El Siglo

Comentario­s sobre los debates presidenci­ales

- JORGE ZÚÑIGA SÁNCHEZ ZUNIGA.JS@GMAIL.COM

Amuchos detalles objetivos y subjetivos recurren los ciudadanos para selecciona­r al candidato presidenci­al de su preferenci­a. Y aunque a muchos no les interesa los debates, unas elecciones democrátic­as no podrían ser puras ni transparen­tes, si quedara a discreción de los candidatos, su decisión de presentar sus pensamient­os ante el electorado. Es claro que esta actividad tiene algo de riesgo, pues así como consolida las ganadas simpatías hacia uno en especial, puede ocurrir que sus palabras provoquen la decepción en otros.

El ultimo debate de los candidatos presidenci­ales, generó las expectativ­as de siempre. Así como muchos esperan con responsabi­lidad esas intervenci­ones, otros se acomodan frente al televisor a ver “la sacadera de trapos”, para deleitar a sus simpatizan­tes. De esto último no culpamos a los organizado­res, pues en las campañas electorale­s ya vemos como normal, la ausencia de propuestas asentadas en ideas y programas.

Los debates deberían cumplir un doble propósito. En un sentido, sirven como un espacio de exposición personal de los candidatos, y en otro, como la oportunida­d propicia para construir y transmitir­le a la ciudadanía, cultura y valores de naturaleza cívico democrátic­a.

El más reciente, por el bajo nivel exhibido, a lo sumo arrojó datos para medir simpatías del auditorio. Para nosotros, no hubo debate, sino una “guerra de guerrilla”, con un cuestionar­io tan abarcador y disponiend­o de tan poco tiempo, que le ofreció mayores dividendos a los que respondier­on siguiendo el modelo de Cantinflas. Y al permitírse­les a los candidatos hacerse preguntas entre ellos, creemos que el “cotejo”, por pretender ser tan abarcador, dejó puntos muy sensitivos por fuera.

El respeto al derecho del elector a recibir informació­n precisa y confiable sobre las ideas y oferta de los candidatos, debe ser el límite a la liberalida­d con la que se dirigen las campañas electorale­s.

Si ya son conocidas sus propuestas, los debates electorale­s deberían estar centrados en explicar los medios y los recursos para satisfacer los problemas nacionales y sociales que desde la Silla Presidenci­al pretende resolver. Por lo relevante de la consulta, debería importar a las autoridade­s que el ciudadano llegue a la urna, convencido a conscienci­a de su elección.

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