Las amenazas a las elecciones de Estados Unidos
Iván Chanis, presidente de la Fundación Iguales, defiende la legalización de la unión civil de personas del mismo sexo con el mismo término que la heterosexual, pues el concepto ha evolucionado, dice, al igual que los derechos de los cónyuges
La crisis sanitaria que enfrenta el mundo se presenta como un desafío en las elecciones de Estados Unidos, para lograr que las personas acudan a las urnas. A esta realidad se suman los ataques cibernéticos que se han dado
La sociedad ha dejado en el tintero un tema social, muy sensitivo, que enciende pasiones: el matrimonio igualitario. En la Corte Suprema de Justicia (CJS), desde 2016, hay tres demandas acumuladas que buscan legalizar en Panamá el matrimonio entre personas del mismo sexo, que requieren de una decisión. Mientras tanto, la Fundación Iguales y las parejas interesadas en inscribir su matrimonio en Panamá ya se han hecho escuchar en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), un ente que antes se ha pronunciado a favor de la adecuación de la legislación en los países del hemisferio para permitir el acceso al matrimonio. Del otro lado de la moneda hay un grupo que se opone tajantemente a la idea. Alegan por las ramificaciones que implica aceptar la figura matrimonio, como las adopciones, y avanzan sobre una distorsión de la figura institucional de la familia. Iván Chanis, presidente de la Fundación Iguales, confía en que la justicia fallará a favor de la población LGBTI, y que será apegado a derecho. No está dispuesto a admitir un término distinto, la palabra no tiene dueño, asevera.
El término matrimonio, como tal, tiene consecuencias sociales y culturales, ¿esto ha influido en la no aceptación de quienes no convergen con los principios de los LGBTI?
La palabra matrimonio no tiene dueño. Ninguna institución es dueña de la palabra matrimonio. La institución del matrimonio proviene desde Roma formalmente y todas las civilizaciones han entendido que es importante la condición de una familia. El mismo matrimonio ha evolucionado, al igual que la igualdad de derechos a los cónyuges. Antes el hombre era quien tenía el derecho sobre los bienes de la familia y sobre la herencia. Eso ha evolucionado. En países como Estados Unidos, hasta no hace mucho había una prohibición al matrimonio interracial, es decir, dos personas de diferente etnia no se podían casar, estaba prohibido. Eso evolucionó. La sociedad dijo, esto no está bien, hay que aceptar que una persona blanca se puede casar con una persona negra, no hay nada de malo en respetar esa unión y en formar una familia que le dé la protección. En este caso, hoy en 2020 en Panamá, un país democrático donde supuestamente no hay fuero ni privilegio, donde no debe haber discriminación, donde todos nacemos iguales, se nos prohíbe a parejas de gais y lesbianas casarse porque hay una concepción que aún no hemos podido –como sociedad– pasar, que es que hay algo negativo en que esas dos personas se amen. Cuando no reconocemos eso, entonces prohibimos casarse y se perpetúa la discriminación.
El derecho al matrimonio lo elevan a un derecho humano, sin embargo, el derecho al matrimonio lo deciden los gobiernos. El derecho al matrimonio no es equiparable al derecho a la vida, libertad, u otros, que son derechos universales, es una elección de la persona. ¿Qué tiene que decir sobre esto?
Es un derecho humano en la interpretación de la CIDH, y creo que la importancia es, que explicado desde el punto de vista del acceso al matrimonio, el Estado está obligado a brindar a las parejas del mismo sexo en igualdad al matrimonio civil. ¿Por qué está obligado el Estado? La Corte Europea se ha pronunciado al decir que es elección del Estado, no como una obligación... Panamá no forma parte de la Corte Europea, sino de la CIDH, y la Corte Europea también dice que si bien da ese principio, les dice a los Estados miembros de la Comunidad Europea que están obligados a equiparar –cual sea que se llame el acceso a esa entidad civil dentro de sus países– a parejas del mismo sexo. Entonces, al final del día, ¿es un tema de discriminación o no? La CIDH ha dicho que la orientación sexual es una categoría protegida en base al artículo 1.1 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Entonces, si no puedo discriminar, tampoco lo puedo hacer hacia una persona a acceder a una instancia civil, en este caso el matrimonio. Por ende, el Estado está en la obligación de asegurar ese acceso. En este caso, además, nuestra propia Constitución no lo prohíbe. Estamos en mejor condición que otros países que tenían un nivel de prohibición constitucional, por ejemplo Colombia. Este país, habiendo una situación más difícil que en Panamá, interpretó de manera favorable diciendo que un hombre y mujer es un tipo de matrimonio, y eso no implica que parejas del mismo sexo también puedan tener ese acceso al mismo derecho.
Muchos se preguntan si esta entrada al acceso al matrimonio será la puerta a las adopciones...
Es que, ¿qué matrimonio no tiene derecho a formar una familia? Además, no todos los matrimonios quieren tener descendencia, pero es un derecho legítimo de la igualdad de toda familia de poder tener hijos y es una realidad, y el que lo quiera negar va a ser difícil hacerlo, que hoy en día en Panamá hay una gran cantidad de familias monoparentales, es decir, conformadas por dos mujeres o dos hombres, y tienen hijos. No solo las mujeres lesbianas pueden tener naturalmente hijos biológicos, también parejas de divorciados que tienen hijos de su primer matrimonio y ahora encuentran una pareja del mismo sexo. Todas estas familias están criando hijos de una manera fabulosa, con amor, dándoles protección económica, social, cultural, de una familia, y hoy el Estado –a esas familias– no les reconoce el derecho que tienen las familias de padres heterosexuales. Estamos, además, truncando el derecho de esos niños de poder tener la protección que se merecen, y es que tengan dos personas que están criándolos formalmente y que tengan el apoyo del Estado.
¿Usted cree que el fallo de la CSJ será apegado a derecho o por presiones de las partes? Porque también sé que el grupo a favor ha presionado...
Porque es nuestro derecho legítimo de reivindicación de ser tratados con dignidad y dejar atrás muchas décadas de discriminación hacia las parejas del mismo sexo. Yo soy optimista, me mantengo optimista porque soy demócrata y creo en los derechos humanos y en el derecho, por eso estudié derecho cinco años en la universidad y sigo estudiando todos los días. Yo creo y tengo fe en la justicia y la CSJ es la última instancia nacional que debería asegurarme a mí, como panameño, a usted
Si yo me identifico como persona gay o como queer, es una decisión personal. Así como alguien quiere llamarse un filósofo porque cree en la filosofía, yo tengo que respetar cómo esa persona quiere que se le llame porque es parte de nuestra identidad”.