Un pueblo sin cultura es un pueblo doblegado
Panamá es conocido por el incremento de precio de medicamentos y utensilios médicos. Gobierno tras gobierno vienen permitiéndolo. No hay forma que la autoridad impere y defienda a la población.
Las instituciones de salud están atadas a la compra de medicamentos a trogloditas que, panameños o no, suenan 2, 3 y 30 veces más sus cajas registradoras por el sobreprecio, con relación a otros países. Falta de autoridad o “permisibilidad”.
La “permisibildad” puede darse producto del protectorado (por el aporte a campañas políticas) o “sobres bajo la mesa”. La falta de autoridad, porque el panameño bota el voto. Elige incapaces o quienes van al gobierno con el ánimo de enriquecerse, no de hacer justicia y mucho menos social.
Nacimos en una época de pensantes y hemos permitido que nuestras generaciones se conviertan en parásitos del sistema clientelista, razón por la cual el COVID va a destruirnos sin compasión. Así lo determinan quienes insisten en disminuir la población mundial en un 80%.
Hemos expresado en artículos anteriores que el valor de los medicamentos en otros países (España, Colombia, etc.), difieren a los abultados precios de Panamá. Los gobiernos siempre mantienen la vista en las elecciones venideras, mientras más panameños mueren diariamente.
Medicamentos como amoxicilina, atorbastatina, azitromicina, aprovel y muchas más, mantienen precios superiores al 200% y 500% (lo cual no sólo es un abuso y descarado enriquecimiento a costillas de un pueblo enfermo), sino, una situación que vienen permitiendo todos los gobiernos). ¿Es acaso la vacuna la solución, cuando hay medicamentos baratos que permiten el fortalecimiento del sistema inmunológico? ¿Qué de la ivermectina?
La Asamblea es responsable de hacer leyes que permitan al gobierno importar medicamentos directamente de fábricas o empresas desde el exterior, para comprarlos al menudeo a precio accesible, como se adquieren en Colombia u otros países, pero aramos en el mar. Un pueblo sin cultura es un pueblo doblegado. Dios te salve, Panamá.
ECONOMISTA, EDUCADOR, HUMANISTA.