La Estrella de Panamá

Cuando nos abandonan nuestros amigos

- Jerónimo Ramírez Villalba Docente universita­rio jubilado. opinion@laestrella.com.pa

Vivimos tiempos de desesperan­za, dolor y temor por los acontecimi­entos de la pandemia que azota al mundo y nuestro país. En mis casi siete décadas de vida, he visto cómo muchos de mis amigos han fallecido en los últimos veinte años, y otros más, recienteme­nte, por la COVID-19 u otras complicaci­ones. Lo anterior provoca un sentimient­o de vacío, al comprender que, a aquella persona, que quisimos como amiga, y casi hermana, no la volveremos a ver en esta vida.

Para mí, la amistad es un vínculo muy fuerte, y siguiendo la palabra de Jesús, “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, me llega muy profundo.

Hace algunos años, perdí a mis primeros amigos de juventud, con los cuales compartía momentos de esparcimie­nto y alegría. Adriano, Gregorio y recienteme­nte Heraido.

A nuestra edad, las fiestas y bailes son cosa del pasado; pero, se siente la nostalgia de aquellos momentos en que compartíam­os los fines de semana, o diferentes fiestas o paseos junto a nuestras familias.

También recordamos a aquellos que fueron nuestros superiores y de quienes obtuvimos grandes enseñanzas, como la maestra Ada Luz o el ingeniero Barraza.

Alumnos de nuestra universida­d que se nos adelantaro­n, algunos de ellos siendo distinguid­os profesiona­les de otras disciplina­s, como el Dr. Villalaz. O colegas que solo en los últimos cinco años suman más de veinte, entre ellos la enfermera Bertha o Rubén Darío.

En esta pandemia perdimos a Eleazar, distinguid­o calobreño y hombre de bien para su pueblo. Siendo visitador médico, no había quien no recibiera un consejo o medicament­o de su parte. Pocos días después, fallece el suegro de mi hija Maritza, el periodista deportivo Mario Molina.

Estamos golpeados, y cada vez más solitarios, hasta que nos toque nuestro momento. Pero debemos tener los ciudadanos del mundo fe en el Creador, en que venceremos la muerte, y que aprenderem­os a apreciar la vida como el regalo más sublime de su parte.

Como dice mi amigo, el padre Popito: “Mucho ánimo, y nos veremos pronto”. A todos los familiares de las víctimas de esta y otras enfermedad­es, les deseamos mucha fortaleza y esperanza en que lo superaremo­s.

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