Migrantes: los gritos que nadie oye
Los migrantes que, huyendo de sus países infernales, tienen sueños de ir a la gran Europa o ir al que, por décadas, se ha llamado el “sueño americano”, pasan todo tipo de penurias y hasta mueren en el intento. En verdad son los nuevos esclavos del siglo XX y XXI que, en los siglos XVII y XVIII, las potencias enviaban sus barcos al África donde capturaban, como animales, tribus enteras para esclavizarlas.
Panamá es ruta hacia los Estados Unidos de América. Van por tierra por toda Centro América y México. A Europa llegan por Gibraltar en España, por Lampedusa llegan a Italia o por tierra desde Turquía.
En Panamá pasan por miles generando una actitud, supuestamente humanitaria del gobierno, dándole cierta atención. De este problema lucran los coyotes y comerciantes en todo el trayecto.
Aberrante es que muchos migrantes viajan con hijos menores lo que puede configurar delito de “maltrato al menor” y Unicef no protege realmente a estos niños.
Los países desarrollados, destinos de los migrantes, tienen una nueva versión de esclavos y si viajan con familias, obtienen, además de esclavos, nuevos consumidores de sus economías, por paupérrimos que sean sus ingresos. Negocio redondo, parece ser una razón por la que esos Estados no mueven un dedo para disminuir esta migración. Muchos justificarán que los migrantes viven mejor en los países desarrollados que en sus países. Así las cosas, el problema de la explotación y los desórdenes que causan en su tránsito se resuelve o aminora si los migrantes no salen de sus países. Tarea para la ONU que debe presionar para que esos países atiendan a sus poblaciones marginadas.
Como contingencia temporal, las potencias, pudieran costear campamentos que hoy les habilitan a los migrantes en las rutas que transitan, pero que ahora hagan en sus países de origen y organizarlos para que superen sus marginaciones. Si los gobiernos de esos países no colaboran hay muchas formas “diplomáticas” para obligarlos desde los instrumentos de la ONU.
La ONU está formada por Estados. Los Estados se organizan políticamente para suplir las necesidades de sus poblaciones, luego, la ONU puede y debe intervenir para que esas poblaciones tengan el máximo de bienestar común.