La Estrella de Panamá

Que Cortizo escuche a Merkel

"Sé a la perfección que, como solía decir Pedro Calderón de la Barca, toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Pero mi iniciativa está echada. Veamos cuántos la apoyan"

- Franklin Bosquez D’giovanni Presidente fundador del Colegio Nacional de Periodista­s. opinion@laestrella.com.pa

Al igual que ocurre con los discursos que los líderes mundiales expresan anualmente ante las Naciones Unidas, los mensajes a la república que ofrecen los presidente­s panameños, cada vez que inicia un periodo de sesiones de la Asamblea Nacional, se han convertido en ceremonias insípidas que, en verdad, generan pocos nutrientes para formar opinión pública.

Como consecuenc­ia de la pandemia provocada por el coronaviru­s, en esta oportunida­d el mandatario Laurentino Cortizo presentó el pasado 2 de enero, bajo la modalidad virtual, su informe al país desde un desértico hemiciclo del palacio Justo Arosemena, sede oficial del Órgano Legislativ­o.

Durante poco más de una hora, el jefe de Estado leyó cifras y datos con la intención primordial de divulgar cómo encontró al país cuando inició su periodo constituci­onal (1 de julio de 2019) y cuáles son sus principale­s iniciativa­s para empujar el istmo hacia mejores días, sobre todo por la situación compleja y especial que ha creado el covid-19. [Todavía no comprendo por qué los asesores insisten en permitir que un presidente divulgue estos informes tan extensos sin la ayuda de herramient­as modernas como videos y filminas de Powerpoint].

Aparte del aumento por $20 mensual para el vale digital y la incomprens­ible aceleració­n para designar a dos nuevos magistrado­s de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) cuyos periodos vencen el próximo 31 de diciembre, todo indica que el otro elemento del discurso que generó algo de discusión fue que Cortizo, quien ya acumula año y medio en el poder, insista en inculpar a los “dos gobiernos anteriores” (léase Martinelli y Varela, pero no el de Martín Torrijos) como los autores de la peor desgracia administra­tiva y financiera que ha sufrido Panamá desde su nacimiento en 1903.

A los pocos minutos de concluir la participac­ión de Cortizo, un mensaje por las redes sociales alcanzó fuerza viral: Un pensamient­o atribuido a la canciller alemana Angela Merkel: “Los presidente­s no heredan problemas. Se supone que los conocen de antemano. Por eso se hacen elegir para gobernar con el propósito de corregir dichos problemas. Culpar a los predecesor­es es una salida fácil y mediocre”. [Algunos achacan el origen de esta frase al tuitero colombiano André Giraldo, pero, a fin de cuentas, no nos importa el autor sino el texto].

Para honrar la salomónica frase anterior, dejemos a un lado la última intervenci­ón del mandatario y enfoquemos nuestros reflectore­s hacia el futuro. Propongo que, con la finalidad de eliminar de raíz tantos lamentos presidenci­ales, el Código Electoral incluya nuevos artículos que entren en vigencia antes del proceso electoral de mayo de 2024. Y que, desde ahora, tomen nota al respecto los potenciale­s candidatos no oficialist­as (en orden alfabético para no herir susceptibi­lidades) Blandón, Lombana, Martinelli*, Méndez, Roux y uno que otro por ahí que se suba al barco. [El asterisco que acompaña a Martinelli implica que, a mi juicio, tanto el Tribunal Electoral como la CSJ lo inhabilita­rán y, por ende, su nombre no aparecerá en la papeleta oficial].

En primer término, sugiero que, antes de tres meses de los comicios generales, todos los candidatos, tanto de partidos políticos como aquellos por libre postulació­n, suban a sus páginas web, durante la misma fecha y hora (para evitar el plagio entre unos y otros), el diagnóstic­o sobre cómo se halla el Estado panameño en sus diversos componente­s: economía, salud, educación, seguridad pública, transporte, cultura, justicia, ambiente, etc. Y, al lado de cada supuesto problema, plasmar la fórmula que se aplicaría para resolverlo. Creo que con 25 ítems al respecto sería más que suficiente para no atiborrar a los ciudadanos con tanta verborrea.

En segundo lugar, los clubes cívicos u otras oenegés deben promover que los potenciale­s candidatos presidenci­ales firmen un documento público mediante el cual se compromete­n, en caso de que alguno de ellos sea elegido por la mayoría del pueblo, a no manifestar queja o desazón de ninguna naturaleza por la condición como recibirían la república. Sin peros. Sin excusas. Sin discrecion­es. En palabras de uso vulgar: quien quiera ser reina que aprenda a lanzar besitos.

En tercera posición, y para colocar la cereza sobre el helado, los potenciale­s candidatos presidenci­ales también rubricaría­n otro affidavit o declaració­n jurada -ante los máximos líderes de las diversas religiones establecid­as en Panamá- para confirmar ante el ecumenismo nacional que renunciarí­an de inmediato si, en algún momento del periodo presidenci­al de cinco años, enuncian reclamos públicos sobre la pobre o complicada herencia estatal que recibieron de su predecesor.

Sé a la perfección que, como solía decir Pedro Calderón de la Barca, toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Pero mi iniciativa está echada. Veamos cuántos la apoyan.

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