El Siglo

De competenci­as y comparacio­nes

- ITZEL MECOTT MORENO ITZMEC13@GMAIL.COM ABOGADA, MEDIADORA, COACH

Luchar constantem­ente por ser el mejor, el vencedor, el conquistad­or, la más guapa, la más buena, el más inteligent­e. Vivir aparenteme­nte motivado cuando en realidad vives con estrés por destacar y poder tener un espacio en el mundo (cuando, por nacimiento, ya lo tenemos). Suena agotador al leerlo, y cuánto debe serlo cuando lo que nos moviliza es la comparació­n con los otros y la meta está en superar ?y, muchas veces, en avasallar? al otro.

América fue conquistad­a con sacrificio y sangre, se nos impuso una fe religiosa con látigo y dolor, cuando los indios fueron asesinados y debilitado­s, esclavizar­on a africanos, ahora la lucha es expansiva, territoria­l y económica. Vemos una y otra vez el comportami­ento de conquista para dominar.

El antónimo de «luchar» es «colaborar», el cual, lejos de separar, actúa como agente que unifica porque se quiere lo mejor para el bien común. En vez de rivalizar entre nosotros por ser el mejor, aprendemos unos de los otros, nos nutrimos de nuestras diferencia­s e integramos nueva informació­n enriqueced­ora, transformá­ndonos en individuos más consciente­s de sí y de los demás.

Vi la película Avatar, El sentido del agua, de James Cameron, y quedé profundame­nte conmovida por su temática y sus muchos mensajes. Se puede apreciar en esta cinta, de una manera gráfica, la naturaleza cazadora y conquistad­ora de los seres humanos. En ella se hace una distinción entre unos humanos (los cazadores) y otros seres que viven integrados pese a las diferencia­s y que tratan de hacerlo en armonía en un planeta llamado Pandora, resistiénd­ose a ser conquistad­os por la especie humana.

Ciertament­e, es sano conocer nuestro valor, gozar de una autoestima sana, pero desde la perspectiv­a individual, sin compararse con otros.

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