Nos hace falta educación
“Hemos llegado a invertir el concepto de servidor público, por el de realeza. Aquellos que son llamados a servirnos a todos, nos ven como plebeyos […]”
Decía el filósofo inglés Herbert Spencer “educar es formar personas aptas para gobernarse a sí mismas, y no para ser gobernadas por otros”. ¡Auch! Creo que el error que ha venido cometiendo la sociedad, basando nuestros comentarios en esta premisa, es evidente.
¿Cuál es el objetivo de los gobernantes? ¿Cuál es la motivación real de aquel que busca el poder sobre una Nación? La respuesta correcta es precisamente lo opuesto a lo que obtendríamos de un sistema en el que la educación fuera la meta para los ciudadanos.
Los gobernantes no quieren pueblos que cuestionen sus acciones, no. No quieren ciudadanos ilustrados, pensantes y con criterios que puedan señalar lo malo en sus gestiones. Lo que los gobernantes quieren son personas sumisas, incapaces de hilar pensamientos críticos, cuya ignorancia generalizada los lleve cual rebaño a pensar que un político es su salvación, porque les da un jamón a fin de año, mismo que fue pagado con el dinero de los impuestos que tributamos. ¡“Gracias por nada”, deberían decirles en la cara!
Y a nivel mundial, los gobernantes han tenido un éxito inmenso en la campaña de embrutecimiento social. Lo vemos en todo. Los premios en música se los llevan aquellos que no solo no son músicos, sino que la basura del contenido que disparan de manera obscena por los medios de comunicación no puede considerarse otra cosa que una retahíla de groserías. ¡Y esos son los modelos a seguir!
En lo social, los revolucionarios de hoy son personas incapaces de ser coherentes. Hablan de tolerancia, pero no toleran a nadie que piense diferente. Exigen respeto, pero irrespetan a todos con sus aberraciones. Se manifiestan contra el sacrificio de animales para alimento, pero comen hamburguesas y asados. Proponen leyes para penalizar el maltrato animal, mientras gestionan leyes para hacer legal el aborto. ¿Acaso nadie más ve que no hay lógica en su actuar?
En lo religioso, muchos líderes han quedado expuestos como lo que son: rapaces aprovechadores del sufrimiento humano. Otros, ocultos depravados que se esconden en la fe para saciar sus desviados apetitos.
En lo político hemos visto, semana tras semana, espectáculos vergonzosos protagonizados por funcionarios de elección popular y por nombramiento, en tramas tan diferentes que abarcan desde narcotráfico, tráfico de influencias, hasta peleas al mejor estilo del “patio limoso”. Después nos ofendemos cuando Panamá aparece en todo tipo de listas que resaltan lo malo del país.
Pero ¿en qué cabeza cabe que podemos ser un destino de inversión, cuando las autoridades no rinden cuentas de los dineros que piden prestados, endeudando al país, y sin saber en qué se invierten? En nuestro país, no hay castigo para los cercanos al poder que otorga el dinero, sin importar la procedencia del mismo.
Para añadir golpe al insulto que resulta para la ciudadanía que esos mismos que aparecen señalados por las leyes de otros países como involucrados en actividades ilegales se paseen libremente por las calles, gozando de los bienes mal habidos, las leyes locales hacen lo necesario para promover su impunidad, en vez de buscar llevarlos a enfrentar la justicia.
Esta podredumbre es el resultado de décadas de negligencia en materia educativa. Muchas personas ven la ortografía como algo opcional, y si les hablamos de redacción, gramática y lectura, es como si les faltáramos al respeto. El hecho de que existan normas que regulan el idioma ofende su “derecho” a escribir como idiotas. Y así lo aplican a todo.
Que existan normas de comportamiento social coarta su “derecho” a incumplir las leyes, y un largo etcétera de estupideces que hoy ven como libertades.
La ignorancia se ha enquistado en el pensar del ciudadano, torciendo el significado de las palabras. Entienden igualdad por incapacidad. Así, la incapacidad de unos se equipara al conocimiento de otros, dándoles pesos similares ante la opinión pública. Luego vemos a violadores de los derechos humanos, hablando de respeto y democracia.
Entienden libertad por libertinaje, llevándolos a creer que tienen “derecho” a incumplir las leyes, pero sin tener que asumir las responsabilidades de sus malas decisiones. No somos capaces de gobernar nuestros primitivos instintos, mucho menos sabremos gobernar nuestro actuar.
Toda libertad requiere responsabilidad. Pero no, acá no.
Vivimos en un país en el cual si un ciudadano caza iguanas para comer, va preso, mientras que funcionarios hacen malos manejos de fondos públicos, comprometiendo el bienestar de la población, pero no les pasa nada.
Hemos llegado a invertir el concepto de servidor público, por el de realeza. Aquellos que son llamados a servirnos a todos, nos ven como plebeyos, y habiendo salido de la miseria económica, viven hoy como reyezuelos.
Si han llegado a tener todo, habiendo salido de la nada, ¿en qué cabeza cabe que quieren que algo cambie en el país? Pero, para entender eso como sociedad, es necesaria la capacidad de pensar, aun si es de una manera incipiente. Nos hace falta educación.
¡Uf, qué pereza! Mejor pon otra plena, pa’ sentir el “flow” …
Y así nos va.
Dios nos guíe.
“[…] si un ciudadano caza iguanas para comer, va preso, mientras que funcionarios hacen malos manejos de fondos públicos, […] (y) no les pasa nada”
“En lo social, los revolucionarios de hoy son personas incapaces de ser coherentes. Hablan de tolerancia, pero no toleran a nadie que piense diferente”