Por la participación ciudadana
La conducta de los jerarcas de la partidocracia, ante la petición ciudadana de revocarle el mandato al burgomaestre capitalino, es reveladora de su aversión absoluta a la participación ciudadana.
No se puede pasar por alto su descarada negativa a dar plenas garantías a la participación ciudadana para la revocatoria de mandato, que es uno de los instrumentos que nos permite a los ciudadanos, ejercer un control político directo sobre el poder público.
Acostumbrados al sistema autocrático y autoritario, contemplado en la constitución impuesta en 1972, se valen de todos los medios para obstaculizar, limitar e impedir la participación activa de los ciudadanos y, mantener así, su monopolio activo en contra de los mecanismos de participación libre y genuina.
Los tres magistrados manipuladores de los asuntos electorales en Panamá, conocidos ya por la mayoría ciudadana por sus actuaciones anti ciudadanas y anti participativas, han arremetido, con todas a sus artimañas, para ahogar la colecta de firmas, excluyendo a todos los hoy electores que no participaron- por motivos de edad, en la elección del 2019.
Siendo la revocatoria de mandato "la consecuencia lógica del derecho de participación ciudadana en el ejercicio del poder", ¿cómo osan los tres funcionarios que manejan el Tribunal Electoral, imponer una medida de naturaleza anti jurídica?
Nuestra población y su ciudadanía , se ven así excluidas de poder ejercer un derecho inalienable, ante la grave ausencia de mecanismos de control ciudadano que le pongan un alto a la irracional conducta del poder político.
La ausencia de debate también pone de manifiesto, la gravedad de la crisis que atravesamos como sociedad.
La actuación de la partidocracia y sus satélites, así como el totalitarismo de los tres gamonales del Tribunal Electoral, nos brindan un abre boca del fraude que se avecina contra la ciudadanía en el 2024.
Urge que, además de firmar la revocatoria de mandato del alcalde capitalino (aunque eliminen las firmas), nos activemos máyoritariamente para hacer valer nuestros derechos ciudadanos, a como de lugar.
No dejemos que el silencio ciudadano se intérprete como aval, a la deleznable actuación de estos fariseos