Aumenta la inseguridad ciudadana
La inseguridad viene cogiendo fuerza a medida que pasan los años. Desde el inicio de la presunta democracia (1990), se incrementa en cada quinquenio. Por una parte el desempleo, la falta de una crianza adecuada a los niños y jóvenes, de acuerdo a parámetros previamente establecidos, como fuimos criados los hoy sexagenarios, es causa de ello.
Se han estado pasando leyes que tienden a la vagancia e irrespeto a padres y adultos, que hoy es imposible inculcar valores y oficios caseros, porque pudiera considerarse como maltrato al menor.
En otrora, nuestros padres y parientes, asignaban obligaciones caseras y debíamos cumplirlas, sin menoscabo del estudio. Producto de algunas leyes esto fue pasando a poca recordación. Se ha convertido en libertinaje, desenfreno. Aquellos hogares donde aún predomina el darle responsabilidades del hogar, al menor, sea varón o dama, se observa la diferencia.
Entre las responsabilidades a nuestros hijos, independientemente varón o dama, estaba el hacer todos los oficios domésticos (barrer, trapear, cocinar, lavar, etc.), porque eso nos creaba disciplina, conducta, responsabilidad y aprendizaje, para la vida futura.
Hoy, ese libertinaje, producto de leyes nefastas, así como el comportamiento de políticos deshonestos, corruptos y algunos hasta depravados, tienen a la juventud asqueada de educación, por ver la facilidad del enriquecimiento injustificado de muchos.
Es necesario cambiar leyes que perjudiquen su crianza y honra. El hogar es el norte para criar mejores ciudadanos. Volver a los patrones de conducta del hogar. Dar obligaciones, responsabilidad (a los jóvenes) sin convertirlo en castigo, más bien aprendizaje, para su vida futura.
Nuestras casas están manchadas de sangre producto de una televisión sin límites con noticias, novelas o programas dantescos, a cualquier hora. Calles oscuras producto de luminarias de poca luz.
En barriadas pululan parrilladas, gimnasios, talleres, lo que pudiera crear inseguridad en residenciales. En cualquier esquina pueden hacer fiestas con fuegos artificiales a cualquier hora sin que la policía pueda tener injerencia, producto de autorizaciones de representantes y alcaldes. No hay respeto. Dios te salve, Panamá.