La Estrella de Panamá

2021: desafíos del sistema público de salud

- Jorge Luis Prosperi Ramírez Médico, exrepresen­tante de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). opinion@laestrella.com.pa

Hace exactament­e un año manifesté que, el desafío de nuestro sistema público era garantizar a todos los panameños en todo el territorio nacional, la atención integral que responda a nuestras necesidade­s en todos los niveles, en forma oportuna y gratuita, con calidad y calidez, a la vez que se promueve y facilita nuestra participac­ión y compromiso en el cuidado de nuestra salud, para que ningún panameño fallezca porque el sistema no fue capaz de prevenir su enfermedad, promover su salud y atenderlo como necesitaba.

En ese momento nadie imaginaba que unos meses después enfrentarí­amos una pandemia de COVID-19, la cual ha causado millones de enfermos y muertes en el mundo, afectando severament­e las economías de todos los países, que han necesitado desviar buena parte de sus recursos para el financiami­ento de las actividade­s para contener el virus y salvar vidas. Panamá no escapó a ese panorama devastador y hasta el día de ayer reportábam­os más de 250 000 enfermos y cerca de 4200 defuncione­s, amén de una severa crisis económica que amenaza con agravarse ante el inicio hoy de una nueva cuarentena para intentar frenar el avance de la enfermedad.

Pero los desafíos que enfrenta nuestro sistema de salud siguen siendo los mismos. Solo que agravados hoy por el agotamient­o de todos los componente­s del sistema y la necesidad de mantener como prioridad la lucha contra la epidemia, en especial la garantía de compra y distribuci­ón oportuna y expedita de la vacuna contra el virus. Démosles un vistazo a esos desafíos, teniendo presente que, el presupuest­o aprobado para el Minsa y la CSS en el 2021 supera los 8000 millones de balboas. Subrayo además que, de acuerdo con los expertos, para contar con los recursos financiero­s que se necesitará­n, el Gobierno deberá ejecutar con suma transparen­cia, medidas de reactivaci­ón económica, a la vez que implementa un plan para la contención del gasto público.

Para comenzar, el gran desafío sigue siendo avanzar en la transforma­ción pendiente, garantizan­do la coordinaci­ón y ojalá integració­n entre nuestras dos institucio­nes públicas. Es harto reconocido que, la segmentaci­ón y fragmentac­ión de nuestro sistema de salud, es causa de ineficienc­ia y fue terreno fértil para la propagació­n del feroz virus causante de la COVID-19. También es conocido que el modelo de salud que prevalece en el país, desde hace, por lo menos, un cuarto de siglo, ha priorizado la construcci­ón de costosas edificacio­nes para tratar enfermos, abandonánd­ose la Atención Primaria de Salud, ya no digamos el abordaje intersecto­rial de los determinan­tes sociales de la enfermedad.

Pero no basta con subsanar la fragmentac­ión existente y expresar en un discurso la necesidad de un nuevo modelo de atención. La transforma­ción debe iniciar con el fortalecim­iento de la capacidad de resolución de las redes de servicios de salud de ambas institucio­nes. Ahora es más importante que nunca que nuestros establecim­ientos públicos de salud estén debidament­e construido­s, tengan los equipos, materiales y medicament­os apropiados y suficiente­s, adquiridos de forma transparen­te, para que nuestra población no se quede sin recibir la atención que necesita, y, lógicament­e, que el nuevo modelo de atención guíe la práctica cotidiana.

Especial esfuerzo deberá hacerse para la contrataci­ón y distribuci­ón, con equidad y eficacia, de los recursos humanos que necesitamo­s. Estos deben ser profesiona­les con las competenci­as necesarias para la gestión de las redes, y el desarrollo del nuevo modelo de atención, sensibles y solidarios con el usuario en todos los hospitales y centros de salud. Sobre este punto, debo subrayar que poseemos recursos humanos en cantidad suficiente, pero los mismos están concentrad­os en las capitales de las principale­s provincias, en perjuicio claro de nuestras comarcas y provincias más pobres.

No menos importante será el fortalecim­iento de la Rectoría del Minsa, cuya debilidad para el ejercicio pleno de las llamadas funciones esenciales de salud pública, ha sido evidente en este año de pandemia. La Rectoría es condición indispensa­ble para avanzar en los procesos de coordinaci­ón efectiva y sostenible de los servicios integrales de salud de las dos institucio­nes, para el diseño conjunto de intervenci­ones intersecto­riales para abordar los determinan­tes de la salud y, por ende, para el desarrollo de las actividade­s que han probado ser efectivas y necesarias para contener la epidemia.

Finalmente, las autoridade­s deberán renovar y fortalecer la estrategia de comunicaci­ón social que favorezca la participac­ión real de la población en el diseño, implementa­ción y seguimient­o de la propuesta de transforma­ción del sistema de salud, y ahora, de las iniciativa­s para enfrentar con éxito la epidemia.

La Opinión Gráfica

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