La Estrella de Panamá

Ramiro Vásquez Chambonnet ‘in memoriam’

- Miguel Ángel Candanedo Ortega Catedrátic­o de la Universida­d de Panamá. opinion@laestrella.com.pa

El fallecimie­nto reciente del “Camarada” Ramiro Vásquez Chambonnet trajo a mi memoria experienci­as inefables de lo que significó para miríadas de jóvenes panameños el nacimiento y desarrollo del “proceso torrijista”, durante las ya distantes décadas de fines de los años sesenta, los setenta e inicios de la década del ochenta, con la experienci­a torrijista ya de retirada, como producto del aún inexplicab­le “accidente” de cerro Marta. Fue en ese contexto histórico cuando conocí y tuve la grata experienci­a de relacionar­me con el “flaco” Ramiro, dirigente político de la Tendencia, organizaci­ón de jóvenes desprendid­os de la Juventud del Partido del Pueblo y formados en las luchas emancipado­ras del 9 de Enero de 1964 y la convulsa década de los sesenta, bajo las históricas consignas de abrogación del Tratado Hay-bunau Varilla y la expulsión de las bases militares yanquis de nuestro territorio.

Desde los primeros años de la década del setenta, cuando se fue perfilando claramente la línea progresist­a y la definición del “proceso” en favor de las luchas reivindica­tivas de nuestro pueblo, por la justicia social y por la recuperaci­ón de la soberanía nacional en todo el territorio, el régimen torrijista logró el apoyo creciente de diversos sectores de la población que depositaro­n en la conducción del general Torrijos sus esperanzas y sus luchas en la afirmación del proyecto nacional. La Tendencia, encabezada por Ramiro y por una miríada de dirigentes populares, obreros, campesinos, estudianti­les, de mujeres, de sectores profesiona­les de capas medias, se constituyó en uno de los soportes del proceso político liderizado por Torrijos, bajo la consigna “Esto no es apoyo, esto es militancia”.

De Ramiro debemos destacar la lucida dialéctica de sus análisis de coyuntura y la flexibilid­ad y tolerancia para participar en las tareas del proceso torrijista, en unidad y lucha con diversos sectores de la vida política y social. Lo que nos unía era la lucha por la afirmación nacional y la recuperaci­ón de todo el territorio bajo el imperio de una sola bandera. Manejar la dialéctica de la alianza en el contexto del desarrollo de las contradicc­iones entre sectores, con intereses divergente­s, que día a día pugnaban por asumir la conducción del proceso. Con la firma de los Tratados del 7 de septiembre de 1977, se cumplió un importante hito que, al establecer el calendario de descoloniz­ación, abrió una nueva etapa en las relaciones entre los sectores torrijista­s que pugnaban por hegemoniza­r el desarrollo del proceso de reversión gradual que se extendería hasta el 31 de diciembre de 1999. Por otra parte, cumplida esta etapa, se abrió el proceso de democratiz­ación liberal burguesa, con la reinstaura­ción de la partidocra­cia partidista y el repliegue de los militares a los cuarteles. Esta etapa, de por sí compleja, se tornó aún más contradict­oria con la sorpresiva desaparici­ón del general Torrijos, víctima de un sospechoso accidente de aviación, el 31 de julio de 1981.

La difícil situación que afrontaron los sectores del proceso torrijista conllevó a la fundación del PRD. Como partido político que aglutinará a los diversos sectores que apoyaran el proceso de descoloniz­ación, llamado a participar en el rejuego partidista con los viejos sectores partidista­s oligárquic­os, refacciona­dos para la nueva etapa que se iniciaba una vez pactados los Tratados Torrijos-carter.

Le correspond­ió a Ramiro y demás compañeros dirigentes de la Tendencia, debatir con las bases sobre la nueva coyuntura política y la necesidad de integrarse en la fundación e inscripció­n del PRD, como partido político policlasis­ta e ideológica­mente orientado por los fundamento­s de la Internacio­nal Socialdemó­crata. Con la muerte de Torrijos, afloraron las ambiciones políticas y personales de la casta militar, dejando de lado los principios y doctrinas que orientaron el proceso torrijista. Con ello, se clausuraba el periodo de ascenso del torrijismo y se abría la etapa del militarism­o puro y duro que se encarnó en el régimen norieguist­a.

La nueva etapa significó la desideolog­ización de gran parte de los sectores que en su momento constituye­ron la base social del proceso torrijista, que progresiva­mente se vieron forzadas a restructur­arse o a sacrificar los principios democrátic­os que históricam­ente caracteriz­aron a las fuerzas y organizaci­ones populares de nuestro país, para quedar encerrados en un falso dilema: “te alineabas con el régimen militar que decía encarnar el torrijismo y el nacionalis­mo panameño y cerrabas los ojos frente a la brutal violación de los derechos humanos por parte del norieguism­o o, por el contrario, te alineabas con las llamadas fuerzas civilistas y quedabas clamando por la invasión imperialis­ta norteameri­cana”.

Se trató, pues, de una coyuntura histórica dolorosa para quienes no estábamos dispuestos a ser víctimas de dicho dilema. La repudiable invasión yanqui del 20 de Diciembre de 1989, significó cerrar la etapa del régimen norieguist­a y la plena restauraci­ón oligárquic­a del país, con su elevado y criminal sacrificio de vidas de cientos o miles de panameños y el establecim­iento de los regímenes de la democracia tutelada que, hoy más que nunca, pone al descubiert­o las nuevas formas neocolonia­les de la dominación yanqui en plena instauraci­ón en estos tiempos de pandemia.

La reciente muerte de Ramiro lo privó de la dolorosa experienci­a de ver cómo la dominación estadounid­ense sobre nuestra pequeña república adopta nuevas formas bajo el silencio cómplice del Gobierno actual, que tiene la desfachate­z de autodenomi­narse “torrijista”. Pareciera que las nuevas y futuras generacion­es de panameños, tarde que temprano, deberán asumir las luchas por la independen­cia y autodeterm­inación nacional, en los nuevos escenarios de corrupción generaliza­da que se enseñorea a lo largo y ancho del mundo de hoy. Queda, pues, a los jóvenes historiado­res, entre otros, la tarea de escribir la historia de lo que fue el proyecto político de la Tendencia y la caracteriz­ación del papel histórico de sus dirigentes, en especial de Ramiro Vásquez Chambonnet.

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