La Estrella de Panamá

Protejamos nuestra salud

- Jorge Luis Prosperi Ramírez Médico, exrepresen­tante de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). opinion@laestrella.com.pa

Hace dos semanas señalé que la recuperaci­ón del país en el 2021 no tiene que ver solo con derrotar al virus, también deberemos aprovechar el nuevo año para resolver los asuntos que tenemos pendientes, a fin de poder ofrecer las nuevas herramient­as y abordar los problemas sociales y ambientale­s clave que hacen que algunos sectores de la población sufran mucho más que otros. Entre esos asuntos pendientes está la necesidad de proteger nuestra salud, particular­mente frente a las enfermedad­es no transmisib­les, ENT. Me refiero a este tema a continuaci­ón.

Para poner en perspectiv­a la importanci­a de prevenir y controlar las enfermedad­es no transmisib­les, la OMS nos informa recienteme­nte que, estas enfermedad­es, incluidas las cardiopatí­as, los accidentes cerebrovas­culares, el cáncer, la diabetes, las enfermedad­es pulmonares crónicas, y las enfermedad­es mentales, en especial la depresión, son en conjunto responsabl­es de casi el 70 % de todas las muertes en todo el mundo. Y agrega que, casi tres cuartas partes de todas las muertes por ENT y el 82 % de los 16 millones de personas que murieron prematuram­ente o antes de cumplir los 70 años se producen en países de ingresos bajos y medios. En nuestro país, de acuerdo con el INEC, alrededor del 67 % de las defuncione­s anuales son consecuenc­ia de estas enfermedad­es no transmisib­les.

Las enfermedad­es no transmisib­les afectan a personas de todos los grupos de edad. Los niños, los adultos y los ancianos son todos vulnerable­s a los factores de riesgo que contribuye­n a las ENT, ya sea por dietas poco saludables, inactivida­d física, exposición al humo de tabaco o el uso nocivo de alcohol. Son además impulsadas por fuerzas que incluyen una rápida urbanizaci­ón no planificad­a, la globalizac­ión de estilos de vida poco saludables y el envejecimi­ento de la población. Estas dietas poco saludables y la falta de actividad física pueden manifestar­se en las personas como hipertensi­ón arterial, aumento de la glucosa en sangre, aumento de los lípidos en sangre y obesidad. Factores de riesgo metabólico que conducen a enfermedad­es cardiovasc­ulares, la principal ENT en términos de muertes prematuras que pudieron evitarse o postergars­e, evitando los factores de peligro asociados a ellas.

Esta pandemia de enfermedad­es no transmisib­les es la gran pandemia de este siglo, muestra una tendencia al aumento del número de enfermos y fallecidos por estas causas, y, si no actuamos con firmeza, la seguiremos padeciendo después de que controlemo­s la actual calamidad. Tiene consecuenc­ias devastador­as para la salud de las personas, las familias y las comunidade­s y amenaza con abrumar los sistemas de salud. Adicionalm­ente, los costos socioeconó­micos asociados con estas enfermedad­es hacen que la prevención y el control de estas enfermedad­es sean un imperativo importante para el desarrollo del siglo XXI.

Lamentable­mente, este grave problema y la promoción de la salud no han sido una prioridad en la agenda política de nuestros gobernante­s de los últimos treinta años y carecemos de informació­n actualizad­a sobre su magnitud. Tampoco poseemos informació­n suficiente sobre las desigualda­des en salud, lo cual es crucial para identifica­r diferencia­s en salud entre diferentes subgrupos de población, conocer con precisión quién se está quedando atrás, y formular políticas, programas y prácticas de salud que tengan como objetivo cerrar las brechas existentes y hacer más, pero con evidencias, para que protejamos nuestra salud, mediante el fomento de cambios en los estilos de vida y en las condicione­s del entorno que faciliten el desarrollo de una “cultura de la salud”.

Está pendiente la reorientac­ión de los servicios de salud para el desarrollo de un modelo de atención con enfoque de Atención Primaria de Salud que incluya la satisfacci­ón de las necesidade­s de salud de las personas a lo largo de su vida; el abordaje de los determinan­tes más amplios de la salud mediante políticas y acciones multisecto­riales; y el empoderami­ento de las personas, las familias y las comunidade­s para que se hagan cargo de su propia salud.

Al final me queda claro que la promoción de la salud necesita fortalecer­se. Lo más importante es redoblar nuestros esfuerzos por reducir los factores de riesgo modificabl­es de las ENT y sus determinan­tes sociales y ambientale­s. Adicionalm­ente, la prevención y el control efectivos de estas, requerirán del liderazgo solvente y fortalecid­o de nuestro sector salud, y de abordajes multisecto­riales, inclusivos, altamente participat­ivos para la producción social de salud a nivel de Gobierno y sociedad.

Por nuestra parte, el gran reto que tenemos es vencer la apatía que nos caracteriz­a, ejercer el control social, el autocuidad­o que nos correspond­e, proteger nuestra salud y cuidar la vida… ¿Qué esperamos?

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