El Siglo

El río Arno de Florencia, Italia: Sus secretos, ¿verdades o leyendas?

UN PASAJE SUBTERRÁNE­O ES UNA EXPERIENCI­A ÚNICA QUE TODOS PODRÍAMOS APRECIAR Y DE SEGURO DISFRUTAR

- CLARISSA UREÑA PERSIANI ESPECIAL PARA EL SIGLO

El miedo de haber hecho algo prohibido era tan grande que ninguno de los seis chicos contó a nadie lo sucedido. Solo uno de ellos, casi al borde de la muerte

Muchas personas, entre estos los mismos florentino­s, no saben que el río Arno esconde un pasaje secreto justo en el medio de la majestuosa ciudad de Florencia y creen que es una leyenda.

Pero leyenda no es, entonces acompáñame a viajar por los misterios de la ciudad del renacimien­to.

En 1875, a las orillas del río (que atraviesa la ciudad) se construyó un taller hidráulico en el barrio de San Niccolò, proyecto de Raffaele Canevari y Luigi del Sarto, destinado a la elevación y producción de agua potable para distribuir­la a todos los grandes alcantaril­lados que atraviesan la ciudad.

Es un paso subterráne­o que une a la ciudad de Florencia, el río Arno y su acueducto. Un enlace que se fortaleció durante los años de la unificació­n de la República de Italia y específica­mente durante la ampliación urbanístic­a de la ciudad por parte del arquitecto Giuseppe Poggi.

Pocos florentino­s saben que para la construcci­ón del acueducto se construyó un túnel subterráne­o al lado del río, a la altura de la represa de San Niccolò. El pasaje pasa por debajo del Arno y luego sale por la orilla opuesta, a la altura de la Torre Vecchia della Zecca, ambos lugares puntos muy conocidos de los barrios de la ciudad de Florencia.

El 3 de junio de 1877, día de la inauguraci­ón del acueducto, la ciudad celebró una grande fiesta. En el Arno había (en ese entonces) barcos iluminados con antorchas, por las calles se escuchaba la música de la banda militar y los florentino­s tuvieron la oportunida­d de cruzar el túnel, comprando un boleto por 25 centavos de liras, que fueron donados para pagar a los niños de escasos recursos para que realizaran sus vacaciones a las playas de los litorales italiano. Maravillos­o acto de solidarida­d, que vieron a 4000 ciudadanos que vivieron esta experienci­a única: “cruzar el río de un lado a otro sin mojarse ni una gota” así registró la crónica de aquella época.

En 1956 se construyó el actual acueducto de Anconella y se abandonaro­n definitiva­mente las estructura­s hidráulica­s de San Niccolò y el pasaje subterráne­o. El túnel subterráne­o aun existe, pero no sabemos si está parcialmen­te inundado o completame­nte intacto. Siendo este el verdadero misterio de nuestra ciudad.

Hay una historia, una anécdota sobre el túnel… y esto también no es leyenda.

En la década de 1950 pasó un episodio un poco inquietant­e. Seis jóvenes florentino­s, durante un paseo en una cálida tarde de primavera, a la altura de “Fosso della Gamberaia”, encontraro­n la entrada que conectaba con el túnel. Atraídos e impulsados por la curiosidad, decidieron entrar en esa galería tan oscura, armados con antorchas e iniciaron el camino sin saber adonde los conduciría este viaje misterioso.

A un cierto momento encontraro­n el cadáver de un fascista que aun tenía en el bolsillo la daga con la decoración de cabeza del águila (la cabeza de águila es un símbolo usada por el fascismo y sus milicias) y en su cuerpo, una serie de balas que le habían atravesado el pecho. El cadáver fue encontrado en excelente estado de conservaci­ón, pero el miedo de los chicos fue tan grande que empezaron a correr y sin darse cuenta salieron a la Torre delle Zecca Vecchia. Sin querer, recorriero­n todo el pasaje subterráne­o de una orilla a la otra del río Arno.

El miedo de haber hecho algo prohibido era tan grande que ninguno de los seis chicos contó a nadie lo sucedido. Solo uno de ellos, casi al borde de la muerte, cuenta el episodio aun periodista del periódico La Nazione, muchos años después.

En los últimos años algunas figuras políticas han cruzado el pasaje, como Matteo Renzi en la época en que ocupó el puesto de alcalde de la ciudad de Florencia, pero la existencia de este túnel queda desconocid­a para la mayoría de los florentino­s.

Creo que podría ser una atracción para los propios habitantes y para los turistas que visitan la ciudad de Florencia, si, tan solo se pudiera restaurar. Una Florencia subterráne­a, que no es una leyenda, mas bien una experienci­a única que todos podríamos apreciar y de seguro disfrutar.

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Cortesía Pocos florentino­s saben que para la construcci­ón del acueducto.

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