Cuando se corta la cuerda de la educación la sociedad cae al abismo
Eliza y Monchi están casados desde hace 30 años, siempre han visto a la educación como una herramienta para lograr la realización, el desarrollo personal a lo largo de la vida, la inclusión, la participación como ciudadanos activos y el acceso a un puesto de trabajo digno en el mercado laboral. Creen en ella y comparten un optimismo vitalicio de que, algún día, en el país las cosas van a ser como deben ser para beneficio de esta y las futuras generaciones.
Son las 7 de la noche, hora en la que cenan juntos, entre bocado y bocado discuten sobre educación, la realidad nacional, la politiquería, la corrupción, el amiguismo y discrecionalidad que atenta directamente con el futuro de sus hijos, la gente común y los hijos de otros.
Monchi comenta, “coño la vaina cada día es peor, la vida es hacer alpinismo, trepar con esfuerzo y sacrifico la enorme montaña, enfrentando peligros para conquistar la cima”. “Sí”, contesta Eliza, “hay gente que intentan treparla con herramientas y equipos que consideran adecuados para conquistar la meta”. Una es la cuerda de la educación.
Eliza y Monchi son el espejo de muchos padres de familias que invirtieron, invierten y seguirán invirtiendo para que sus hijos tengan la educación en su inventario de utensilios para escalar la cima de la vida.
En ese alpinismo social hay muchos factores que limitan e impiden que se logre el objetivo. Uno de ellos, la falta de una aplicación real y con fundamento científico de las relaciones laborales que le den prioridad a la selección del recurso humano capacitado, con formación educativa que potencia sus competencias, para que ocupen los puestos de trabajo dando como resultado el crecimiento y desarrollo de su entorno.
La cuerda de la educación siempre será cortada con cuchillos afilados de oportunismo, politiquería y corrupción por aquellos que subieron a lo más alto del cerro en un helicóptero clientelista, con hélices de juega vivo; que usa de combustible el interés mezquino y el desprecio al valor de la educación, condenando al país a una caída libre e infinita a lo más profundo del abismo.