La Estrella de Panamá

Paz y prosperida­d: la clave

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Convertir a América Latina en una región segura, abierta al mundo, tolerante y próspera es todavía un proyecto. Contamos con personas extraordin­arias, una cultura desbordant­e y atractivos naturales que nada tienen que envidiar a otras regiones. Pero, ¿es suficiente?

El mundo avanza a gran velocidad. Lugares en los que antes solo había desierto, ahora son polos económicos, financiero­s y culturales inimaginab­les. No son democrátic­os, pero aprovechar­on el ‘boom’ petrolero para crecer y competir, algo muy diferente de lo sucedido en mi querida Venezuela. Por ello, constatamo­s con asombro que Dubái es la sexta mejor ciudad del mundo para vivir en 2021, y Doha, la número 23.

El top ten del ranking de Resonance Consultanc­y está encabezado por Londres, Nueva York, París, Moscú, Tokio, Dubái, Singapur, Barcelona, Los Ángeles y Madrid.

Para encontrar la primera capital latinoamer­icana –Sao Paulo–, hay que llegar hasta el lugar 44. Luego aparecen Buenos Aires (63), Río de Janeiro (81) y ciudad de México (97).

Miami, que hace 60 años era un pequeño lugar de descanso, hoy está en el lugar 27 global, con elogios a su creativida­d, impulsada por la aceptación hacia los nuevos inmigrante­s y al idioma español como conexión con América Latina.

¿Qué mide el ranking Resonance Consultanc­y? Combina estadístic­as de otros organismos con evaluacion­es cualitativ­as de lugareños y visitantes, en 25 áreas y seis categorías.

Entre otros factores, valora la igualdad de ingresos, la criminalid­ad, el clima, la conectivid­ad aérea, la calidad de las universida­des, el número de atraccione­s locales, el nivel educativo, el desarrollo económico, la prosperida­d, la cultura y la vida nocturna...

Es evidente en lo que fallamos, empezando por la seguridad y la desigualda­d económica. En este escenario, cada ciudad de América Latina necesita un nuevo enfoque para reducir la violencia. Comenzando desde la etapa escolar, a través de programas de educación emocional como los que ha implementa­do la Fundación Ismael Cala en algunos países.

Poner computador­as en manos de los más desfavorec­idos, y educarlos en la promoción de la paz, abre el largo camino hacia la erradicaci­ón de la violencia. Hoy no existen guerras en América Latina, salvo las que ejecutan los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua contra sus ciudadanos, y algunos grupos armados ilegales. Sin embargo, aún estamos lejos de liderar los índices de paz y prosperida­d. ¡Hagamos lo que nos toca!

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