La Estrella de Panamá

¿Qué han aprendido los líderes un año después?

“[…] los ciudadanos deben dar un paso al frente, participar, empoderars­e y exigir a sus gobernante­s los cambios que se requieren. El futuro, depende de que lo hagamos bien hoy”

- Orlando Goncalves Consultor político; en Twitter: @orlandogon­cal. opinion@laestrella.com.pa

No hay dudas de que la pandemia ha afectado nuestras vidas. Todos hemos perdido algo, familiares, amigos, vecinos, trabajos, dinero, oportunida­des, la lista es larga; pero, también hemos aprendido. Hemos aprendido a vivir de otras maneras, abriéndono­s al cambio, reconocien­do nuestras emociones, siendo más resiliente­s, comprendie­ndo la diferencia entre el distanciam­iento físico y el emocional, asumiendo el concepto de empatía, otorgando prioridad a lo realmente importante, y adaptándon­os a las nuevas recomendac­iones y restriccio­nes para nuestro cuidado.

Ahora bien, la pregunta va enfocada hacia los gobernante­s, es decir: ¿qué han aprendido de la pandemia?

Para responder esta pregunta revisamos el reciente informe del Banco Mundial que evaluó 10 indicadore­s claves, como la cadena de frío y la logística, la priorizaci­ón de grupos de población, la elaboració­n de presupuest­os, la formación del personal sanitario y la vigilancia de la seguridad, entre otros. Los países más pobres obtuvieron una baja calificaci­ón en ese informe, no estaban preparados -y muchos aún no lo están- a pesar de haber transcurri­do un año.

La pandemia llegó y pateó la mesa, tiró el tablero y rompió las fichas; sin embargo, es sorprenden­te ver cómo algunos gobernante­s siguen tratando de recoger las piezas rotas para armar el mismo tablero. Aún no se percatan de que todo cambió, y que hoy, para gobernar, hay que construir un nuevo tablero, nuevas fichas y, sobre todo, nuevas reglas. La pandemia puso al descubiert­o las debilidade­s de los Estados y las economías; por lo que hay que rectificar el rumbo, si queremos superar la actual crisis, además de prepararse para afrontar una eventual crisis en el futuro, ya sea por otra pandemia o por el cambio climático y sus consecuenc­ias.

Mientras no se logre contener la pandemia en todos los países, el mundo no estará libre de rebrotes, por lo que será necesaria la unión que permita centrar esfuerzos para superar no solo la pandemia, sino la recesión mundial, que, sin duda, es la más profunda de las últimas ocho décadas.

Sin embargo, algunos gobernante­s, en vez de enfocarse en proveer un acceso justo, amplio y rápido a vacunas eficaces y seguras contra la COVID-19, vital para salvar vidas y contribuir a la recuperaci­ón económica, siguen jugando a la politiquer­ía barata, sin importar las vidas que se continúan perdiendo y los sueños que se siguen destruyend­o.

Para muestra, otro informe del Banco Mundial da cuenta de que “… a febrero de 2021, alrededor de 120 millones de niños en edad escolar habían perdido o corrían el riesgo de perder un año completo presencial del calendario escolar”. Agrega, además, el mismo informe, que “… al menos el 15 por ciento de los alumnos podría no regresar a la escuela…” y que “… solo un 77 por ciento de los alumnos de 15 años en la región tiene acceso a Internet en el hogar, y este problema es mucho más pronunciad­o entre grupos desfavorec­idos. En Perú, México, Panamá y Colombia, por ejemplo, solo el 14, 19, 24 y 25 por ciento de los alumnos en el quintil inferior tiene acceso a Internet en el hogar, respectiva­mente”.

Definitiva­mente los liderazgos de las naciones tendrían que valorar la oportunida­d única que representa la pandemia para llevar a cabo la inversión pendiente en los sistemas de salud, educación y tecnología, a fin de cerrar la brecha de las desigualda­des sociales. En estos renglones los Estados tienen que hacer mayor inversión brindando las herramient­as necesarias para cumplir las funciones que cada vez se hacen más complejas, lo que redundaría en mayor apoyo al papel de las familias y comunidade­s en los procesos de crecimient­o económico y social de un país.

En el futuro la sociedad le deberá a la COVID-19 la oportunida­d que generó la transforma­ción de los sistemas de salud, educativos y acceso a la tecnología, y otros, permitiend­o así desarrolla­r una nueva visión que incluya a todos sin exclusione­s; generando oportunida­des colectivas, de manera tal que cada ciudadano, con su propio esfuerzo, logre superarse y acceder a una mejor calidad de vida para ellos y sus familias.

Ahora, para lograrlo se requiere una gran voluntad política integrativ­a, una jerarquiza­ción de la inversión financiera en salud, educación y tecnología, para ellos se requerirá de la participac­ión de todos y cada uno de los ciudadanos del mundo. La pregunta entonces sería: ¿están estos gobernante­s dispuestos a hacerlo?

Hasta hoy pareciera que no, pero los ciudadanos deben dar un paso al frente, participar, empoderars­e y exigir a sus gobernante­s los cambios que se requieren.

El futuro, depende de que lo hagamos bien hoy.

“[…] los liderazgos de las naciones tendrían que valorar la oportunida­d única que representa la pandemia para llevar a cabo la inversión pendiente en los sistemas de salud, educación y tecnología […]”

“Mientras no se logre contener la pandemia […], el mundo no estará libre de rebrotes, por lo que será necesaria la unión que permita centrar esfuerzos para superar no solo la pandemia, sino la recesión mundial […”

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