El resentimiento constitucional
La descarada actuación cotidiana de los corruptos y de la impunidad de la corrupción nos demuestra a qué punto han logrado conquistar el tejido social panameño, hasta dominar mentalmente a la gran mayoría las autoridades de los distintos órganos del Estado, al igual que a centenares de miles de compatriotas.
En medio de ello la crisis de todo tipo, producto no de la pandemia, sino de la descomposición socio-económica y cultural que va de la mano de la putrefacción de la denominada clase política y su partidocracia. El orden bajocre que han logrado imponer, conlleva una ausencia de principios, valores, ética, moral y de educación humanista.
Los últimos tres años de gobierno han permitido la toma del poder por quienes han distorsionado y envenenado aun más, las relaciones socioeconómicas de nuestra formación social. La falsedad, las trampas, la demagogia, el oportunismo puede que sean necesidades sociales ajenas a la persona, pero que son requeridas por los factores reales de poder que, aun hoy, dominan nuestro Panamá.
El COVID 19 y su pandemia les ha servido de excusa, pretexto, leitmotiv, para deformar y distorsionar también, las normas jurídicas, su procedimiento y demás, con el ánimo de sentar las bases para un sistema abiertamente autoritario, dónde los derechos humanos, sociales, educativos, laborales, políticos, económicos y sus garantías, han sido pisoteados al gusto de los que abusan y manipulan irracionalmente el poder político que detentan sin control.
El renombrado constitucionalista y catedrático español, Pablo Lucas Verdú, nos enseña en su obra “El Sentimiento Constitucional” , que: “El resentimiento constitucional se caracteriza por el desencanto, el derrotismo, el pesimismo que es propio de pueblos en los cuales su insatisfacción agota su insensibilidad”.
Nuestra realidad social y el pulso de la nación, hoy por hoy, arrojan un diagnóstico sumamente inquietante del creciente resentimiento reinante. Negarlo o desconocerlo no lo hará desaparecer.
Los abusos de poder y la extralimitación de funciones, están a la orden del día. La cadena de decretos y resoluciones impuestas por el Ejecutivo, con la activa complicidad -por acción u omisión- del Legislativo y de los jueces y magistrados del país, sirven de alimento para que los resentimientos hayan entrado en un proceso de acumulación que, en cualquier momento, producirán una erupción social imparable. Colón es solo un preaviso.
Debemos recordarles siempre a los opresores y herederos de Alí Babá que nos desgobiernan que: “podrán engañar a muchos durante algún tiempo, pero no podrán engañar a todos, todo el tiempo”.
CATEDRÁTICO EN UP