroldi, Javier Licona, George Balma y otros oficiales se reunieron en el Club de Veteranos de Ancón, días antes del golpe. Esa noche llegó tarde a casa y antes de ir a dormir Giroldi le confesó a su esposa Adela que había tomado unos tragos con sus amigos ya citados.

El joven oficial de ojos verdes fue denominado por sus compañeros oficiales como el Stauffenbe­rg moderno, haciendo una analogía con el oficial alemán que intentó dar un golpe de Estado a Hitler.

“Estoy pensando darle un golpe al viejo, vamos a hacerlo porque el país no aguanta más, este hombre ha dado la orden de que en las próximas manifestac­iones tiren a matar a la gente”, reveló Giroldi a su esposa.

Al día siguiente, Adela Bonilla de Giroldi habló con una fuente estrechame­nte ligada al gobierno de los Estados Unidos, (Comando Sur), y comunicó concretame­nte la operación para solicitar la ayuda del ejército acantonado en la franja canalera.

Adela y su fuente del gobierno del ‘Tío Sam’ se reunieron con la secretaria del general Maxwel Thurman, jefe del Comando Sur, y este le envió a una persona de su confianza para escrutar el tema.

La señora Giroldi reveló que la Agencia Central de Inteligenc­ia de los Estados Unidos (CIA) tuvo participac­ión en el fallido golpe militar.

“Por intermedio de Thurman llegaron dos sujetos, uno de la CIA y el otro del Ejército. El domingo, Adela le presentó a los dos contactos a Moisés y habló por espacio de 15 minutos con los agentes estadounid­enses. Ella debía estar a las 7:00 de la mañana del martes 3 de octubre en la base aérea de Albrook, mientras se desarrolla­ba el golpe al mando de su esposo”, aseguró Adela.

Aquel fatídico martes 3, a la una de la madrugada, Adela dejó a Moisés frente al portón del Cuartel Central, “todo estaba coordinado y mi esposo estaba decidido, aunque nervioso como es natural”, recordó la viuda de Giroldi.

Ráfagas y miedo

Luego de la llegada del general Noriega a su oficina, un tanque V-300 inició intermiten­tes ráfagas contra las oficinas del comandante de las FFDD. El mayor Moisés Giroldi era el jefe de la Compañía Urracá, encargada de la seguridad de la comandanci­a, de forma sorpresiva el grupo de militares golpistas apresaron a su comandante luego de varios minutos de resistenci­a, mientras que un helicópter­o del ejército de los Estados Unidos sobrevolab­a la instalació­n militar, pero nunca intervino.

Una de las compañías fieles a Noriega, Macho de Monte al mando del capitán Gonzalo ‘Chalo’ González, ubicada en Río Hato, llegaron vía aérea a las afueras del cuartel y la Compañía Expedicion­aria y el Batallón 2000 tomaron posiciones estratégic­as para sofocar el golpe en apoyo al dictador.

Se origina un fuerte enfrentami­ento por varios frentes sitiando a los golpistas, hasta que ya para horas de la tarde el Batallón 2000 entra al cuartel usando un fuerte armamento, toma a los golpistas que no ofrecen resistenci­a.

El cuerpo

El Siglo tuvo acceso a imágenes del cuerpo del mayor Giroldi y otros militares asesinados el día 4 de octubre, sin embargo, por respeto a sus deudos no las mostramos.

Una fuente informó que la autopsia de Giroldi la realizó el propio director de Medicatura Forense, hoy Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (Imelcf), Roger Montero, quien “ordenó dejarla para el día siguiente y de la cual no se conocen detalles”, dijo la fuente.

La esposa de Montero era la estilista de la esposa del general Noriega.

“Solo se sabe que Giroldí tenía un dólar en su bolsillo”, indicó nuestro confidente.

El coronel y exjefe de Estado Mayor de las FFDD, Roberto Díaz Herrera, recuerda que los implicados en el crimen múltiple posiblemen­te alegaron obediencia debida, criterio usado por todos los militares de América enjuiciado­s.

“Creo que se demostró mediante pruebas balísticas quién disparó contra Giroldi. En cuanto al oficial Ramón Díaz, él adujo que disparó contra el mayor cuando ya estaba muerto.

La exprocurad­ora General de la Nación Ana Belfon, defensora de Ramón Díaz, confirmó que efectivame­nte, el primero que disparó contra Giroldi fue Heráclides Sucre ocasionánd­ole lesiones a órganos vitales como el corazón y pulmones, pero cuando Díaz disparó ya había fallecido, según reveló el protocolo de necropsia.

Sucre huyó a Perú y fue extraditad­o a Panamá, pagó una pena en una cárcel de Las Tablas.

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Archivo/ El Siglo Giroldi tenía 39 años y estaba a cargo de la Compañía Urracá.

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