No jueguen con los muertos
Al son de la cumbia Los sentimientos del alma del violinista santeño Miguel Leguízamo, el escorpión de Paritilla, alegró hace poco en Atlapa, una tuna de funcionarios públicos, encabezada por el mismísimo Mandatario de la Nación y su vicepresidente quienes ensayaron sus mejores pasos que dejarían estupefactos a los bailadores de cualquier toldo carnavalero.
Nunca imaginaron los asistentes, y sobre todo los dos capitanes de la nave gubernamental, que aquella juma propagandística les traería consigo al día siguiente una resaca descomunal acompañada de la repulsa de quienes perdieron algún familiar o amigo en la cruenta batalla contra el coronavirus.Y ni hablar de los desempleados que hoy todavía un año después buscan afanosamente la manera de sobrevivir en un panorama sombrío e incierto.
Todos nos preguntamos ¿Cual era el motivo de la celebración del jolgorio tan ofensivo al dolor ajeno? Y ¿Quiénes son los asesores de imagen del presidente?Enojada la opinión pública ante semejante insulto, procedió a lanzarle a la comitiva un chaparrón de críticas que todavía no cesan.
A este gobierno le sucede como a aquellas procesiones de pueblos alejados que, cargando el anda, los creyentes que llevan a cuestas al santo patrón dan un paso adelante y dos atrás.
Como dice el pueblo llano, ante esa metida de pata les dieron hasta para llevar. Y peor aún, con esa actuación el gobierno esta incitando a la desobediencia civil que ya empezó.