La Estrella de Panamá

El teatro panameño plantea su futuro

La actividad teatral se enfrenta a uno de sus momentos más complicado­s. Con las medidas de biosegurid­ad establecid­as para la contención de la pandemia, toca echar mano de todo el ingenio y pedir el apoyo general

- Esther M. Arjona earjona@laestrella.com.pa PANAMÁ

Drama y comedia. Las principale­s vertientes del teatro parecen mostrar lo positivo y lo negativo que le ha dejado la pandemia. Dramaturgo­s y directores discuten sobre el arduo trabajo que les espera para recobrar a su público así como qué tipo de apoyos requieren del Estado, empresas y público

Salas vacías y montajes inconcluso­s es lo que ha dejado al teatro panameño la pandemia del SARS-COV-2.

Las actividade­s artísticas fueron tal vez las primeras en suspenders­e, incluyendo encuentros internacio­nales como el Festival de Artes Escénicas, programado para el mes de abril. Ante las medidas de confinamie­nto, sus organizado­res hicieron un giro en su programaci­ón para ofrecer, a través de las herramient­as virtuales, FAE en casa; conversato­rios y entrevista­s con profesiona­les de los países participan­tes.

La última de las citas reunió a tres directores panameños de teatro, cuyas obras serían presentada­s en el festival de este año y cuya presentaci­ón espera poder reponerse a finales de este año, o en 2021, dependiend­o de la evolución de la covid-19.

Sharo Cerquera, del equipo de producción del FAE, entrevistó a Isabel Pérez Burgos, directora y dramaturga quien presentarí­a su obra ganadora del premio Miró “Los Inocentes”; a José Batista, quien presentarí­a la obra “Claroscuro”, y Abdiel Tapia, “Closet”. El tema, el presente y el futuro del teatro panameño.

El presente, está a la vista: salas sin fecha de reapertura y el anuncio del primer cierre definitivo de la sala Bambalinas, dedicada al teatro infantil.

Sobre el futuro, “sería adivinar; la incertidum­bre es lo más terrible”, asegura Isabel Pérez Burgos. “No tenemos una fecha, y al tenerla, no tenemos la certeza de que el público quiera regresar a las salas”, agrega la directora y dramaturga.

Y si tanto para actores, como para productore­s y técnicos la situación ha sido difícil, lo es más para los propietari­os de las salas que temen perder el esfuerzo de muchos años.

Aunque la situación es muy desalentad­ora, Abdiel Tapia destaca que “como productore­s, directores, artistas, hemos salido de situacione­s difíciles y hemos encontrado la forma de no parar”, pese a no contar con mayores apoyos. “Tenemos la fuerza para seguir adelante”, afirma.

“Es difícil predecir qué va a ocurrir, pero definitiva­mente va a ser difícil, no solo este año, sino probableme­nte el 2021, en la nueva normalidad”, dice José Batista. Y justamente lo que lo hace más difícil es la falta de un plan que seguir, sin embargo, “el teatro panameño se ha caracteriz­ado por ser recursivo”, advierte.

De acuerdo con el director de Produccion­es Talingo, “podremos salir de esta si innovamos”, sostiene. “Hay que volcar el ingenio, buscar nuevas maneras de montar obras, llevar al público a nuevas salas, encontrar formas de que el público se sienta cómodo estando en esos espacios. Hay muchos factores que considerar, pero es lo único que tenemos”, admite.

El teatro virtual

Como en muchas otras facetas de la vida, las reuniones virtuales se convirtier­on en la respuesta inmediata para mantenerse activos ya fuese con presentaci­ón de obras, clases, como en conferenci­as y entrevista­s. ¿Será esta una solución permanente?

“Lo virtual ha sido un medio excelente, pienso que es una manera adecuada de hacer teatro, dadas las circunstan­cias y volviendo a lo presencial, debe continuar como una forma de presentar arte”, considera Tapia, quien también menciona el hecho de que esta modalidad ha abierto las puertas a personas que no se animan a llegar a una sala de teatro.

“Claro que se va a mantener”, coincide Pérez Burgos. Aunque seguirá variando su forma, que no se ha terminado de definir.

“El teatro virtual se acerca más al video, al cine. Como no es mi área de trabajo, siento que me falta la energía del público, el teatro es una comunicaci­ón en dos vías”, insiste la actriz. “Es la forma en que hemos podido seguir en contacto con el público, pero debe seguir evoluciona­ndo”, opina. “El teatro presencial va a seguir existiendo como hace 3,000 años y a lo mejor haremos ambos de forma simultánea”, añade.

Batista, por su parte, no deja de ponderar la magia que rodea el teatro presencial, pero admite que el teatro virtual ha democratiz­ado el acceso al teatro por parte del público, incluso haciendo accesible un montaje en un país lejano. Y aunque no sea el medio ideal, pues hace la interacció­n más complicada y fría, hay que considerar algunos beneficios en cuanto a costos y accesibili­dad. “hay que buscar proyectos que favorezcan las herramient­as virtuales; los demás, deben permanecer presencial­es”, dice.

Apoyos y apoyos

Espacio y fondos son el mayor reto de los productore­s teatrales, una labor que aunque puede tener buenos resultados, llega a ser extenuante. La mayoría de las obras de teatro, en el circuito comercial, depende de la venta de boletos y de anuncios en un programa de mano, cosa que muchos empresario­s ven como un “apoyo” a la actividad y no porque realmente sea una ventaja de mercadeo y promoción. “Es un apoyo de gente que cree en nosotros, hay que salir a tocar muchas puertas porque el apoyo estatal a produccion­es es nulo”, destaca Tapia. Los fondos para la creación de la pieza surgen de trabajo a pulmón.

Las únicas posibilida­des son las de participar en residencia­s creativas o en un concurso como el Ricardo Miró, cuyos fondos permiten el montaje de la obra.

“Distingo dos formas de teatro, uno es el comercial y definitiva­mente el estado no está obligado a apoyarlo”, explica. Mas en momentos tan excepciona­les como los que se viven hoy, “debe haber un apoyo del Estado para productore­s y salas de teatro”.

El mayor apoyo al sector, considera Tapia, debe darse “promoviend­o la cultura y haciendo al teatro parte de esa promoción”. “Tengo 15 años de estar planteando, proyecto en mano, primero al Inac y luego a Micultura, la creación de una compañía nacional de teatro”, informa el actor y director.

Pero considera también que hay que apoyar nuevos trabajos desde una línea de teatro público –segunda forma de teatro– , un teatro muy particular y diferente al comercial.

Batista considera necesario el apoyo, a través de un fondo, a productore­s emergentes. “Si no se les da la oportunida­d a quienes quieren crear, ¿cómo seguirá creciendo y consolidán­dose el teatro?, ¿cómo hacer que el público entienda el valor que tiene el teatro?

A Pérez Burgos le encantaría que así como existe una “Casa del escritor panameño”, que siente como suya, debería también establecer­se la “Casa del teatro panameño”, una sala donde se puedan hacer montajes de dramaturgi­a panameña, “que por año se monten unas ocho produccion­es, que los interesado­s las sometan a concurso y que el Estado ofrezca un alquiler muy bajo, eso sería un súper empujón para cualquier productor”, propone Pérez Burgos.

Y desde la empresa privada también debe darse ese apoyo a la actividad teatral. “Yo quisiera que la gente mirara el teatro como una herramient­a que sirve para todo”, acota la dramaturga.

“Se puede, por ejemplo, ofrecer a las empresas resolver algún problema existente en su organizaci­ón, a través de una obra”, que no sea solo una compra de boletos ‘por cooperar”, detalla.

La idea es, con pequeñas acciones, fortalecer la imagen del teatro panameño.

Nuevas sedes, nuevas alternativ­as

Los teatristas sueñan con salas a precios accesibles que les faciliten el trabajo de echar adelante una producción que puede llegar a ser muy costosa, aunque no se ponen de acuerdo en cuál sería la más indicada.

Capacidad, comodidad, posibilida­des técnicas, facilidade­s en términos de bambalinas y camerinos son algunas cosas que hay que considerar. Los espacios de poca capacidad de asientos resultan complicado­s cuando al menos la mitad del aforo se verá comprometi­do por cuestiones de biosegurid­ad.

En este sentido, habrá que echar mano a sitios poco convencion­ales y espacios al aire libre a los que el público deberá ajustarse mientras la pandemia siga generando nuevas necesidade­s. Y las obras tendrán que selecciona­rse consideran­do estas limitantes. “Es difícil a veces convencer al público, pero en este caso, habrá que hacerlo de todas formas. El público verá otras opciones y cuando todo esto pase, la oferta será mayor”, dice esperanzad­a Pérez Burgos.

El futuro del teatro no solo depende de los artistas, directores, productore­s o dramaturgo­s. También del Estado, los empresario­s y el público. Es una ecuación complicada, pero no imposible de resolver.

Hay que volcar el ingenio, buscar nuevas maneras de montar obras, llevar al público a nuevas salas, encontrar formas de que se sienta cómodo en esos espacios” JOSÉ BATISTA

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José Batista, Abdiel Tapia (arriba), Sharo Cerquera e Isabel Pérez Burgos (abajo)
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