La Estrella de Panamá

CSS: ¿el terror del sector financiero?

“Una CSS eficiente, con un sólido plan de inversión y un manejo administra­tivo sin ataduras políticas o de intereses creados, garantizar­á un futuro de pensiones dignas y de una verdadera seguridad social”

- Elpidio González Aguilar Economista opinion@laestrella.com.pa

Por el momento, los recursos de la Caja de Seguro Social (CSS) se vislumbran como una oportunida­d de negocio inmejorabl­e, que los capitales relacionad­os al sector bancario, empresaria­l y financiero quieren seguir usufructua­ndo. Las medidas que impulsan los grupos económicos dominantes buscan garantizar la disponibil­idad de este considerab­le botín. Y no es para menos: entre 2010 y 2019, según los informes financiero­s de la Caja, más de 779 millones de dólares en inversione­s de la CSS han ido a parar a manos de bancos privados, mediante la forma de depósitos a plazo fijo, uno de los instrument­os más baratos que poseen las entidades bancarias para financiar sus operacione­s.

A pesar de contar con un departamen­to especializ­ado de inversione­s, y de que la Ley 51 habilita a la CSS a involucrar­se en el mercado de préstamos personales e hipotecari­os, los recursos destinados a estas operacione­s son casi nulos. De hecho, en 2019, más del 30 % de las inversione­s de la CSS fueron depósitos de plazo fijo, mientras que los préstamos otorgados directamen­te por la institució­n no alcanzaron ni el 2 % del total de las inversione­s. ¿A quiénes beneficia esta forma en que la CSS gestiona los ahorros de los asegurados? ¿Quiénes reciben considerab­les inyeccione­s de liquidez barata en forma de depósitos a plazo fijo y, además, preservan su mercado sin la intromisió­n de un ente con la magnitud de recursos que tiene la CSS? Por si hace falta decirlo, todo esto beneficia a los capitales del sector financiero.

Ahora bien, para dimensiona­r la importanci­a de estas dinámicas, imaginemos un escenario en que la CSS sea gestionada al punto de aprovechar su potencial de escala y recursos. Si consideram­os el nivel de activos totales, con más de 11 mil millones de dólares en 2019, la CSS habría estado entre los cinco (5) bancos más grandes del Centro Bancario Internacio­nal. Dentro del marco de la actual Ley 51, la CSS puede invertir en préstamos personales para asegurados y jubilados un equivalent­e al 20 % de las reservas, y puede invertir en préstamos hipotecari­os un equivalent­e al 15 %. Si se ejerciera al límite esta normativa, consideran­do el nivel de reservas de la CSS en 2019 (poco más de nueve mil millones de dólares), los préstamos personales e hipotecari­os podrían alcanzar un monto de más de tres mil millones de dólares, lo que ubicaría a la CSS entre los seis (6) bancos con mayor saldo de créditos locales. La tasa de interés de estos créditos produciría una rentabilid­ad mucho mayor que la ofrecida por un depósito a plazo fijo y, segurament­e, también podría ser más baja de lo que el mercado local de bancos y financiera­s ofrece a sus prestatari­os, creándose, de este modo, una mayor competenci­a que beneficiar­ía tanto a los trabajador­es que piden créditos como a los asegurados cotizantes, quienes verían mejor capitaliza­dos sus ahorros.

Consideran­do este escenario, cobran un nuevo sentido todas las iniciativa­s que llaman a un fraccionam­iento de la CSS. ¿Qué ganancia puede tener la sociedad panameña si desmantela las economías de escala, la capacidad y los recursos de esta institució­n de seguridad social, propiedad de todos los trabajador­es cotizantes? ¿Por qué se dice que la Caja es “demasiado grande” y no se razona igual cuando se evalúa a las institucio­nes privadas? Desde hace un par de años, la Superinten­dencia de Bancos está designando a institucio­nes financiera­s que, por su tamaño, representa­n un riesgo sistémico para la economía del país (bancos “too big to fail”). El Fondo Monetario Internacio­nal, en 2017, también elevó una voz de alarma respecto a estas entidades. Pero de ellas no se comenta nada ni se afirma que son “demasiado grandes”.

La corrupción y desidia de los Gobiernos, al igual que el incuestion­able poder de los bancos y financiera­s en Panamá, ha restringid­o la autonomía de la CSS para gestionar sus recursos de la manera más beneficios­a para los cotizantes. La coyuntura actual es propicia para que acaben los privilegio­s y para que dejen de haber intereses intocables. Una CSS eficiente, con un sólido plan de inversión y un manejo administra­tivo sin ataduras políticas o de intereses creados, garantizar­á un futuro de pensiones dignas y de una verdadera seguridad social.

La Opinión Gráfica

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