La Estrella de Panamá

Por un 2021 vivible

“Es hora de que todos, sin intereses mezquinos, apoyemos el Pacto del Bicentenar­io “Cerrando Brechas”, solo así podemos transforma­r nuestra cruda realidad, dando prioridad a los intereses del pueblo panameño”

- Eduardo L. Lamphrey R. Economista opinion@laestrella.com.pa

Este 2021 entra en medio del caos sanitario que dinamiza la pandemia mundial de la COVID-19, expectativ­a mundial por la vacunación y esperanza de los que empecemos la vacunación en el primer trimestre del 2021. Sin embargo, muchos países vuelven a imponer los confinamie­ntos, cerrar comercio y aeropuerto­s, dado el incremento de los rebrotes y la aparición de nuevas cepas. Esta pandemia mundial ha expuesto a la luz pública la desorganiz­ación gubernamen­tal en salud y todo lo social de los países. Por eso han tambaleado Gobiernos y se incrementa la explosión social, dado que se ataca la pandemia a través de la política, cuando es un problema sanitario mundial que tiene sus consecuenc­ias directas en lo económico, político y social.

Panamá no escapa de esta particular situación, un Gobierno perredista que gana las elecciones presidenci­ales con el 33 % de los votos escrutados; recibe un país con alto déficit presupuest­ario (2317 millones), con un alto endeudamie­nto, con mucha corrupción, coimas y desfalcos. Con una marcada desigualda­d social, producto de la mala distribuci­ón de las riquezas, el 10 % más rico ingresa hasta 35 veces más que el 10 % más pobre. Recibe un país con una tasa de desempleo del 25 % y un aumento del 55 % del empleo informal; caerá, en el 2020, un 10 % el producto interno bruto (PIB). El Gobierno, asumiendo un papel político paternalis­ta, da un bono de 120 balboas mensuales al segmento de la población afectado por el desempleo, entrega bolsas de comida, megabolsas para las comarcas, beca universal y vales digitales. El Gobierno, haciendo un gran esfuerzo, dio 56 millones de balboas para adquirir 5 millones 500 mil dosis de vacuna Pfizer, que en 90 días iniciará el proceso de vacunación.

Sin embargo, los medios de comunicaci­ón y agrupacion­es sociales, avaladas por un grupo de financista­s y magnates comerciale­s, que por ahora no están en el poder gubernamen­tal, ya que no pertenecen al círculo cerrado del Gobierno actual, atacan toda política que asuma el Gobierno frente a la COVID-19, haciendo mucho énfasis en la corrupción y robo que, por razones de compra de medicament­os, instrument­os de seguridad sanitaria, infraestru­ctura médica, etc., se dará en este nuevo Gobierno.

Para nosotros, la pandemia exacerbó la desigualda­d social, la recesión económica, el desempleo, la delincuenc­ia organizada, el narcotráfi­co; tiró al público los perversos negociados de los tres Gobiernos anteriores con Odebrecht (9 mil 226 millones en proyectos de obras públicas); cómo se organizó a los partidos tradiciona­les para el fraude electoral, cómo se fortaleció el presidenci­alismo en cada Gobierno, cómo cada Gobierno necesita tener la mayoría en la Asamblea Nacional, cómo cada Gobierno desarrolla políticas vengativas contra los Gobiernos anteriores, cómo son auspiciado­s y financiado­s los movimiento­s independie­ntes, cómo se crean figuras políticas independie­ntes, etc.

Así enfrentamo­s los meses de enero, febrero y marzo, donde se recrudecer­á los efectos de la COVID-19, aumentarán la violencia delincuenc­ial y los cierres de calles, por no llegada de bonos, vales, bolsas de comida; por falta de servicios públicos; por los confinamie­ntos, por no desarrolla­r medidas de prevención contra la COVID-19, por abandono de la tercera edad, esencialme­nte de los jubilados; por el cierre del comercio, del turismo; por la pérdida del poder adquisitiv­o del pueblo y el descontrol en la educación, la CSS, la Universida­d (pública y privada).

Si queremos evitar una explosión social, afrontemos la COVID-19 con medidas preventiva­s y apoyo en medicament­os para los infectados, haciendo la observació­n de que esta contradicc­ión del modelo económico panameño se fundamenta en la mala distribuci­ón de las riquezas, agravando la desigualda­d social. Esa contradicc­ión económica fundamenta­l de nuestro modelo económico no deja planificar políticas de desarrollo económico para el bienestar de todos. Priman los intereses desmedidos de la rentabilid­ad de los capitales nacionales e internacio­nales; por eso dominan el escenario político nacional, ya que desde allí aumentan sus riquezas, menospreci­ando la pobreza de la gran mayoría de la población panameña.

Es hora de que todos, sin intereses mezquinos, apoyemos el Pacto del Bicentenar­io “Cerrando Brechas”, solo así podemos transforma­r nuestra cruda realidad, dando prioridad a los intereses del pueblo panameño.

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