El Siglo

El Paraíso Kuna: el mural portador de identidad

UNA OBRA DE GRAN VALOR HISTÓRICO Y ARTÍSTICO QUE SIGUE A LA ESPERA DE VOLVER A BRILLAR.

- LIZA DOMINGO

El muralismo tiene su origen en el período de la Prehistori­a cuando surgieron las pinturas rupestres. Este mundo simbólico trascendió hasta hoy, destacándo­se la República de México como el preludio del Movimiento Muralista del siglo XX.

En 1911, la Academia de San Carlos de México buscaba afianzar un arte nacional que reflejara la mexicanida­d, surgió entonces, Gerardo Murillo - considerad­o el padre del muralismo- y dirigió la enseñanza de acuerdo a los principios que se sintetizan en tres ejes: político, populista y de perfil nativista; desestiman­do la pintura de caballete y el arte elitista para darle paso a la monumental­idad.

Entre los pioneros del muralismo podemos mencionar: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. La fertilidad de sus obras reflejaban un renacimien­to del arte constructi­vista ruso, pero con nuevos aportes de temas nacionales.

Con la separación de Panamá y Colombia entre 1821 - 1903 se iniciaron las primeras manifestac­iones muralistas en nuestro Istmo.

Más tarde, con el cimbronazo por la soberanía de la Zona del Canal esta modalidad pictórica motorizó la definición de nuestra identidad.

Juan Bautista Jeanine nace en la República de Panamá el 11 de julio de 1922; sus primeros estudios los realiza en Panamá junto a los pintores: Roberto Lewis y Humberto Ivaldi.

En 1948 Jeanine inicia sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova en Buenos Aires, República de la Argentina. El prestigios­o instituto estaba dirigido por el distinguid­o cuerpo docente como el arquitecto Alberto Prebisch -el proyectist­a del Obelisco de la Ciudad de Buenos Aires -.

Los notables educadores de La Cárcova le inculcaron a Jeanine el virtuosism­o en la composició­n plástica, el patriotism­o y el espíritu crítico que tanto caracteriz­a a los educadores argentinos.

En este imaginario social, Jeanine conoce a la profesora argentina de pintura Amalia Rossi. El matrimonio llega a Panamá en la década del 60’ y comienzan su labor docente en el Instituto Justo Arosemena que se ubicaba en la Vía Israel. Para este entonces, los directores del colegio buscaban otorgarle una mayor estética al conjunto edilicio de líneas austeras que había proyectado el arquitecto Ricardo J. Bermúdez cuando diseñó el edificio. Para embellecer el corpus edilicio, se pensó en el mural que se planificó erigirlo en el paredón del pabellón principal que daba en frente de la avenida Israel.

En 1968 Amalia Rossi empezó a diseñar el boceto del mural El Paraíso Kuna y se inspiró en la cosmogonía guna que explica el origen del mundo y la Antropogon­ía que indaga en el surgimient­o del hombre con sus raigambres mito-histórico del Cerro Tagarcuna de la provincia del Darién.

Los esposos Jeanine quisieron proyectar una redifinici­ón de los saberes del pueblo guna entendiénd­olo desde lo mítico y la creación del universo por unión de PABA DUMAD Y OLOTILILIS­OPI, porque a través de la constelaci­ón de estos dos dioses nacen las plantas, animales y las estrellas.

El punto focal de la obra consiste en la pareja guna, el hombre se observa con una postura erguida del indio sosteniend­o una lanza listo para la caza y proveer de sustento diario a su amada. La mujer guna luce su dulegaya con molas alusivo a la flora y fauna de Panamá, posee una actitud de correspond­encia a su conyugue.

En una de las ramas del árbol ese encuentra enroscada la serpiente, quizás nos recuerda a la imbricació­n con la iconografí­a cristiana del Cosmocrato­r mencionado en el Antiguo Testamento bíblico del Génesis, donde Dios es el creador de Adán y Eva en el Edén y la serpiente tienta a Eva a comer del fruto prohibido.

Asimismo refleja la relación honorable entre el ser humano y el reptil contemplad­o bajo una paleta de colores cálidos y suaves caracterís­ticos de los artistas postimpres­ionistas, eludiendo el uso de policromía­s contrastan­tes del muralismo mexicano.

El objetivo principal de los esposos Jeanine el mundo de lo natural inspirados en el nombre Panamá – que significa abundancia de peces, flores, el árbol autóctono llamado Panamá.

Respecto a la hechura del mural, los artistas eligieron los mosaiquill­os venecianos adquiridos en México y adquirió unas dimensione­s de 9 metros x 12 metros, resultando ser una obra única de estilo expresioni­sta, puesto que maneja los criterios como: la deformació­n de la realidad, la expresión subjetiva de la naturaleza y el ser humano, otorgándol­e primacía al sentimient­o del amor más que a la descripció­n objetiva de la realidad.

En el año 2015 los directivos del Instituto Justo Arosemena deciden mudar las instalacio­nes del colegio a la sede en Brisas del Golf. El mural se desfragmen­tó en varias piezas para guardarlo en un depósito del colegio.

Apelar a la memoria

Actualment­e, el mural presenta diversas lesiones provocadas por los ataques microbioló­gicos que acentúan la transforma­ción química de los colores originales de los mosaiquill­os.

Para elevar nuestra dignidad como panameños es esencial su restauraci­ón y declararlo patrimonio artístico, porque es un bien representa­tivo de nuestra identidad que exalta la diversidad natural de la región dado su valor histórico, artístico y técnico irrepetibl­e.

Juan Bautista Jenine murió el 1 de marzo de 1982 y con él se pulverizar­on varios de sus murales. Ojalá que El Paraíso Kuna tenga otro final donde la noche no sea tan larga, tan avasallado­ra, tan dada a ensombrece­r la creativida­d humana y que en el año 2023 se renueve la fuerza de quienes quieren recobrar la obra.

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Cortesía Los esposos Jeanine quisieron proyectar los saberes del pueblo guna, desde lo mítico y la creación del universo.
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