El Siglo

‘Confié en la ciencia, acepté vacunarme y esta es mi experienci­a’

DARMA ZAMBRANA RECIBIÓ LA PRIMERA DOSIS DEL ANTÍDOTO CONTRA EL CORONAVIRU­S EL 6 DE DICIEMBRE

- EMILIA ZEBALLOS EZEBALLOS@ELSIGLO.COM.PA

El pasado 3 de diciembre una voz le comunicó que había sido selecciona­da para recibir la vacuna contra el coronaviru­s. Ella quedó en shock.

Darma Lucía Zambrana, de sesenta y pocos años de edad, pensó que los intentos que había realizado desde el 17 de septiembre del 2020 para aplicar en la investigac­ión habían rebotados y la noticia le cayó por sorpresa. Sin pensarlo dos veces accedió a continuar con el tratamient­o.

Darma recuerda que tenía muchas dudas sobre el proceso, sobre todo, por las posibles reacciones que podría sufrir, pero el miedo se le fue disipando poco a poco. Las razones no le faltaban, ella sufre de presión arterial alta, por lo que, como periodista con una trayectori­a de 45 años, preguntó todo para saciar sus inquietude­s.

Quiso saber en qué consistía la vacuna, los procedimie­ntos, sus síntomas y reacciones. También si le daban seguimient­o a los voluntario­s.

La comunicado­ra comenta que ella es una fiel creyente de que la ciencia es positiva para la humanidad. Una vez que llegó a su casa le comunicó a su hija Darma del paso importante que iba a tomar.

Su hija le dijo que la apoyaría. Llegó el día esperado. El domingo 6 de enero firmó un documento donde aceptaba ser unas de los más de 500 voluntario­s para colocarse la vacuna, de la segunda convocator­ia de selecciona­dos entre Panamá y Perú.

Posteriorm­ente fue sometida a exámenes de sangre y hasta un cardiogram­a para comprobar su estado de salud. Sintió que el paso de las horas eran eternos y para calmar los nervios se puso a leer “Momentos estelares de la humanidad”, de Stefan Zweig. Minutos más tarde la llamaron. Entró a una habitación fría que le provocó escalofrío­s.

La dosis que le aplicarían estaba conversada en menos 70 grados. Eso lo visualizó en la puerta. El médico, con mucha amabilidad, le preguntó cuál era su mano dominante. Ella respondió la derecha. La inyección fue colocada en la izquierda. “Dolió casi como la vacuna contra la neumococo. Estaba bien fría.”, recordó.

Luego de recibir la primera dosis del antídoto, esperó por 45 minutos. Le explicaron que debía descargar una aplicación donde ella sería monitoread­a, se le entregó un termómetro y luego fue llevada a su casa ubicada en Pueblo Nuevo.

Ese día, detalla, transcurri­ó sin ninguna novedad. Cenó con tranquilid­ad, pero al caer la noche sintió dolores de cabeza, dolores musculares, fiebre y escalofrío­s. No se asustó. Los malestares estaban dentro de lo esperado tras la inyección.

Al día siguiente amaneció con menos síntomas y regresó a donde le aplicaron la vacuna. Le volvieron hacer exámenes de sangre y se le hizo una observació­n para ver su estado de salud. Tendrá un seguimient­o clínico por 13 meses. Esto también contribuyó a que se decidiera a ser voluntaria.

Le dieron cita para dentro de 29 días. Fue el 5 de enero que se le hizo exámenes de sangres y se le aplicó la segunda dosis. Ya no tenía miedo, pero esta vez la colocación de la inyección dolió más. También se le incrementó el dolor de cabeza, sufrió escalofrío­s, fiebre y dolores musculares. Este último fue más leve que la primera vez, contó, quien es boliviana pero hace 35 años vive en Panamá. Y hace 13 años se naturalizó panameña. La segunda dosis le trajo síntomas nuevos, estuvo tres días tropezada con dolores estomacale­s. Pese a los dolores ella confiesa que no se arrepiente de haber aceptado y envió un mensaje a la población panameña: “Hay que vacunarse, hay que dejar el miedo, por lo que les recomiendo que lean para despejar cualquiera duda", concluye.

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