Apretar el cinturón
“Hay que arroparse hasta donde alcance la manta”, nos dice un viejo refrán. Esa necedad de las distintas instituciones de estar pidiendo que se mantenga un presupuesto elevado, como si todo estuviera marchando con normalidad, es una conducta a todas luces irresponsable e irreal. Estamos viviendo una crisis, una calamidad económica, insospechada hace solo meses. El que no lo quiera ver así está fuera de la realidad. El solo hecho de poder mantener el pago de las planillas estatales ya es un logro. De allí que el Estado tiene que racionalizar sus recursos pensando que los efectos de la pandemia golpearán la economía por lo menos dos años más. Se hace imprescindible cortar de raíz gastos superfluos y ahora que se está discutiendo el presupuesto hay que encender las alarmas. Hay que controlar el gasto. Por ejemplo, hay que ahorrar en combustible y evitar inversiones innecesarias. El Estado ya ahorró en viáticos, pasajes aéreos, electricidad de colegios e instituciones; en alimentos escolares. Sería una excelente información del MEF explicar cuánto se ha ahorrado en esos rubros. El ahorro es necesario. Todos debemos entender que el Estado no puede vivir de los préstamos. Ahora estamos obligados a eso por razón de la pandemia, pero todos sabemos que las consecuencias del endeudamiento son funestas. El ministro Alexander y el contralor Solís deben seguir la conducta de Rubén Darío Carles, quien, en plena crisis posinvasión, aplicó una férrea política de control que obligaba al Estado a arroparse hasta donde alcanzara la manta.