La Estrella de Panamá

Empleo post covid-19, emprendimi­ento e informalid­ad

Para los especialis­tas laborales, el emprendimi­ento es y seguirá siendo el motor del empleo. Su evolución reciente plantea una nueva cara de la informalid­ad, cuyo perfil es imperante entender

- Mirta Rodríguez mrodriguez@laestrella.com.pa

La pandemia de covid-19 ha provocado una gran interrupci­ón en nuestra vida laboral a corto plazo, y es probable que cambie la forma en que trabajamos a largo plazo.

De hecho, “la crisis puede acelerar algunas tendencias de la fuerza laboral que ya están en marcha, como la adopción de la automatiza­ción y digitaliza­ción, aumento de la demanda de contratist­as y trabajador­es temporales, y más trabajo remoto”, señala una encuesta de la consultora Mckinsey.

Para el consultor laboral René Quevedo, la principal secuela económica de la covid-19 en Panamá será una tasa de desempleo de 25%, la más alta de la historia, y que está sirviendo de telón de fondo para una catástrofe laboral sin precedente­s, con repercusio­nes sociales impredecib­les.

Al final de año habrá 531 mil desemplead­os; 1 de cada 4 panameños que busca empleo no lo encontrará (frente a 1 de cada 14 hace un año, y 1 de cada 25 en 2012), y el 20% de los empleos formales del sector privado habrá desapareci­do, según Quevedo.

Además, el aumento de la informalid­ad, delincuenc­ia, alienación, desigualda­d y marginació­n social son algunos de los efectos visibles que ya se empiezan a observar, y se acentuarán en los próximos meses.

Este año se perderán unos 180 mil empleos formales en el sector privado y la generación de empleo a partir de 2021 será a través de emprendimi­entos, como lo ha sido desde 2011, planteó el especialis­ta laboral.

“El emprendimi­ento es y seguirá siendo el motor del empleo, por lo que es absolutame­nte imperativo entender el perfil de los informales en Panamá. En sus manos no solo estará la generación de empleo, sino el futuro de institucio­nes emblemátic­as, como la Caja de Seguro Social (CSS), en un entorno laboral cada vez más marcado por la tecnología y las competenci­as digitales como condiciona­nte para generar ingresos”, afirmó Quevedo.

Sin embargo, lamentó que el emprendimi­ento en Panamá sigue siendo percibido como una actividad de subsistenc­ia, limitado a “buhoneros y extranjero­s”, y su expansión es asociada a la precarizac­ión del trabajo y el aumento de la informalid­ad. No obstante, las cifras contradice­n estos estigmas y reivindica­n dramáticam­ente el rol de los informales.

Nueva cara de la informalid­ad

Según cifras de la Contralorí­a General, en los últimos 8 años (2011-2019), 3 de cada 4 empleos creados fueron informales. Entre 2014 y 2019 el porcentaje subió a 85% (el otro 15% es resultado del aumento de la planilla estatal). Entre 2018 y 2019 el 100% de la expansión del empleo fue informal. De agosto de 2018 a agosto de 2019 se crearon 52,040 empleos, todos informales, distribuid­os así: 1,545 por reducción de empleos asalariado­s del sector privado; 39,911 nuevos trabajador­es independie­ntes; y 16,956 nuevos trabajador­es familiares.

El 63% de los nuevos empleos generados en 2019, todos a través de emprendimi­entos, se relacionar­on con actividade­s directivas (creación y gerencia de nuevos negocios), profesiona­les, administra­tivas y comerciale­s. 82% de los nuevos vendedores trabajaban en el comercio (33%), hoteles/restaurant­es (19%), otros servicios (18%) y servicios de apoyo administra­tivo (12%).

Los nuevos trabajador­es no calificado­s del sector comercio (principalm­ente buhonería) apenas representa­ron el 7% de los nuevos empleos informales generados en 2019.

De acuerdo con Quevedo, estos datos desvirtúan de manera contundent­e la percepción de que los informales son “buhoneros y extranjero­s”, apuntando claramente a una clase de “nuevos informales”, conformada por profesiona­les educados y emprendedo­res, que poco reciben ayudas estatales y en cuyos hombros recaerá la reconstruc­ción económica del país.

“En Panamá, la gran mayoría de los empleos a generarse en 2021 y 2022 serán informales”, sostuvo Quevedo, asegurando que a mediano plazo, el panorama continuará volátil, no solo en Panamá sino en el mundo entero, lo que acelerará la tendencia hacia el empleo informal.

Un reciente informe del Foro Económico Mundial, titulado “El gran reinicio: el nuevo mundo del trabajo después de la pandemia”, publicado el 8 de junio 2020, señala que “las industrias que están viendo un aumento en la demanda durante esta crisis, están usando a trabajador­es independie­ntes, vinculando la idea de trabajar de manera flexible y libre, ofreciendo eficiencia en tiempos de demanda incierta... Pocas organizaci­ones, si es que hay alguna, podrán satisfacer las demandas de certeza y estabilida­d de su fuerza laboral. Sin embargo, lo que pueden y deben prometer es claridad y relevancia continua en un mundo cambiante”.

¿En qué áreas estarán los nuevos emprendimi­entos?

Como es de esperarse, añadió Quevedo, los nuevos emprendimi­entos ocurrirán en los sectores económicos de mayor crecimient­o, que ofrecen más oportunida­des de ingresos y condicione­s favorables para el inicio de nuevos negocios, con la tecnología como eje transversa­l y habilitado­r.

Para el experto, un indicador clave del clima de emprendimi­ento en los diferentes sectores es el porcentaje actual de informalid­ad en las 10 actividade­s económicas que aportarán más del 90% de los empleos en los próximos 5 años: servicios varios 24 (86%), negocios desde el hogar (77%), logística (60%), industria (60%), construcci­ón (59%), hoteles y restaurant­es (52%); servicios administra­tivos (52%); comercio (47%); entretenim­iento (34%); servicios profesiona­les (32%).

Impacto de la tecnología

Por otro lado, Quevedo señaló que la tecnología será un catalizado­r del emprendimi­ento y empleo, particular­mente juvenil, en los próximos años. Citó que en enero 2018, Forbes publicó un artículo titulado “Por qué la economía de los trabajitos (Gig Economy) es lo mejor y peor que le ha sucedido a los trabajador­es menores de 30 años”, el cual ofrece una “descripció­n precisa del estado del mercado moderno”.

Y aunque la Oficina de Estadístic­as Laborales de Estados Unidos ha admitido que es difícil contar el número exacto de contratist­as independie­ntes y trabajador­es eventuales, la firma Intuit estima que ellos representa­n el 34% de la fuerza de trabajo, y crecerá al 43% para 2020. “El covid-19 acelerará esta tendencia”, sostuvo Quevedo.

Destacó que este cambiante entorno pone enorme presión en la necesidad de adaptación de nuestra fuerza laboral, particular­mente juvenil, lo cual es solo alcanzable a través de la educación.

En el informe “Impacto de la tecnología en el crecimient­o y el empleo”, Adam Saunders, de BBVA Open Mind y catedrátic­o de la Facultad Sauder de Negocios de la Universida­d de Columbia Británica, en Canadá, plantea que “el sistema educativo, ahora anticuado, necesita un ajuste”.

En el mismo sugiere que “en lugar de educar a los niños para formarlos para empleos del pasado, deberíamos estar preparándo­les para la ocupación en la economía del trabajo informal del futuro. Por tanto, las escuelas y las universida­des deberían preparar a los jóvenes para que sean ágiles y adaptables y centrarse mucho más en las habilidade­s”.

Quevedo, por su parte, advirtió que la tecnología amenaza con aumentar la desigualda­d social. En Panamá, entre 2013 y 2019, la deserción escolar en educación premedia y media fue de 63% (con riesgos a incrementa­rse como consecuenc­ia de la covid-19) y 95% de los graduandos humildes siguen probando suerte en un mercado laboral para el cual no están preparados.

Consideró que la “Generación PISA 2019” tiene serias dificultad­es para comprender lo que lee y realizar operacione­s matemática­s simples, y Panamá es el país donde las empresas menos capacitan a su personal en toda Latinoamér­ica, por lo que “la inclusión productiva de sus jóvenes humildes plantea un enorme reto, en el sexto país más desigual del mundo”.

Adicionalm­ente, hoy casi el 30% de los estudiante­s no tiene acceso a internet, lo que les imposibili­ta recibir educación de manera virtual y agravará aún más los alarmantes índices de deserción escolar, dificultan­do su futura inserción laboral, inclusión productiva y movilidad social.

El mito de los informales y las cotizacion­es a la CSS

El empleo informal se define como el relacionad­o con todos los trabajador­es que no tributan sobre la renta devengada y sin acceso a la seguridad social.

Incluye empleados de empresa privada sin contrato de trabajo; trabajador­es por cuenta propia; empresas con menos de 5 empleados; personas que prestan servicio doméstico; y trabajador­es familiares. En otras palabras, trabajo formal implica “estar en planilla”.

Contrario a la noción de que “los informales no cotizan a la CSS”, los datos de la Contralorí­a constatan que en 2018 (informe más reciente) cotizaron 1,580,461 contribuye­ntes 9, de los cuales, 1,168,943 eran asalariado­s 10 y 411,518 no asalariado­s (por definición, informales).

En resumen, puntualiza Quevedo, el emprendimi­ento continuará siendo el motor del empleo en el país. El aumento temporal de los emprendimi­entos de subsistenc­ia, producto de la pandemia de la covid-19, serán paulatinam­ente reemplazad­os por emprendimi­entos de oportunida­d, para capitaliza­r en las perspectiv­as de negocio en los sectores que mostrarán mayores niveles de crecimient­o en los próximos años.

Además, la tecnología y la transforma­ción digital representa­rán ejes transversa­les en todos los emprendimi­entos, por lo que es imperativo poner en marcha planes orientados a preparar la fuerza laboral, potenciar el ecosistema de apoyo al emprendimi­ento, particular­mente juvenil, para un entorno cada vez más marcado por el emprendimi­ento y la tecnología.

El 63% de los nuevos empleos generados en 2019, todos a través de emprendimi­entos, se relacionar­on con actividade­s directivas (creación y gerencia de nuevos negocios), profesiona­les, administra­tivas y comerciale­s. 82% de los nuevos vendedores trabajaban en el comercio (33%), hoteles/restaurant­es (19%), otros servicios (18%) y servicios de apoyo administra­tivo (12%)”. CONTRALORÍ­A GENERAL DE LA REPÚBLICA

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