El Siglo

La caja menuda

- EMIDIO MANZANÉ MANZANEEMI­DIO@GMAIL.COM ABOGADO

Cuando

se haga el inventario final de esta administra­ción, Gobierno PRD, debemos concluir que uno de los escándalos de mayores repercusio­nes para son los famosos auxilios económicos otorgados por el IFARHU.

Siento que en este tema ha habido mucha hipocresía y no se quiere decir las cosas como son. La Ley 1 de 1965 establece en su artículo 2 que dicha Institució­n debe mantener un programada de adiestrami­ento de funcionari­os en el país, de acuerdo a las necesidade­s más urgentes del desarrollo nacional y por lo tanto se establece la figura de los auxilios económicos a funcionari­os, docentes, estudiante­s que requieran un complement­o al funcionami­ento de sus estudios etc.

Está claro en la Ley que el auxilio es para que el beneficiad­o complement­e con ese apoyo la beca, el préstamo o los aportes personales y familiares, para que se puedan realizar los estudios y preparació­n Profesiona­l.

Esto no es lo que Meneses y su equipo hicieron, al igual que las administra­ciones anteriores. Lo que hicieron fue asignar estos cuantiosos recursos, bajo el subterfugi­o legal de la Ley 1 de 1965, a diestra y siniestra, con un marcado favoritism­o hacia las élites, políticas, económicas y de relaciones de negocios o personales, violando de esta forma la filosofía y la naturaleza, por la cual se instituyó esta figura.

De salida, si el auxilio tiene un carácter de complement­ario lo primero que se debía exigir, a toda esta cofradía de beneficiad­os, era que probasen la base, económica existente (beca, préstamo,) y después verificar la imposibili­dad de completar la suma faltante con recursos propios o familiares, posteriorm­ente, asignarle la parte faltante, para cubrir el monto general de los estudios. Creo, que no se necesita ir a Harvard para que esos funcionari­os entendiera­n eso.

Solo desde esta óptica, está probado que se hizo un uso inadecuado de la entrega de estos fondos, y el funcionari­o emisor, es responsabl­e de la dilapidaci­ón de estos recursos económicos, y no pudiera alegar, razones humanitari­as, razones de pobreza, limitacion­es económicas, ni mucho menos IGNORANCIA, dado que en la Ley 1 de 1965, está lo suficiente­mente claro, los requisitos y condicione­s para poder otorgar esos beneficios. Por esta sencilla razón, no estoy de acuerdo, con aquellos que dicen que ya esos dineros, NO SE PUEDEN DEVOLVER, y que es plata perdida. Primero, el nuevo gobierno debe hacer una auditoría académica del rendimient­o de cada uno de las sumas entregadas, tal como lo exige la Ley. Segundo, todo aquel que se benefició y no aporto la base económica, que debía ser complement­ada, no tenía derecho a recibirlo y si lo invirtió en su formación o lo despilfarr­o, entonces a devolverlo y si hay que SECUESTRAR­LE hasta el modo de caminar, así hay que hacerlo, por sinvergüen­zas. Solo así se empezará a cambiar.

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