Panfleto que explica cómo acabar con Panamá
Cuando Ud. vea que, por cualquier motivo, exagerado o no, en Panamá comiencen a destruirse la institucionalidad, la democracia, las libertades, la economía, la sociedad, las empresas, el tejido social, el sistema de salud, la educación, el estatuto de administrar el Canal, quiebre la Zona Libre, se vayan los bancos y nadie pueda hablar mal de cualquier Gobierno… sospeche que las condiciones se han creado a propósito, para que Panamá pueda ser presa fácil del inicio de una fatal cubanización y aniquilamiento progresivo, como ha sucedido en otros países de América, por ejemplo, el caso perdido de Venezuela.
El motivo atrayente del país de los “venecos” fue Pdvesa (hoy arruinada “ex profeso”) y el de Panamá será el Canal entre cientos de ventajas que facilitarían el tenebroso funcionamiento y dominio del estudioso depredador social por la efectividad de sus estafas, teorías y medidas. políticas sólidamente aplicadas para Ud., sin que le importe ni a su mamá en este planeta y entonces gritará si acaso, si no lo han asesinado: “¡Nos jodimos, compa!”.
¡Así que!, como bien lo dijo Rufino Cuervo, cuando éramos departamento de Colombia: “El que quiera conocer a Panamá que venga, porque se acaba”. En otras palabras, pataleen ahora que pueden, no vaya a ser casi al final de la pandemia, que pronto terminará en otros países, y cuando medio Panamá con todo y gallotes hayan huido despavoridos, buscando otros destinos mejores, que jamás encontrarán.
Miren, venerables ancianos, cuando las instituciones sean corroídas en Panamá, no crean que será por las malas políticas de nuestros chambones que nos gobiernan, ¡“nombe”! Por el contrario, esas son las reglas del panfleto cubano especialmente diseñadas para Panamá, intenciones macabras que despertaron con la pandemia. Ni López Obrador, que yo pensaba que era un bobo, ha frenado a su economía en ningún momento, ¿y no sé cuántas decenas de miles de cuates han muerto?
Les asevero que de la Panamá linda y próspera no quedará nada, poco a poco se acrecentará la caterva de ñángaras en San Felipe, junto a sus asesores cubiches que juegan sus cartas de manera brillante, enviarán a miles de panameños al exilio, pulverizarán a todo el que se les oponga, amparados irónicamente en la neutralización internacional por la diplomacia de los influyentes tiranos ateos de China, Rusia y Turquía.
Recuerdo perfectamente que, faltando dos días para la culminación del año 2019, me encontraba en Penonomé, junto a algunos conocidos para celebrar la llegada del nuevo año 2020, bautizada de acuerdo con los cálculos preestablecidos del horóscopo oriental como el “año de la Rata”.
Los nigromantes y futurólogos “expertos” en el arte de los buenos augurios ya nos pronosticaban que el nuevo año nos traería mucha prosperidad, sobre todo para aquellos que deseaban emprender algún nuevo negocio y nuevas relaciones.
La posible existencia de un nuevo virus respiratorio aparecido en la ciudad china de Wuhan resultaba como muy lejos para poder tocarnos. Sin embargo, la propagación del denominado coronavirus se dio tan rápido que nos tomó a todo el planeta prácticamente por sorpresa, tan parecido a esos golpes que parecen muy suaves y al final te dejan al borde del “nocaut”.
La Organización Mundial de la Salud solo se limitó a contemplar la propagación del nuevo coronavirus y anunciar que estábamos lejos de una pandemia; sin embargo, el efecto dominó de los contagios tan acelerados hizo reconocer que efectivamente el mundo estaba prácticamente contagiado del nuevo virus, que fue “muy astuto” en saltar con éxito de un ambiente a otro y con réplicas de llaves para entrar en nuestras células que ni el mejor cerrajero pudiera lograr.
Los voceros de la OMS tuvieron un papel lamentable y carente de una reacción efectiva que pudiera crear una barrera para contener el nuevo coronavirus, como sí había pasado con virus anteriores, como el Ébola, por ejemplo. Su director, el etíope Tedros Adhanom, hizo bien el papel de “mensajero del Apocalipsis” hasta el último momento en que se decretó “la pandemia a nivel mundial”. Nunca hubo un mensaje de aliento o positividad ante la aparición de posibles medidas o “remedios” para hacer frente al nuevo coronavirus. La consigna de la OMS fue rechazar y negar todo remedio por sobre todas las cosas.
Tedros Adhanom y su “prestigioso equipo” de infectólogos desechaban todo lo que pudiera servir como ayuda ante la nueva pandemia. Eran los reales voceros del “exterminio”, incluso con las apariciones de posibles vacunas, solo se limitaban a decir que “las mismas no eran una real solución”. El señor director de la OMS resulta para mí un personaje misterioso, prácticamente desconectado de las medidas que podrían traer soluciones y más bien interesado en que el mundo viva bajo el terror de sus malos presagios.
Definitivamente que el año de “la Rata” no trajo la prosperidad que los prestidigitadores de pacotilla siempre suelen vaticinar, pero el mundo vivió de acuerdo con las condiciones de vida de un roedor por causa de la pandemia: encerrados, con miedo y solo salíamos para buscar alimentos.
En Panamá, el manejo de la pandemia tuvo todos los ribetes del famoso pindín “echa pa’lante, echa pa’tras”. Las ruedas de prensa del Minsa nos recordaban y nos siguen recordando que hay otras gentes que está peor