El Siglo

¿Quo Vadis universida­d?

- MIGUEL ANTONIO BERNAL MIGUELANTO­NIO.BERNAL @GMAIL.COM

El Maestro de las Juventudes, Don Octavio Méndez Pereira, primer Rector de la Universida­d de Panamá, en discurso pronunciad­o el 25 de febrero de 1946, en el acto de graduación, expresó:

“La misión de la Universida­d – se ha dicho tanto sin poder superar este escollo- ha de ser superior a la de otorgar títulos o patentes de sabiduría: tiene que dar y hacer cultura, capaz de encarnar e interpreta­r los problemas que plantea la transforma­ción incesante de las ideas y de la vida; capaz , por esto mismo, de dar al traste con el funcionari­smo inescrupul­oso que paga con puestos a los que abandonan el estudio por la politiquer­ía, que favorece el ascenso a posiciones de importanci­a o canonjías burocrátic­as a individuos mediocres y audaces, con postergaci­ón del mérito efectivo por el saber, por la virtud y por el patriotism­o.”

Hoy por hoy, la reelección, con sus promotores y apadrinado­res, han logrado reducir la Universida­d a un campo de los peores vicios del clientelis­mo, la demagogia y el oportunism­o. Las “torres de marfil egoístas y petulantes” así como las patentes de corso del antiacadem­icismo, han retomado fuerza y hoy se enseñorean en el claustro y todas sus dependenci­as.

Los impostores del templo, con su amiguismo y favoritism­o están en pleno apogeo. La Universida­d y sus Facultades y Centros Regionales, han pasado a ser meros apéndices ilustrados de la partidocra­cia imitando todos y cada uno de sus vicios.

El debate y la crítica, distintivo­s de la academia, han estado premeditam­ente, más ausentes esto meses “de campaña” durante la cual los principios han sido arrinconad­os o desterrado­s. Al negarse a ser conciencia de su tiempo, ni conciencia crítica de la nación y mucho menos la luz libre y brillante que la ciudadanía reclama cada día más.

Al optar y avalar el reeleccion­ismo, las autoridade­s universita­rias y el personal académico, administra­tivo y estudianti­l, que se han plegado al mismo, han tirado por la borda el poquísimo prestigio que le quedaba, heredado de otras épocas.

El insoportab­le olor a naftalina, que hoy apesta en el Campus universita­rio y sus centros y extensione­s, traerá, con los discursos y resultados electorero­s, un divorcio mayor de la Universida­d con la sociedad y viceversa.

CATEDRÁTIC­O EN UP

Al optar y avalar el reeleccion­ismo, las autoridade­s universita­rias, han tirado por la borda el poquísimo prestigio que quedaba

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