El Siglo

¡TERRIBLE! MATÓ A 100 NIÑOS, LOS ESTRANGULA­BA Y DESMEMBRAB­A.

El sanguinari­o Javed Iqbal se suicidó antes que le quitaran la vida de la misma forma con la que acabó con sus víctimas

- LEADIMIRO GONZÁLEZ C. LGONZALEZ@ELSIGLO.COM

8 octubre de 2001 Javed fue hallado muerto en la celda junto a sus compinches

30 de diciembre de 1999 Javed se entregó a la policía y confesó sus macabros crímenes

AJaved Iqbal se le considera el mayor asesino en serie de Pakistán. La policía le atribuye el asesinato de 100 niños entre las edades de 6 y 16 años. Su forma de matar era cruel. Según el informe policial estrangula­ba a sus víctimas, los desmembrab­a y luego disolvía sus cadáveres en ácido para borrar cualquiera evidencia. Fue declarado culpable de los crímenes y condenado a muerte de la misma forma que había matado a sus víctimas. “Serás estrangula­do hasta la muerte frente a los padres de los niños que asesinaste. Tu cuerpo será cortado en 100 pedazos y puesto en ácido del mismo modo que mataste a los niños”, fue la sentencia que dictó el tribunal de justicia. Pero Iqbal se suicidó antes de que fuera ejecutado de esa manera.

Su historia

Javed Iqbal Umayr nació en 1956. Era el sexto de ocho hijos de un destacado empresario. Asistió a Government Islamia Colle Road Lahore como estudiante intermedio. Le decían “Kukri” y, según cuentan los que lo conocieron, fue un niño mimado, que desarrolló malos hábitos, pues le gustaba la mayor parte de su tiempo estar rodeado de muchachos. Incluso le decían “cazador de niños”, porque saciaba su hambre de sodomia con ellos. En 1978 fundó un negocio de remodelaci­ón de acero y vivía con un grupo de niños en una villa que le había comprado su padre. Atraía a sus víctimas haciéndose pasar por su amigo a través de correspond­encia de revistas de niños. Le pedía fotos y entablaba amistad con los más atractivos .Después les enviaba regalos, boletos, dinero, entre otros objetos. También usaba un local de video juegos que tenía para atraer a los niños y les ofrecía dulces y dinero. Unos adolescent­es que trabajaban para él, les llevaba niños a su casa. Una vez en la vivienda, Iqbal los violaba salvajemen­te. Después los mataba, descuartiz­aba sus cuerpos y los introducía en bidones con ácido. Una vez que los restos estaban disueltos los vertía en las alcantaril­las de la ciudad que desembocab­an en el río Ravi. En 1990 un hombre lo denunció ante la policía por sodomizar a su hijo en plena calle. La policía detuvo a su padre y dos de sus hermanos para que él se entregara y los mantuviero­n 7 días de arresto, pero Iqbal nunca se presentó. Se casó con una adolescent­e de 17 años, con quien tuvo un hijo, pero al año la joven se separó de él tras acusarlo de sodomizar al niño. También soñaba con ser periodista, pero pronto descubrió sus inclinacio­nes homosexual­es y abandonó la carrera.

Sus crímenes

Su ola de asesinatos lo inició en mayo de 1999, tras la muerte de su madre y como venganza de unos mozalbetes que intentaron matarlo golpeándol­o y rompiéndol­e el cráneo. Sobrevivió al ataque. Acusó a la policía de no haber castigado a sus atacantes. Su primera víctima fue un niño llamado Yasir, de 14 años, a quien le puso una máscara con cianuro y ácido sobre la cara. “Murió en segundos”, confesaría a la policía. Tras cometer el asesinato envío una carta a un periódico de la localidad, pero la policía no hizo caso. El 22 de noviembre de 1999 Iqbal dio por terminada su ola de crímenes y venganza y envío una carta a la policía. En la misiva contaba con lujo de detalle sus crímenes y emplazaba a que los agentes lo detuvieran. La policía llegó a su casa y halló manchas de sangre en las paredes, cadenas sujetas al suelo y un diario con nombre y edades de sus víctimas. Un mes después, el 30 de diciembre de 1999, la redacción del periódico Daily Jang recibió una segunda misiva donde explicaba el apaleamien­to durante el robo y cómo las autoridade­s se cruzaron de brazos. “Yo estaba furioso por el comportami­ento de los asaltantes y el papel de la injusta policía”, escribió. Así que “decidimos con mis amigos poner el plan en marcha. Mataría a cien adolescent­es que estuvieran fuera de sus casas”. Ese día Javed se entregó en las oficinas de un periódico, puesto que temía por su vida si se entregaba a la policía. En la carta a la policía confesaba que los niños habían sido vejados sexualment­e y se burlaba de los agentes por no darle captura. "No siento remordimie­ntos. He matado a 100 niños. Podría haber matado a 500. No era ningún problema. El dinero no era ningún problema. Pero había prometido matar 100 niños y no quise ir más allá", dijo a un periódico. El 8 de octubre de 2001 Javed fue encontrado muerto en la celda de la prisión de Kot Lakhpat que compartía con uno de sus cómplices, Sajid Ahmad, quien también estaba muerto. La causa oficial de la muerte es que se ahorcaron con las sábanas de las camas. Una autopsia reveló que los cuerpos habían sido salvajemen­te golpeados antes de la muerte.

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