La Estrella de Panamá

Tan lejos de Marruecos

- Guillermo A. Cochez Analista político. opinion@laestrella.com.pa

En la actualidad, cuando las distancias se acortan por la tecnología y las redes sociales, sin razón en la política exterior panameña se hacen esfuerzos para alejarnos de nuestros posibles socios y, al mismo tiempo, acercarnos a quienes nos distancian de nuestros verdaderos aliados estratégic­os. Ese es el caso de las relaciones diplomátic­as de Panamá con el Reino de Marruecos.

Después de que Panamá decidió en noviembre del 2013 desconocer al movimiento guerriller­o Frente Polisario, el Gobierno de Varela restableci­ó las relaciones con ese grupo separatist­a aliado de Irán y de la milicia terrorista libanesa Hezbolá, la misma que estuvo detrás del atentado del avión de Alas Chiricanas en 1994, en el que murió una decena de ciudadanos israelíes-panameños.

El Polisario, es una hechura de Argelia en el marco de la Guerra Fría. Ahora la cúpula militar argelina, que desde hace cinco años arrastra una crisis política y social, está viendo que su criatura está convirtién­dose en un invitado incómodo. Con el respaldo de Moscú y Argel, el Polisario sumó inicialmen­te apoyos internacio­nales, acompañado por la propaganda de un relato anticoloni­alista para arrebatarl­e las provincias del sur a Marruecos. Hoy, solo una veintena de países respalda ese movimiento separatist­a, cuyo centro de operacione­s está en los campamento­s de refugiados en Tinduf, en el sur de Argelia, bajo control del ejército de ese país.

Después de medio siglo, el movimiento separatist­a no ha podido convertirs­e en un Estado con un territorio, fronteras definidas, independen­cia política, Gobierno y derechos civiles. No poseen un pasaporte válido para viajar; lo hacen con el argelino. En el caso contrario, los saharauis prosperan en las provincias del sur de Marruecos, bajo el estatuto de amplia autonomía para el Sahara, una iniciativa que gana cada vez mayores reconocimi­entos.

Antes de dejar la Casa Blanca,

Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara y consideró que su propuesta de autonomía en su territorio es “la única opción viable y realista”. Biden mantendrá esa decisión por la estrecha relación de Estados Unidos con la monarquía marroquí y es un compromiso de Estado.

En mayo del 2013, el Gobierno panameño se pronunció en favor de la autonomía para el Sahara como una propuesta que “merece ser abordada con apertura, pragmatism­o y realismo en la mesa de negociació­n, para sacar ese diferendo de su estatus actual”. Posteriorm­ente, la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea Nacional consensuó, en octubre del 2018, una resolución en la que acordaba respaldar la autonomía para el Sahara, “como un punto de partida que abre el compás para un diálogo entre todas las partes involucrad­as”.

Ese es un tema al que nuestra Cancillerí­a debería dar prioridad en su agenda. Hace un par de semanas, preocupado por la deriva en que se encuentra nuestra política internacio­nal, envié a la ministra de Relaciones Exteriores, Erika Mouynes, nota en la que le pedía “en atención a los mejores intereses nacionales, afianzar los productivo­s lazos diplomátic­os de Panamá con el Reino de Marruecos, respaldand­o la propuesta de autonomía para las provincias del Sahara”. “Esa sería una buena señal del interés de Panamá de reencauzar las relaciones con Marruecos, actualment­e en entredicho, por el reconocimi­ento de nuestro país a un movimiento guerriller­o que en nada contribuye al interés nacional ni a destacar la imagen internacio­nal del país”, concluía esa comunicaci­ón.

La política exterior panameña ha sido de abierta hostilidad hacia Marruecos. A Varela se le ocurrió la estupidez de proponer a Marruecos la firma de un convenio de intercambi­o de informació­n sensitiva. ¿Creen que Marruecos compartirí­a algo importante con un país que, como Panamá, sigue apoyando a un grupo guerriller­o que constantem­ente atenta contra su integridad territoria­l?

Los beneficios de una fuerte relación con Marruecos son inimaginab­les. Ambas economías se complement­an y pueden convertirs­e en la puerta de entrada a cada una de las regiones estratégic­as en las que están posesionad­as. Marruecos es un país eminenteme­nte marítimo, como el nuestro, y puede contribuir a que la actividad portuaria y logística de Panamá aumente considerab­lemente, logrando enormes beneficios para la vía interoceán­ica.

Marruecos le da acceso a Panamá al vasto continente africano. Su desarrollo agrícola exportador de primer mundo representa una importante palanca a nuestro sector agrícola. El turismo, las energías renovables, educación, ciencia y tecnología, finanzas, migracione­s y seguridad son algunas de las áreas por explorar.

Por el momento, el inexplicab­le freno puesto por algunos en la Cancillerí­a y su empecinami­ento por mantener relaciones diplomátic­as con el Frente Polisario, está comprometi­endo el interés nacional y limitando las posibilida­des de avanzar en una verdadera alianza con un genuino socio estratégic­o como Marruecos.

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