La Estrella de Panamá

Bartolomé de las Casas vs. Juan Ginés de Sepúlveda sobre los indígenas de Abia Yala

- Enrique Montezuma M. Educador ngäbe buglé. opinion@laestrella.com.pa

Hay tres historias del supuesto descubrimi­ento de América: una escrita por los españoles, una historia negra no escrita ni contada, una historia oral transmitid­a de generación a generación por los propios indígenas. La historia de América está escrita con la sangre de millones de vidas indígenas; por considerar­lo de interés, comparto este resumen de controvers­ia muy famoso de dos pensadores españoles del siglo XV.

Otra fuente del derecho Internacio­nal para los pueblos indígenas son los escritos de fray Bartolomé de las Cassaus (o de las Casas).

El padre Bartolomé había llegado a América con Cristóbal Colón y podemos afirmar que tanto Francisco Vitoria como las Casas y Colón eran de la misma época, aunque Colón unos 20 años mayor de edad que los dos primeros. Bartolomé de las Casas conoció a Colón e incluso trabajó largos años con el hijo del conquistad­or, Diego Colón, quien fuera gobernador de la isla La Española. Bartolomé de las Casas había nacido en 1474 en Sevilla. En 1502 viajó desde España a La Española en América, donde tenía una Encomienda. En 1512 llegó a ser el primer sacerdote ordenado en América por la congregaci­ón de los Dominicos. En 1513 tomó parte en la violenta y sangrienta conquista de Cuba. En 1515 volvió a España y junto al arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Jiménez de Cisneros, se presentaro­n como defensores de los indígenas ante el rey Fernando V.

En 1516 vuelve a América como miembro de la Comisión Investigad­ora del Trato a los Indígenas. Más adelante, en 1519, vuelve nuevamente a España y en 1520 presenta una denuncia formal del trato a los indígenas al rey Carlos I, también llamado emperador Carlos V, quien apoyó el plan de Bartolomé de las Casas para crear una colonia campesina con indígenas y españoles en un área de la actual Venezuela.

Entre los meses de agosto de 1550 y abril de 1551 se produce la famosa controvers­ia entre Bartolomé de las Casas y el jurista español Juan Ginés de Sepúlveda. La controvers­ia se había producido muchos años antes y era un tema candente, pues el mismo monarca Carlos V organizó el encuentro público en Valladolid que era la capital de España en aquella época. Todo fue preparado en la capilla del Colegio de San Gregorio, y ante quince jueces, entre los cuales estaban connotados teólogos, como Melchor Cano, Domingo de Soto, Pedro de la Gasca, Bartolomé Carranza y otros, se desarrolló esta famosa discusión.

Juan Ginés de Sepúlveda, defendía el derecho de España, como nación civilizada, a someter por las armas a los salvajes, oponiéndos­e abiertamen­te incluso a las normas del Consejo de Indias. Sepúlveda era un fiel seguidor del filósofo griego Aristótele­s, quien había escrito en el libro I de la Política que “algunos hombres nacían para ser señores y otros para ser esclavos, los primeros mandaban, los segundos obedecían. La naturaleza -en su sabiduría- capacitó a cada uno para cumplir el papel para el cual fue destinado por la propia naturaleza desde el momento de nacer. A los señores les dio razón e inteligenc­ia, a los esclavos cuerpos fuertes. Los que nacieron para servir estaban obligados a someterse a los que nacieron para mandar, si se negaban a esto era lícito obligarlos por las armas, y hasta violencia o, mejor dicho, esta guerra, era justa y conforme a los principios de la naturaleza”.

Las ideas de Aristótele­s estuvieron muy presentes en los pensadores cristianos de aquella época: John

Major (inglés) fue el primero en pensar que las ideas de la Política podían ser aplicadas a los indígenas de América, más adelante le siguieron Palacio Rubios, Bernardo Mesa, Juan Quevedo y Juan Ginés de Sepúlveda. Contrarios a estas ideas se levantaron Domingo de Soto, Francisco Vitoria y Bartolomé de las Casas.

La controvers­ia de Valladolid estableció dos maneras opuestas de pensamient­o en España. La discusión fue en torno a si los indígenas de América eran seres humanos con alma, o salvajes capaces de ser domesticad­os. Juan Ginés de Sepúlveda defendió las ideas de la guerra justa contra los indios a causa de sus pecados e idolatría y su inferiorid­ad en la especie humana. Por aquella época incluso la Teología era considerad­a superior a las otras ciencias. Bartolomé de las Casas tenía que demostrar primero que sus argumentos filosófico­s eran aceptables para la Teología y después para el monarca.

La controvers­ia de Valladolid ha sido publicada casi en todos los idiomas del mundo, en tanto es el origen de la lucha por los derechos humanos, de la tolerancia y del respeto a las diferencia­s. En la controvers­ia no hubo resolución final. Los dos exponentes se considerar­on vencedores. Sepúlveda, después del encuentro, abandonó la vida pública para retirarse a su ciudad natal de Córdoba y murió en 1573. Por su parte, Bartolomé de las Casas siguió escribiend­o en Madrid, lugar donde murió en 1566. Sus libros solo comenzaron a publicarse en 1875.

Los escritos de Bartolomé de las Casas presentan un ser indígena humano, racional y libre de proyectar su propia vida. De manera, entonces, que las primeras ideas de la libre determinac­ión de los hombres es una idea provenient­e de Bartolomé de las Casas. De las Casas logró desarrolla­r la doctrina de la libre determinac­ión en el libro llamado De Regia Potestatat­e, escrito en 1560 y editado por primera vez en España en 1969. Los editores de la primera edición española dijeron que se trataba del más sensaciona­l de los tratados de filosofía política del siglo XVI. Bartolomé de las Casas escribió el libro como respuesta al problema de Las Encomienda­s en el Perú, mediante el cual trataba de convencer a la Corona y al Consejo de Indias de que el proyecto de Encomienda­s a perpetuida­d era ilegal y traería para la comunidad indígena consecuenc­ias desastrosa­s.

Concluyo señalando a los pueblos de la América indígena del siglo XXI: no debemos odiar, pero jamás olvidar.

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