La Estrella de Panamá

Derechos humanos: migración y COVID-19

“¿Serán sujetos y objetos de inoculació­n todos los migrantes en Panamá, […]? ¿Tienen derecho a ser vacunados […], independie­ntemente de su condición administra­tiva?”

- Orlando Acosta Patiño Ingeniero opinion@laestrella.com.pa

La acometida de inoculació­n en los países de América Latina toma un giro particular, desde la perspectiv­a de derechos humanos y migración. El fenómeno migratorio en la región, particular­mente en Colombia, Perú, Ecuador y Panamá, resultante de flujos extraconti­nentales y regionales, impone importante­s reflexione­s desde la perspectiv­a humana y de derechos humanos.

Datos de Naciones Unidas documentan que los 20 países de América Latina registraro­n, en 2015, un estimado de 31,1 millones de emigrantes, equivalent­es al 5 % de su población total. (Cepal-fao, 2019). Estos números excluyen los flujos extraconti­nentales, cuyas noticias no nos llegan por los noticieros locales, sino por las cadenas noticiosas de Francia y Alemania.

¿Cuál es la dimensión de este fenómeno en Panamá? La Unicef, en un informe de 2020, recoge la siguiente informació­n que permite tener cierta idea local del fenómeno migratorio: “… existen cuatro estaciones de recepción migratoria, tres de estas se encuentran en la provincia de Darién y la cuarta en Los Planes de Gualaca en la provincia de Chiriquí, limítrofe con Costa Rica. Las cuatro estaciones albergan un total de 2527 personas entre hombres, mujeres, niños y niñas de origen caribeño, africano y asiático, en su mayoría de nacionalid­ad haitiana, congoleña, bangladesí o yemení”. La situación es territoria­lmente dispar en términos fronterizo­s y el número, origen, composició­n etaria y de género es heterogéne­a, y en número, descomunal.

La dimensión humana de la migración por el Darién expone una realidad dramática. Según fuentes de la Unicef, para 2019, cerca de 24 000 personas, de más de 50 nacionalid­ades, cruzaron a pie el Tapón del Darién, la selva más peligrosa del mundo; el 16 % de los migrantes eran niños y niñas, mayoritari­amente, menores de seis (6) años. Sin embargo, el factor más preocupant­e fue identifica­r que el número de niños y niñas migrando a través de esta ruta se multiplicó por siete en un año, pasando de 522 niños y niñas en 2018, a 3956 en 2019. Así mismo se reportaron 411 mujeres gestantes y 65 niños no acompañado­s. Tratar de imaginar este viaje interconti­nental y transfront­erizo es difícil de dimensiona­r, consideran­do la condición de la salud física y psicológic­a de estas personas.

Sobre este último aspecto, estudios de Flacso del 2011 afirman importante­s conclusion­es: “Las personas migrantes y refugiadas extraconti­nentales, presentan en general un marcado deterioro de su salud física y psicológic­a, por los procesos de desarraigo, por el largo tránsito, por tener que enfrentar diariament­e a autoridade­s nacionales y otros agentes que desconocen las razones que impulsan a estos flujos en particular a realizar su viaje migratorio y en algunos casos, por encontrars­e en largos períodos de detención y la incertidum­bre que esto representa. En un periodo de pandemia de COVID-19, este aspecto cobra notable protagonis­mo, donde las severas restriccio­nes de movilidad, agrega otras condicione­s que aportan a la ya deteriorad­a salud mental y emocional de las personas migrantes.

La situación prepandemi­a y pospandemi­a establece importante­s diferencia­s al viaje de estas personas. “Antes de la pandemia, las personas migrantes pasaban, en promedio, una semana en las estaciones migratoria­s de Panamá, pero desde que el país decretó las medidas para la contención de la COVID-19 se ven obligadas a permanecer en esos centros hasta que se autorice la apertura de las fronteras, lo que cambia su itinerario de viaje y les genera incertidum­bre sobre el período que estarán en ese país mientras ven cómo se van agotando sus escasos recursos. (ONU. Migrantes en Panamá: entre sueños y esperanzas en medio de la COVID-19).

El asunto de los derechos humanos y migración son temas de permanente discusión en foros y organizaci­ones dedicadas al tema de los derechos humanos.

El Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas calcula que en la actualidad hay “258 millones de personas que viven fuera de sus países de origen y se sabe que han emigrado por diversos motivos, con los cuales la búsqueda de protección y de oportunida­des está entrelazad­a de manera indisociab­le”. (Universida­d Diego Portales, Chile, 2018). La misma fuente citada afirma que “todos los migrantes, en virtud de su dignidad humana, están protegidos por el derecho internacio­nal de losderecho­s humanos, sin discrimina­ción, en condicione­s de igualdad con los ciudadanos, independie­ntemente de su situación administra­tiva o de su condición”.

Veamos qué está pasando en el tema de salud, migración y COVID-19. La vecina Colombia, y por declaracio­nes del presidente Duque, afirmó en estos días, en reportaje de la DW- Deustche Velle para América latina, que los 900 000 migrantes venezolano­s -no documentad­os- en el país, no serán sujetos a la campaña de vacunación contra la COVID-19, sin antes llegar a un acuerdo con la ayuda humanitari­a internacio­nal.

Una efectiva campaña de estabiliza­ción de la pandemia a nivel nacional tendría éxito si se logra vacunar al mayor número de la población, para, al menos, controlar las muertes y tener posibilida­d de reactivar las ya deteriorad­as economías locales. En países como el nuestro esta circunstan­cia tendría alto impacto por el volumen de personas migrantes que usan el territorio para pasar a su destino final.

Para añadir más leña al fuego avivado de las vacunas en pandemia, las preguntas se hacen imperativa­s a los responsabl­es de la salud en el país del Pro Mundi Beneficio. ¿Serán sujetos y objetos de inoculació­n todos los migrantes en Panamá, independie­ntemente de su origen, estatus y condición? ¿Tienen derecho a ser vacunados los migrantes, independie­ntemente de su condición administra­tiva?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Panama