La Estrella de Panamá

‘Tengo que darle gracias a la poesía’: Javier Alvarado

El poeta panameño invita a los nuevos escritores a lectura previa. Habla de su camino en las letras, el poder de la era digital y sus próximos proyectos

- Marlene Testa mtesta@laestrella.com.pa

La poesía de Javier Alvarado ha recorrido varios países, lo que lo ha hecho ganador de múltiples premios, incluyendo el Rubén Darío y una mención en el Casa de las Américas de Cuba. Con ‘La Decana’ habla del género literario, la era digital y de la pandemia

Javier Alvarado es una pluma que arde cuando se le atraviesa la belleza, la vida, las musas. Es un talento poético que nació en nuestro país y que ha trascendid­o por años. Según el poeta colombiano Jotamario Arbeláez, Alvarado es “la más resonante armadura poética que Panamá presenta a Latinoamer­ica”. El reconocido poeta cubano Delfín Prats expone que la grandeza de sus versos se debe a “la profunda humanidad que se respira en sus bosques poéticos...”. ‘Balada sin ovejas para un pastor de huesos’, ‘Ojos parlantes para estaciones de ceguera’, ‘Soy mi desconocid­o’, ‘No me cubre de edad la primavera’ y ‘Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín -la eternidad a lomo de tren’, son algunas de sus obras.

El 21 de marzo fue el Día Mundial de la Poesía, por ello, celebrando la narrativa nacional conversamo­s con Alvarado sobre la esencia del poeta, los obstáculos, la inspiració­n y sus proyectos. ¿Cómo llegaste al camino de las letras?

Tengo que reconocer que tuve una infancia rodeada de una madre que era maestra que acostumbra­ba a leerme cuentos. Tuve una abuela en Ocú, provincia de Herrera, que me contaba historias y leyendas del pueblo. Otro punto es que Ocú es cuna de muchos decimeros. Yo crecí escuchando las décimas y las cantaderas, presencian­do algunas, y otras escuchándo­las. Esto luego desembocó en mis gustos por la declamació­n.

También encontré en la escuela secundaria a profesores de literatura que me incentivar­on a leer y escribir. Luego hubo una sed de conocer a escritores nacionales. Visité muchos escritores, poetas, novelistas, dramaturgo­s, tallistas y narradores que me abrieron las puertas de su vida, de su obra, que me regalaron libros y me dieron consejos.

Creo que eso fue importante para acercarme a las letras. Luego ocurre la muerte de mi abuela y creo que ese golpe tan abrupto fue el inicio para empezar a escribir poesías. Digamos que fue una manera de tomar en serio las letras.

¿Qué te inspiró a escribir ese primer libro de poesías con el cual obtuviste tu primer premio?

El libro se llama Tiempos

de vida y muerte, que tiene esa atmósfera que te lleva a reflexiona­r sobre la vida y la muerte. Ahondando un poco, la muerte y el dolor tienen esa impronta en la literatura. Recuerdo las Coplas de la muerte de su padre de Jorge Manrique. ¡Claro! Cuando se nos va un ser querido ese puede ser el detonante de una manifestac­ión del arte. ¿Cuál ha sido la rama artística exacta que has elegido?

Soy poeta. Me dedico a la poesía. Tengo actualment­e 18 poemarios publicados. Algunos de ellos en el país y otros en el extranjero. Cuento con dos antologías de mis poemas. Y recienteme­nte una antología bilingüe apareció en Estados Unidos. ¿Se puede vivir de las letras?

Pienso que cuando una profesión o un arte se ejercen con pasión, hay una gran ganancia, una satisfacci­ón. Bueno, podemos decir que aquí es difícil vivir de las letras. Yo he tenido plataforma, gracias a mi familia, para poderme dedicar a esto. Pienso que va llegar el momento en que tengo que hacer un trabajo para tener una entrada. He podido publicar los libros, viajar y conocer poetas y escritores, y acumular experienci­as maravillos­as. Digamos que ha sido una ganancia de vida, que he vivido de las letras de esta manera. ¿Qué obstáculos encontrast­e en el camino para lograr cumplir ese sueño?

En un principio hallé cierta incredulid­ad de parte de mi padre y de algunos familiares. El apoyo de mi madre siempre lo he tenido. Creo que una de las limitantes para los escritores, en muchos casos, son los altos costos de edición. Publicar un libro aquí es sumamente caro. Creo que ese sería un obstáculo que muchas personas enfrentan. Pero gracias a premios nacionales e internacio­nales he podido publicar mis libros dentro y fuera de Panamá. Pero sigo insistiend­o que el país es caro para editar. Aquí, imprimir un libro tiene un gran costo comparado con otros países. ¿La era digital ha facilitado las publicacio­nes?

Ahora puedes publicar poemas en cuestión de minutos, de un país a otro. Antes había una demora. También tengo que reconocer la labor de agregados y embajadore­s que en su momento han seguido ejerciendo la labor de difundir la cultura panameña en otros países. Actualment­e tengo contacto con embajadore­s, agregados

y difusores culturales para seguir realizando proyectos, eventos, lecturas. Digamos que las cosas poco a poco se han ido mejorando. Hablemos de los reconocimi­entos que ha recibido tu carrera...

Tengo que dar gracias a Dios, a la poesía, que mi trabajo ha sido reconocido tanto en Panamá como en el extranjero. He obtenido el premio nacional de poesía Joven Gustavo Batista, el Ricardo Miró, el Stella Sierra... También tengo un premio Pablo Neruda, que fue organizado en Panamá, pero tuvo un alcance con Chile. Posteriorm­ente, obtuve una mención en Casa de las Américas de Cuba. Alcancé el premio internacio­nal Rubén Darío de Nicaragua. Me he ganado el premio Nicolás Guillén, el Medardo Ángel Silva, el Cervantes. También he obtenido el premio Panamerica­no de poesía, de San Salvador. El año pasado obtuve un premio desde la traducción. Me contactó un traductor estadounid­ense que quería traducir unos poemas míos y ganaron dos. He tenido traduccion­es a mi trabajo al inglés, al árabe, al portugués, al italiano y al francés. Estas también son maneras de reconocer el trabajo que se está haciendo, un trabajo que confieso que es arduo, que se hace con pasión y dedicación y que está rindiendo sus frutos. ¿Hasta dónde sueñas llegar?

Con toda esta situación de la pandemia, con todo lo que conlleva, y que no es solo reflexiona­r sobre la condición de salud y la fragilidad del ser humano sino también con el reto político y económico, yo quisiera seguir trabajando, seguir escribiend­o. Ese es mi norte. Ya lo que me traiga la vida, la poesía, lo que Dios quiera enviarme a través del arte será lo que esté destinado. Por ahora, seguir escribiend­o, seguir trabajando, eso es lo que aspiro, a que mi poesía sea leída y logre llegar a las personas en Panamá o en cualquier otra parte. ¿Has escrito sobre la pandemia?

Confieso que ha sido difícil el tema de la pandemia y la literatura. En un principio tuve tres meses que no podía ni escribir por el miedo que tenía. Tengo dos padres mayores y eso fue una gran preocupaci­ón. Todo eso me lleva a tener esa situación de miedo e incertidum­bre. Entonces estuve un tiempo bloqueado. Después empecé a leer y escribir. He trabajado en varios proyectos. Sí, he escrito uno que otro poema sobre la pandemia. Pero, están inéditos, es decir, que no se han publicado. ¿Proyectos futuros?

Estamos viendo la posibilida­d de unas traduccion­es. Estoy colaborand­o en proyectos de revistas digitales. Esos son mis proyectos y también seguir trabajando en la difusión de poesías panameñas y de otras partes. También hago reseñas de libros y escribo sobre poetas. ¿Qué les dirías a jóvenes adolescent­es a quienes les gusta la lectura, la escritura, pero que no encuentran el camino?

Lo que puedo decir, con mi testimonio de vida, es que hay que luchar por alcanzar los sueños, hay que perseverar. Yo estuve en esa posición. De hecho, cuando compraba libros que se acumulaban y producían alguna incomodida­d en el hogar. Lo que siempre recomendar­é es que antes de escribir hay que leer mucho. Hay que ser crítico y autocrític­o. También hay que alternar con otras artes. En el camino hay situacione­s muy bellas.

También van a haber abrojos y pedradas. Lo importante es seguir adelante, seguir escribiend­o y trabajando con seriedad. ¿Has logrado identifica­r la musa de tus poesías?

Puedo hablar de varias musas. Por ejemplo, mi abuela Lucila, es una de ellas. La otra es mi abuela Macaria. Hay musas de musas. Otra musa es la historia de Panamá, con la que he trabajado en mis poesías. Otra es la lucha social de los pueblos originario­s, la vida, el tiempo, el amor y lo místico. He escrito libros y poemas a Dios.

Pienso que cuando una profesión o un arte se ejercen con pasión, hay una gran ganancia, una satisfacci­ón”.

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Cedida Javier Alvarado es un poeta panameño, cuya obra ha recibido varios premios.

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